El flamante presidente italiano, Giorgio Napolitano, encomendó a Romano Prodi la tarea de formar gobierno, cuya composición se espera para hoy. Las carteras de Economía y Exteriores tienen nombres.
› Por Enric González *
Desde Roma
El presidente italiano, Giorgio Napolitano, se reunió ayer con los principales dirigentes políticos del país y concluyó, como se esperaba, que correspondía a Romano Prodi la tarea de formar gobierno. El encargo formal se realizó anoche, en cuanto terminó la ronda de consultas, y se esperaba que hoy mismo se conociera la composición del gabinete de centroizquierda.
Romano Prodi, líder de la Unión, desarrolló ayer una frenética actividad para tener a punto el gobierno. Prodi y Napolitano se entrevistaron anoche en lo que el primero definió como “largo y cordial coloquio”. “Hemos examinado los problemas importantes de la política, tanto los internos para construir una política que ayude a Italia a salir de los momentos de dificultad, como los de política exterior, que estará fundada en una Europa cada vez más cohesionada y fuerte”, explicó Prodi al terminar su entrevista con el presidente en el Palacio del Quirinal. “He asegurado al jefe del Estado –dijo Prodi– que nuestra coalición compuesta por 16 partidos es sólida; nos hemos enfrentado a pruebas complicadas en los últimos días, como la elección de los presidentes de las cámaras y la del propio presidente de la República, pero contamos con la fuerza y la cohesión necesarias para asumir la responsabilidad de dirigir el gobierno.”
Algunos puestos del gabinete de Prodi parecían ya definitivamente asignados. La cartera de Economía era para Tommaso Padoa Schioppa y la de Exteriores para Massimo d’Alema. Aún había discusiones sobre el Ministerio de Defensa, que se disputaban dos centristas, la radical Emma Bonino y el democristiano Clemente Mastella, y que al final podría recaer en un comodín como Arturo Parisi, hombre de máxima confianza de Prodi; y sobre Interior, al que aspiraban Giuliano Amato y el propio Parisi. Tampoco estaba claro el número de vicepresidencias, aunque parecían seguras la de D’Alema y la de Francesco Rutelli, los dos hombres de mayor peso político en la coalición. Los puestos ministeriales resultaban insuficientes para satisfacer todas las ambiciones personales, lo que fomentaba malestar en algunos ámbitos del centroizquierda. Los Comunistas Italianos y los centristas de Mastella empezaron a marcar distancias respecto de Prodi, porque consideraban que sus peticiones no habían sido escuchadas. Entre los que han expresado algún malestar por cómo Prodi lleva a cabo sus consultas figura Olivero Diliberto, líder del comunista PDCI (Partido de los Comunistas Italianos), al señalar: “El Ds (Democráticos de Izquierda) y La Margarita llevan reunidos dos días. Vale; es su derecho, pero como todos formamos parte de la coalición y no sólo ellos, deberíamos poder dialogar todos”.
Silvio Berlusconi, por su parte, pidió al presidente de la República que las reformas efectuadas por su gobierno, especialmente las referidas a escuelas, mercado de trabajo y pensiones, no fueran abolidas, y lamentó de nuevo que el centroizquierda no hubiera cedido ninguno de los grandes cargos institucionales al centroderecha, pese al práctico empate electoral. Al terminar su encuentro con Napolitano, Berlusconi dijo que la suya “no será una oposición ciega sino responsable”, como dijo le gustaría que “fueran las acciones del próximo gobierno”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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