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› ISRAEL EVALUA SU RESPUESTA A UN MORTIFERO ATENTADO EN JERUSALEN
Más sangre contra cualquier negocociación
Veinte personas, entre ellas el terrorista y varios árabes israelíes, murieron ayer en el ataque más letal contra Jerusalén occidental desde 1996. Ariel Sharon prometió una respuesta, mientras se estanca la diplomacia.
Por Peter Beaumont*
Desde Jerusalén
El gabinete de seguridad de Israel se reunió anoche en una sesión de urgencia para considerar si arrestar o expulsar al presidente de la Autoridad Palestina Yasser Arafat, después de que un terrorista suicida palestino detonara una bomba en un suburbio del sur de Jerusalén matando a 19 personas e hiriendo a más de 50. Hubo judíos y árabes entre los muertos del ataque a una hora pico en un ómnibus atestado de niños, estudiantes y oficinistas. Fue el ataque más letal en Jerusalén desde 1996. Los testigos y sobrevivientes describieron los cadáveres apilados en la entrada del ómnibus y partes de cuerpos desparramadas en un amplio perímetro. Algunos de los sobrevivientes dijeron que habían sido volados a través de las ventanas.
El ataque, reivindicado por el grupo militante islamista Hamas, pareció estar programado para coincidir con un discurso ya planeado por el presidente estadounidense George Bush en el que se esperaba que delineara planes para una iniciativa de paz que podría incluir el establecimiento de un Estado palestino “provisional”, condicionado a un cese de la violencia. Mientras el primer ministro Ariel Sharon se reunía con su gabinete de seguridad interna para planear la respuesta de Israel, Bush indicaba que estaba considerando enviar al secretario de Estado norteamericano Colin Powell de regreso a Medio Oriente para continuar trabajando por la paz. El ataque suicida fue el más letal desde la masacre de la Pascua Judía en Netanya el 27 de marzo, que desató una masiva incursión israelí en las ciudades de Cisjordania, dejando más de 200 palestinos muertos.
Suzanne Abdel-Rahman acababa de tomar su asiento en el ómnibus número 23, que va desde Gilo, en las afueras de Jerusalén, al centro de la ciudad, cuando el terrorista Mohammed al-Ghoul corrió detrás de ella. La estudiante árabe-israelí de 20 años dijo que ella estado hablando desde su celular cuando Al-Ghoul detonó el explosivo lleno de clavos que llevaba envuelto alrededor del cuerpo. La joven sobrevivió después de ser lanzada a través de la ventanilla trasera. Al-Ghoul, un estudiante avanzado de estudios islámicos en la Universidad de An-Najah, en la ciudad palestina cisjordana de Nablus, quien había fracasado dos veces en anteriores intentos de ataques suicidas, subió al ómnibus en el barrio árabe de Beit Safafa. El servicio es utilizado diariamente por los estudiantes árabes israelíes y lleva a adolescentes judíos a la escuela secundaria vecina de Ort Spanian. Siete estudiantes de la escuela se encontraban entre los muertos y heridos.
El ataque de Al-Ghoul parecería haber estado dirigido no solo a civiles israelíes, sino a estropear cualquier esperanza de reanudar las conversaciones de paz. Los israelíes y los palestinos habían estado esperando oír las ideas de Bush sobre cómo poner fin a más de 20 meses de violencia, y que se creía que incluían una propuesta para un Estado palestino provisional en alrededor del 40 por ciento de Cisjordania ya controlada en gran parte por la Autoridad Palestina. Pero ayer la perspectiva de este Estado parecía más alejada que nunca. Después de una visita sin precedentes a la escena de la bomba, Sharon advirtió de una fuerte represalia israelí contra la Autoridad Palestina. Viendo los cuerpos de los muertos alineados en el pavimento en bolsas, preguntó furiosamente: “¿Qué Estado palestino?”.
El momento del ataque de ayer no pudo haber sido más preciso. El liderazgo de Hamas se opone a cualquier tipo de Estado palestino que esté condicionado a la exigencia de Bush de que primero debe aplastarse el terrorismo. En esa condición está implícita la destrucción de Hamas, una organización que ha estado creciendo en poder político.
Los testigos de ayer dijeron que el terrorista no había comprado un boleto ni se había sentado en el ómnibus. “Se subió al ómnibus realmente rápido. No pagó. Después de un par de segundos hubo una explosión”, dijo Michael Lasri de 15 años. Dijo que el suicida usaba una camisa roja sueltay grande, en un aparente intento de ocultar los explosivos. “Logré agacharme y después hubo esta explosión. Me tiró hacia atrás. Perdí la conciencia durante unos minutos y luego desperté y vi lo que uno ve después de cada ataque terrorista.” La fuerza de la explosión levantó el ómnibus y lo envió por el aire atravesando dos carriles del camino. Arrancó el techo y hizo volar todos los paneles, dejando al conductor muerto pero todavía sentado detrás del volante.
Shalom Sabag estaba en un automóvil frente al ómnibus cuando tuvo lugar el ataque. “Los cuerpos estaban apilados cerca de la puerta del ómnibus. Había una chica que no podré olvidar. Tenía una larga trenza en su espalda y yacía sobre el estómago.” Los parientes que llegaban buscando a sus seres queridos se agolpaban frente a una carpa que contenía partes de cuerpos. Una mujer, claramente alterada, llegó llorando y clamando por su hermana. Sharon llegó una hora después de la explosión. “Las imágenes terribles que vemos aquí son más fuertes que cualquier palabra –dijo Sharon–. Es interesante especular con qué clase de Estado palestino quieren... ¿De qué están hablando? Esto terrible que estamos viendo es la continuación del terror palestino y debemos pelear y luchar contra ese terror y eso es lo que haremos.”
La Autoridad Palestina condenó el ataque y dijo que haría todo lo que estuviera en su poder para “encontrar y detener a cualquiera que intentara llevar a cabo operaciones”, pero es improbable que esto influya sobre Sharon, que responsabiliza en ultima instancia a Arafat y a la Autoridad por los ataques. En su nota suicida, Al-Ghoul dijo que había tratado dos veces antes de cometer ataques, pero no decía por qué había fracasado. “Qué hermoso es hacer que mi bomba mate al enemigo. Qué hermoso es matar y ser matado, no por amor a la muerte, sino por la lucha por la vida, matar y ser matado por las vidas de las generaciones venideras.” El padre de AlGhoul, Haza, de 65 años, lloraba sobre el hombro de su hermano, diciendo: “Es un mártir. Solo debemos pedirle a nuestro Dios que sea piadoso con él”.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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