EL MUNDO
› LULA VA A ELECCIONES CON UN EMPRESARIO EVANGELICO
Un triunfo por amor de Dios
En un guiño al centro y en medio de un clima de nerviosismo políticofinanciero, Luiz Inácio Lula Da Silva oficializó la candidatura a vicepresidente del empresario evangelista José Alencar.
Sin duda, la alianza entre izquierda y religión conoció otros momentos en América latina, sobre todo en la década del ‘70. En este caso, ni la izquierda ni la religión que se unen son demasiado ortodoxas. Y los dos líderes que compartirán una fórmula presidencial tienen algo común en su biografía: vienen de hogares muy pobres. Uno fue obrero de la industria metalmecánica; el otro, empresario exitoso. Luiz Inácio Lula Da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT), y José Alencar, líder del Partido Liberal (PL), dominada por la evangelista pentecostal Iglesia Universal del Reino de Dios, superaron las disidencias dentro de sus organizaciones para construir una de las alianzas más extrañas en Brasil. Con esta jugada, Lula quiere mostrar que no es un cuco y que puede aliarse con la derecha con tal de ganar los comicios presidenciales de octubre.
Por lo pronto, las cosas están bien para Lula: según una encuesta de Ibope para la Confederación Nacional de Industrias (CNI), tiene una intención de voto del 38 por ciento frente al 19 por ciento del candidato oficialista José Serra. En realidad, la última encuesta realizada por Ibope, con un método similar pero para la cadena televisiva O Globo, y que data de la semana pasada, marcaba un 39 por ciento para Lula, lo que indicaría una baja de un uno por ciento. Otras encuestas le dan un poco más y un poco menos a Lula, pero en promedio la distancia que le lleva a Serra ronda el 20 por ciento. De esta manera, el líder del PT mantiene su ventaja desde los tiempos en que la derechista Roseana Sarney se bajó de su candidatura hace dos meses, dejando la pista libre para el duelo LulaSerra. Pero Lula siempre lideró las encuestas hasta bien entrada la campaña en las últimas tres elecciones presidenciales y siempre perdió. Ayer, hostigado por Wall Street, recibió el inusual apoyo del titular de la Bolsa de Valores de Sao Paulo, Raymundo Magliano Filho, quien se preguntó: “¿Qué importa si Lula es presidente?”.
Ahora, Lula incorporó a sus prendas de buena conducta a su candidato a vice, José Alencar. Senador liberal y dueño de Coteminas, la principal corporación textil de Brasil, Alencar es del importante estado de Minas Gerais y llegó a su banca como candidato triunfante del Partido del Movimiento Democrático (PMDB), el mismo que ahora está aliado a Cardoso y le aporta su candidata a vice, Rita Camata, y el mismo en el que Itamar Franco, gobernador justamente de Minas Gerais, se fue con un grupo de fieles a ofrecerle su apoyo a Lula.
En el camino, Alencar fundó el Partido Liberal, que en sí es una organización dominada por la Iglesia Universal del Reino de Dios, el grupo más potente de la religión más potente del país, la evangelista. Esta Iglesia es bien conocida en Argentina, ya que desembarcó masivamente hace algunos años aquí, y en la actualidad tiene programas de radio y televisión y muchísimos locales en Buenos Aires y otras ciudades del país, donde sus pastores, en perfecto portuñol, emulan al desacreditado Pastor Giménez. Esta Iglesia se opuso en principio a la alianza entre Alencar y Lula, que se viene negociando desde hace un año, pero el propio senador liberal logró convencerlos que es necesario.
Alencar convenció a su partido que el domingo debe ratificar esta alianza con el PT, de que Brasil necesita una alternativa política y que esa alternativa es Lula. Pero Alencar también piensa, por ejemplo, que los Sin Tierra, un movimiento que solía tener relaciones estrechas con el PT, son meros delincuentes que invaden tierras ajenas, y que Arminio Fraga debe seguir siendo el presidente del Banco Central brasileño en un hipotético gobierno de Lula.
Alencar, de 70 años, no tiene un carisma excepcional ni mucho menos, pero es para Lula una prueba más, la más importante pero quizás no la última, de que es un santo y que ya no es marxista. Por eso ahora lo apoyan, además de los evangelistas de Alencar (que tienen una fuerte presencia en el Parlamento brasileño), la Conferencia Episcopal de Brasily la oficialidad de la Iglesia Católica. Si la religión es el opio de los pueblos, parece necesario fumar ese opio para ganar una elección.