Hace poco, el financista húngaro George Soros dijo que no hacía falta que los brasileños voten, porque lo hacían en su lugar los norteamericanos. Entre las palabras sacrosantas de las calificadoras de riesgo en Nueva York y los terrores de Wall Street a un triunfo de Lula y la crisis económica brasileña, “contagio” de la argentina, las encuestas están empezando a mostrar un crecimiento del candidato oficialista José Serra y una caída de Luiz Inácio Da Silva. Aunque la relación no sea mecánica (sobre todo, porque la encuesta es anterior a la debacle de la semana pasada), lo cierto es que en un sondeo de la encuestadora Sensus, Lula aparece con el 36,1 por ciento (cuatro puntos menos que la del mes pasado), y Serra sube más de siete puntos, y ahora tiene el 20 por ciento. De sostenerse esta tendencia, el ballottage resultará inevitable, y frustraría el cuarto intento del líder del Partido de los Trabajadores de alcanzar la presidencia, al menos en primera vuelta.
Los alegados temores de los mercados y la fluctuación del real adjudicados a la posibilidad de que Lula sea electo sucesor de Fernando Henrique Cardoso habrían actuado como la causa directa de los resultados recogidos por la encuesta de Sensus. Así, Lula obtuvo su peor resultado en encuestas desde marzo, cuando apenas alcanzaba el 25,9 por ciento de los votos. En adelante, los sondeos no dejaron de marcar el ascenso del petista en su carrera hacia la presidencia. Y fue entonces cuando se reforzaron las versiones que auguraban una hecatombe: el propio Cardoso afirmaba que si Lula era electo presidente, Brasil corría el riesgo de una crisis similar a la argentina. Su delfín, Serra, respaldaba este discurso que azuzaba temores, presentándose como el continuador de las políticas del gobierno de su jefe. Claro que lo que los centristas del PSDB no previeron fue que la bomba estallaría antes de tiempo.
Las encuestas de mayo le auguraban a Serra el 13,3 por ciento, ubicándolo en el tercer lugar de preferencias, hasta ayer. El sondeo divulgado establece que Serra creció a 20,9 por ciento. El ex gobernador del estado de Río de Janeiro, Anthony Garotinho, cayó al 13 por ciento, frente al 16,5 por ciento en el sondeo de mayo, cuando estaba en segundo lugar. Sus bajos resultados impulsaron las posibilidades de que Garotinho se retire de la contienda, dijeron analistas. En tanto, el candidato por el Partido Socialista Popular, Ciro Gomes, ex ministro de Finanzas de Cardoso y candidato presidencial por segunda vez, alcanzó el tercer lugar con 14,3 por ciento, frente al 12 por ciento el mes pasado. La encuesta se realizó entre 2 mil votantes y fue llevada a cabo del 16 al 20 de junio. El sondeo tuvo un margen de error de alrededor de dos puntos porcentuales.
Además, Brasil se vio ayer sorprendido por un ataque con ametralladoras a la alcaidía de Río de Janeiro, tras lo cual el gobierno anunció que podría suspender algunas garantías constitucionales. El atentado fue interpretado como un “desafío” del narcotráfico. El hecho se produjo en la madrugada, cuando el edificio de 14 pisos en pleno centro de Río de Janeiro recibió más de cien disparos de fusil y ametralladora. Según la policía, se trataría de narcotraficantes, a los que las autoridades han puesto contra la pared en las últimas tres semanas, sobre todo tras la muerte de un periodista del canal de televisión O Globo a manos de vendedores de drogas. En San Pablo, en tanto, se realiza desde ayer una huelga por tiempo indefinido a la que adhieren alrededor de 50 mil empleados de transporte municipal, que exigen un aumento de sueldo. Según los voceros gremiales, esta medida de fuerza paralizó a unos 9600 colectivos y dejó sin transporte a la mayor ciudad de Brasil, en la que viven unas 16 millones de personas.