EL MUNDO › MUEVEN FICHAS DIPLOMATICAS EN NACIONES UNIDAS
Los miembros del Consejo de Seguridad discuten ya un primer esbozo elaborado por Francia y Reino Unido para exigir a Irán la plena suspensión de su programa nuclear y que coopere activamente con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). La amenaza de las sanciones se descarta en esta primera fase, aunque se daría un plazo de dos semanas a la AIAIEA para que informe de los progresos. Rusia y China mantienen reservas.
Las negociaciones son intensas esta semana en Nueva York y en las capitales de los 15 miembros del Consejo de Seguridad, para poder consensuar una declaración presidencial según el esquema planteado en la iniciativa franco-británica, que se sustenta sobre dos pilares. En primer lugar, se trataría de exigir a Irán la suspensión “plena” y “duradera” de todas las actividades de enriquecimiento y reprocesamiento, incluidas la investigación y el desarrollo. Además, se pediría a Teherán que “reconsidere” la construcción de un reactor experimental de agua pesada. Estos dos elementos se consideran pasos “esenciales” para recuperar la confianza de la comunidad internacional hacia los fines pacíficos del plan nuclear iraní. En este punto, se insiste en que el régimen iraní debe adoptar medidas de transparencia y cooperar activamente con la AIEA, para facilitarles el acceso a los individuos, documentos y lugares requeridos para desarrollar su investigación.
En segundo lugar, el Consejo de Seguridad respaldaría la gestión de la AIEA. Pero al afirmar que la proliferación nuclear constituye una amenaza para la paz y la seguridad internacional, los 15 países miembro se reservan el derecho de supervisar la evolución del expediente iraní, según explicaron fuentes diplomáticas en la ONU. La presión internacional se modulará así en función del grado de cumplimiento del gobierno de Teherán.
El director general de la AIEA, Mohamed el Baradei, debería reportarse en dos semanas al Consejo de Seguridad, aunque ese plazo podría ampliarse a un mes. En esta fase no se habla aún de sanciones diplomáticas o económicas para forzar a Irán a que cumpla con lo que se le exige desde la ONU, en un guiño para evitar el veto de Rusia y China. La declaración presidencial tiene, en todo caso, valor moral.
La idea es poder celebrar esta tarde una primera sesión formal de consultas. La iniciativa franco-británica cuenta con el respaldo de EE.UU. Su embajador ante la ONU, John Bolton, equiparó la amenaza iraní al ataque terrorista del 11-S de 2001. Pero para que prospere necesita del apoyo de Pekín y de Moscú, que hasta ayer seguían planteando reservas hacia el papel que debe jugar el Consejo de Seguridad en esta fase y quieren más tiempo para solucionar la crisis en Viena.
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