Bajo Silvio Berlusconi, Italia fue férreo aliado de Bush y participante de la invasión a Irak. El nuevo gobierno centroizquierdista estrenado ayer parece imponer un cambio de dirección.
› Por Peter Popham *
Desde Roma
Romano Prodi se convirtió nuevamente, ayer, en el nuevo primer ministro italiano, diez años después de haber jurado por primera vez. “Es un hecho bastante notable –dijo Prodi de la coincidencia de fechas–, pero hoy no es viernes. Muchas cosas han pasado (en aquellos años), pero lo que permanece es un poderoso deseo y un esfuerzo de renovación.”
Prodi lució radiante, ayer, bajo las grandes arañas del Quirinale, el palacio presidencial, mientras el nuevo jefe de Estado de Italia, el presidente Giorgio Napolitano, tomaba juramento a sus ministros. El profesor de Economía convertido a la política, quien también cumplió funciones como presidente de la Comisión Europea, está al frente de un gobierno que incluye otros dos ex primeros ministros: Massimo D’Alema, el postcomunista ahora a cargo de Relaciones Exteriores, y Giuliano Amato, ministro del Interior. Incluye seis mujeres ministras, lo que es un record para un gobierno italiano, y suma cuatro más que en la administración de Berlusconi, aunque Prodi dijo que quería ver más mujeres ministras en el futuro. La ceremonia de ayer llegó después de días de negociaciones, mientras Prodi intentaba satisfacer a su vasta y diversa coalición, que incluye comunistas reformados y no tanto, democristianos, y los radicales anticlericales y anticomunistas del partido del Puño de la Rosa. “Es una sólida alineación”, comentó James Waiston, profesor de Ciencia Política en la Universidad Estadounidense en Roma. El hecho marca un cambio dramático con el anterior gobierno de Silvio Berlusconi, una coalición de populistas de derecha (Forza Italia), posfascistas (Alianza Nacional y separatistas xenófobos (Liga del Norte), bajo la cual Berlusconi ingresó sin titubeos en la coalición estadounidense para invadir Irak.
“Prodi ha hecho lo que los gobiernos deben hacer, darle poder a la gente que debe tenerlo mientras trata de llevar a cabo su política. En la frase de Lyndon Johnson, hay que tener gente dentro de la carpa meando hacia afuera y no al revés.” El nombramiento clave fue el de Fausto Bertinotti, un líder comunista no reformado, presidente de la Cámara de Representantes, uno de los cuatro puestos más altos en el Estado: fue Bertinotti quien produjo la caída del gobierno en 1998.
Silvio Berlusconi, quien estaba en el Palazzo Chigi, la residencia oficial del premier, para la entrega del poder, no hizo ningún comentario del nuevo gobierno. Sandro Bondi, coordinador nacional del partido de Berlusconi, Forza Italia, dijo: “Este es un gobierno de los partidos y para los partidos, pero no al servicio del interés general del país”. Pero el profesor Walston comentó: “Es significativo que el puesto más importante, el Ministerio de Finanzas, haya ido para Tommaso Padoa Schioppa, que no pertenece a ningún partido y por lo tanto no tiene un partido que lo mandonee”. Padoa Schioppa, un economista diplomado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), es llamado el “padre fundador del Euro”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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