EL MUNDO › EE.UU. LANZO LA MAYOR OPERACION EN IRAK DESDE LA INVASION
El lunes se cumplen tres años de la invasión estadounidense de Irak. Ayer, sus tropas lanzaron la mayor acción desde entonces.
La Casa Blanca lo describió como el ataque más grande que Irak haya conocido desde el inicio de la guerra. Más de 50 aviones y 1500 tropas iraquíes y estadounidenses atacaron ayer a insurgentes en Samarra, la ciudad al norte de Bagdad en donde fue destruida la cúpula dorada de uno de los santuarios más importantes del islamismo chiíta por insurgentes el mes pasado. El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, indicó ayer que la decisión de llevar a cabo el asalto fue adoptada por los comandos en Irak y destacó la cooperación entre las tropas iraquíes y estadounidenses.
Al mismo tiempo del ataque, el primer ministro británico, Tony Blair, sin arrepentirse ni conmoverse ante el creciente número de muertos, había declarado que si enfrentara las mismas circunstancias, volvería a apoyar la invasión de Irak. La Casa Blanca tampoco se disculpó por completo por la decisión de haber usado la fuerza para terminar con la presunta amenaza que presentaban las inexistentes armas de destrucción masivas de Saddam Hussein, a pesar de las señales de que Irak estaría ahora dirigiéndose a una guerra civil a escala nacional.
Ayer, las tropas estadounidenses lanzaron la Operación Enjambre, cerca de Samarra, que ha sido durante un largo tiempo un bastión de la insurgencia. Los pobladores aseguraron que se podían escuchar fuertes explosiones y ver a las tropas iraquíes y estadounidenses moviéndose. El Pentágono informó que ya se encontraron varios arsenales de armas con explosivos, piezas de artillería y material para la elaboración de bombas caseras. El mayor uso del poder aéreo podría indicar un cambio en las tácticas, con el objetivo de reducir las bajas estadounidenses. También es probable que esto lleve a un aumento de las bajas entre los civiles iraquíes. Los insurgentes rara vez defienden posiciones fijas después de que sufrieron grandes pérdidas cuando los marines estadounidenses atacaron Faluja en noviembre del 2004, la última gran ofensiva estadounidense contra ellos.
Blair, que cree que sólo será juzgado por Dios sobre el conflicto de Irak, volará a Estados Unidos el mes próximo para conversar con el presidente George Bush. El tercer aniversario de su decisión conjunta de invadir Irak cae el próximo lunes. Tendrán una abultada agenda de problemas a discutir cuando se encuentren: la continua violación de la ley internacional en el centro de detención estadounidense en la bahía de Guantánamo –que Blair dijo ayer que debería cerrarse–, los incidentes en los territorios palestinos de esta semana que han debilitado su reputación de intermediario honesto, las renovadas tensiones con Irán y los pedidos públicos tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña para traer a casa a las tropas de Irak.
En tanto, los legisladores laboristas antibélicos se unirán a una manifestación masiva contra la continuidad de la ocupación de Irak mañana en Londres. Pedirán que las tropas vuelvan a casa, aunque Blair descartó “dejar a una pequeña minoría que quiere que el terror y la violencia se apodere de la mayoría, que demuestran que están preparados para la democracia”. Los insurgentes se han fortalecido en las últimas semanas, al mismo tiempo que la comunidad de 5 millones de sunnitas está cada vez más atemorizada por los escuadrones de la muerte chiítas dirigidos por el Ministerio del Interior iraquí y el ejército. Incluso, los sunnitas moderados ahora confían más en sus propias milicias, antes que en las fuerzas del gobierno.
La operación estadounidense podría ser simplemente una demostración de fuerza de los militares estadounidenses en Irak para enviar el mensaje de que todavía deben ser temidos. Sin embargo, Washington ahora ha decidido que no tiene otra opción que hablar directamente con Irán, un país con fuerte influencia entre los líderes de la mayoría chiíta en Irak, pero al que lo acusa de negar y mentir sobre un ampliamente sospechado intento de asegurarse armas nucleares. En Washington, McClellan dijo que Zalmay Khalilzad, el embajador estadounidense en Bagdad, estaba autorizado para hablar con Teherán, pero sólo sobre Irak.
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