Dom 11.06.2006

EL MUNDO  › MICHELLE BACHELET EMPIEZA A MOSTRAR SU ESTILO DE GOBIERNO EN CHILE

Luces y sombras a tres meses de asumir

El conflicto que paralizó el sistema educativo chileno durante 10 días y disparó una manifestación masiva por primera vez desde la década del ’70 mostró a una presidenta abierta al diálogo con los líderes de la protesta, pero inflexible con la tropa propia. Los chilenos no quedaron conformes.

La presidenta chilena Michelle Bachelet celebra hoy sus tres primeros meses de gobierno, pero no hubo festejos. El conflicto estudiantil que tuvo que enfrentar en las últimas semanas resultó en el deterioro de su imagen, que cayó más de siete puntos en un mes. Las críticas a su forma de gobierno y en especial al manejo de la “revolución de los pingüinos”, como se conoció la toma de colegios y paros lanzados por estudiantes secundarios en reclamo de una amplia reforma educativa, vinieron no sólo de la oposición sino también de su propia coalición partidaria, la Concertación por la Democracia.

El conflicto estudiantil desatado por los “pingüinos”, llamados así por su uniforme azul y blanco, puso en jaque el discurso de una democracia orientada a una “mayor demanda ciudadana” reiterado por Bachelet durante su campaña presidencial. En el primer desafío que tuvo que enfrentar, la mandataria socialista demostró un estilo dialoguista a la hora de contestar demandas y verticalista a la hora de arengar a su propia tropa, en este caso los funcionarios de su gobierno encargados del área educativa.

Los analistas coinciden en que el gobierno liderado por esta madre separada y con tres hijos se mostró dispuesto a conversar con los estudiantes acerca de las reformas de fondo que reclamaban. Bachelet actuó generando instancias de discusión, como el Consejo Asesor Presidencial para la educación, que tendrá que elaborar sugerencias para la reforma educativa. La otra táctica utilizada fue conceder recursos a los sectores más pobres, como el pase escolar gratuito para la gente más necesitada.

La mandataria chilena decidió además instruir a sus ministros, dando a conocer “los 10 mandamientos” (ver aparte) sobre cómo espera que sea el nuevo estilo de gobierno. Con su “decálogo”, Bachelet afirmó que quiere un gobierno que prevea y no que reaccione a los problemas. “Este es un trabajo para servir a la ciudadanía”, destacó. El mensaje de disciplinamiento no logró una mayor unión de sus tropas, sino todo lo contrario: las críticas se hicieron más fuertes. “El ‘decálogo’ fue un error, ya que debió presentarse en una reunión de gabinete y no ante la opinión pública”, afirmó Carlos Huneeus, director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC). “Bachelet es la conductora de sus ministros. Si la orquesta no toca bien, es el director quien debe asignar los instrumentos”, criticó el analista en diálogo telefónico con Página/12.

El gobierno de Bachelet no está exento de problemas. “El ejecutivo ha expresado que está orientado a la demanda ciudadana, pero al mismo tiempo ha planteado 36 metas específicas para los primeros 100 días de gobierno”, indicó el sociólogo chileno Manuel Antonio Garretón, destacando que esto genera una contradicción importante. “En teoría, esa agenda precisa –que incluye áreas como el empleo juvenil, el reajuste de pensiones y la seguridad– no deja lugar a la demanda ciudadana, sino que significa el rechazo de los temas que están por fuera de los ítem indicados.”

Sin embargo, Bachelet ha sido capaz de incorporar el conflicto educativo a la lista de prioridades. “Es una agenda definida, pero al mismo tiempo abierta porque no tiene un proyecto de conjunto”, afirmó Garretón en diálogo telefónico con este diario. Ese es justamente el talón de Aquiles del gobierno: falta una visión de conjunto. “Tenemos un gobierno sin un proyecto u horizonte que le permita interpretar lo que ocurre en la sociedad”, sostuvo el sociólogo, profesor de la Universidad de Chile. “Insistir en un gobierno de agenda y de demanda ciudadana hace difícil prever las situaciones.”

La pregunta que muchos se hacen es por qué un conflicto de esta magnitud estalló pocas semanas después de que Bachelet asumiera funciones. Una primera respuesta elaborada por los analistas es que el gobierno del ex presidente Ricardo Lagos se desarrolló en un contexto muy distinto al que enfrenta la mandataria en la actualidad. El anterior presidente comenzó su mandato con la crisis asiática a cuestas, que repercutió duramente en laeconomía chilena. Se anunciaban años difíciles. Cuando hay dificultades económicas como las que vivió el gobierno de Lagos, las demandas se restringen. El presidente chileno ganó la pelea: generó una situación económica favorable, que dejó en herencia a su sucesora. “Ningún gobierno chileno comenzó con tantos recursos económicos como Bachelet”, explicó Huneeus, director ejecutivo del CERC. “Las arcas fiscales están llenas de dinero por el alza en el precio del cobre”, indicó el analista.

El sociólogo Garretón, por el contrario, no considera el crecimiento económico como el factor clave para explicar el conflicto. “Las metas de largo plazo no se plantean al percibir que hay más recursos, sino que es un proceso más complejo”, aseguró el profesor.

El surgimiento del conflicto no tiene tampoco relación con la asunción de Bachelet, ya que el movimiento estudiantil se había planteado hace años. “La explicación hay que buscarla en la maduración interna del movimiento estudiantil y en el comienzo del nuevo ciclo escolar”, afirmó el sociólogo.

Habría tres factores que explicarían los reclamos estudiantiles: el institucional –querer cambiar un sistema educativo basado en la reproducción de las desigualdades–; el cultural –querer ser protagonista del país y darle sentido colectivo a la vida escolar–, y en última instancia el económico.

A diferencia de Lagos, Bachelet se enfrenta a pedidos de reformas profundas. Durante la presidencia de Lagos no hubo un conflicto que estableciera vínculos fuertes entre metas concretas y metas a largo plazo. Mucho menos que pusiera en cuestión la institucionalidad de la forma en que hoy se cuestiona el sistema educativo. Según los analistas, ésta es una de las diferencias clave entre el gobierno de Bachelet y el de su antecesor. “Si bien hubo conflictos con universitarios y transportistas, entre otros, eran demandas parciales y de corto plazo. Bachelet, en cambio, se enfrenta a una crítica más radical”, afirmó Garretón.

“A ningún gobierno le había tocado enfrentar una protesta social con la magnitud del conflicto educativo actual”, coincidió Huneeus. Otra de las diferencias entre ambos gobiernos es la apertura del gobierno hacia los distintos sectores. “Lagos no tuvo apertura hacia el mundo sindical y social. Bachelet sí la tiene”, apuntó Huneeus. “El énfasis del gobierno de Lagos estuvo en lo económico, el de Bachelet en la demanda ciudadana”, agregó.

El balance de los tres primeros meses de gobierno de “la Bachelet”, como la llaman en Chile, está ensombrecido por dos factores. El primero, el conflicto con los “pingüinos”. La crítica que le hizo tanto la derecha como sectores de su propia coalición de gobierno fue la lentitud en apreciar la magnitud y el sentido del movimiento estudiantil. La causa de la deficiencia en el manejo del conflicto se puede encontrar en la falta de experiencia, como les pasa a muchos mandatarios en los primeros días. “Los mandatarios deben tener tiempo para aprender su oficio”, indicó el analista Huneeus.

El segundo factor que pesa contra Bachelet es la acusación de la oposición de que muchas de las 36 metas para los primeros 100 días de gobierno no fueron cumplidas. La mandataria no tardó en elaborar su defensa: “los primeros 100 días de gobierno se cumplen el 19 de junio”, indicó Bachelet desde Haití, donde ayer prosiguió su gira internacional que ya la llevó a Estados Unidos y Jamaica. “Nosotros vamos a cumplir”, aseguró desafiante.


Informe: Virginia Scardamaglia.

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