El nuevo primer ministro italiano confirmó ayer que sus fuerzas abandonarán Irak antes de fin de año y anunció un recorte del gasto al presentar su programa de gobierno. Pero Romano Prodi fue más allá y declaró que la guerra había sido “un error”.
Romano Prodi presentó ayer su programa de gobierno ante el Senado de Italia y dijo que era inevitable recortar el gasto público, con todos los sacrificios que ello comportaba. Prodi también anunció que su proyecto se basaría sobre la ética y el diálogo con la oposición y confirmó que las tropas italianas abandonarían Irak antes de fin de año, como había establecido con anterioridad el gobierno de centroderecha de Silvio Berlusconi. El propio Prodi, sin embargo, quiso dejar clara su opinión. “La guerra en Irak fue un error”, declaró.
La crítica a la guerra de Irak, interpretada como una crítica indirecta a la participación de Italia con la llamada “misión de paz” en Nassiriya, suscitó un batifondo en las bancas de la oposición. Prodi subrayó que su posición no tenía nada de extraordinario: “Me gustaría que me explicaran la diferencia entre lo que digo y lo que decía el anterior gobierno, acerca de la retirada dentro de 2006”. Pero insistió en las críticas, diciendo que la invasión estadounidense no había favorecido a la lucha contra el terrorismo y había abierto, en cambio, “una caja de Pandora”.
El nuevo presidente del gobierno pidió la confianza del Senado, que debería votar hoy, con la promesa de devolver a Italia a la primera línea de los países europeos y de impulsar una profunda regeneración ética. “Sufrimos una crisis ética –explicó–, no tienen por qué ganar siempre los más corruptos”, dijo, señalando como ejemplo “el mundo del fútbol”, hundido en un escándalo sin precedentes.
Dentro del plan de regeneración moral, Romano Prodi aseguró que su gobierno sería implacable en la lucha contra la evasión de impuestos, agravada en los últimos años, y que elaboraría una ley para resolver el “conflicto de intereses”, el eufemismo utilizado para definir los múltiples poderes políticos y económicos acumulados por Silvio Berlusconi gracias a un vaporoso marco legal hecho a medida. Garantizó que esa ley carecería de “espíritu punitivo o ánimo de venganza”, pero sería “mucho más severa” que la actual.
Il Professore se negó a secundar la tesis berlusconiana de una Italia dividida en dos. “El gobierno que se presenta hoy ante el Senado para pedir su confianza –dijo– es aquel que han votado los electores. Algunos cultivan la imagen de una comunidad nacional lacerada, pero no es así. Italia es un país muy diverso y abundante en diferencias, pero eso no equivale a un país dividido. Lo exiguo de nuestra victoria electoral no supone ninguna división.” Reiteró asimismo que su coalición se mostraría “compacta” para votar “no” en el próximo referéndum sobre la reforma constitucional federalista elaborada por Berlusconi en la anterior Legislatura y anunció “la paz” con el Poder Judicial, con el que el gobierno de Berlusconi mantuvo un enfrentamiento permanente.
Prodi prefirió no edulcorar la situación económica y presupuestaria. “Ya no hay espacio para correcciones y presupuestos suplementarios, ya no podemos hacer más milagros con la ingeniería financiera: no hay más remedio que intervenir con decisión sobre los grandes capítulos del gasto público”, proclamó. Agregó que prepararía un “plan de relanzamiento” para salir del estancamiento económico.
Hacia el final de su discurso, Prodi entonó un mea culpa por la escasez de la presencia femenina en su gobierno, muy criticada tanto por sus aliados como por el centroderecha. “No hemos conseguido alcanzar el número mínimo de ocho ministras –admitió–, pero respecto al gobierno anterior, en el que las ministras eran dos, hemos realizado, creo, un progreso sustancial.” Para corregir ese problema, indicó, era necesario “establecer normas”, en referencia a la creación de cuotas femeninas en futuras listas electorales. Sandro Bondi, coordinador de Forza Italia, comentó que el discurso de Prodi suponía “un monumento a la contrarreforma, una discontinuidad total respecto a la herencia reformista de Silvio Berlusconi”, y acusó al nuevo primer gobierno de “absoluta deshonestidad”.
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