EL MUNDO › LA NOVELA DEL VIAJE SECRETO DE BUSH A IRAK
Para cubrir su propia escapada, el presidente Bush le dijo a su gabinete que se iba a dormir. La Casa Blanca emitió un comunicado engañoso y los periodistas fueron cómplices del ardid.
El lunes por la noche el presidente estadounidense George W. Bush terminó abruptamente una reunión de gabinete en su residencia de Camp David. Dijo que estaba cansado y se iba a dormir. Sus ministros, al parecer, le creyeron. Pero Bush, muy pícaro, se disfrazó de comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo y abordó el avión presidencial Air Force One rumbo a Bagdad, en una visita tan secreta que ni siquiera el nuevo primer ministro iraquí Nuri al Maliki fue informado de ella. Sólo sabían el vicepresidente Dick Cheney, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el ministro de Defensa, Donald Rumsfeld. Tras la muerte del líder terrorista Abu Mu-ssab al Zarqawi, Bush había convocado a sus asesores más importantes para debatir en Camp David sobre la estrategia a seguir en Irak. Se suponía que el presidente de Irak iba a hacer un aporte a la reunión vía teleconferencia.
Con ese fin Al Maliki y su gabinete se trasladaron a la embajada estadounidense en la “Zona Verde” de Bagdad, el área con mayores medidas de seguridad. Recién cuando el helicóptero que trajo al mandatario estadounidense tocó tierra en el lugar, Al Maliki se enteró de que la entrevista con Bush sería en persona.
Fue el segundo viaje de Bush a Bagdad, y tuvo ribetes de novela de espionaje. Para encubrir la visita sorpresa, la Casa Blanca emitió un comunicado que a la postre resultó una pantalla de humo, ya que señalaba que el presidente estadounidense durante los dos días siguientes se encerraría en Camp David para analizar los próximos pasos de Estados Unidos en Irak y apoyar al nuevo gobierno iraquí.
Pero el lunes a la tarde Bush manifestó que estaba cansado y que se iría a dormir. El mandatario norteamericano es conocido por su hábito de acostarse temprano. En cambio, 15 minutos después se encontraba a bordo de un helicóptero que lo llevaba a la base de la fuerza aérea Andrews, en las afueras de la capital norteamericana, donde abordó el Air Force One para dirigirse a Bagdad. Pocas horas antes de la partida de Bush, periodistas que cubren la Casa Blanca fueron contactados individualmente en restaurantes, cafés y en sus hogares para informarles que viajarían con Bush a Irak y que no podían decirle a nadie de su viaje, ni siquiera a sus esposas. El lunes, los periodistas –despojados de sus teléfonos y dispositivos de comunicación– fueron trasladados en autobús a la base aérea militar dando un rodeo para no llamar la atención. Luego abordaron el Air Force One, que esperaba estacionado en las sombras, lejos de las luces de la terminal.
A las 9.07 pm Bush subió al avión y anunció a los periodistas a bordo que “El potus ya está a bordo”, usando el nombre en clave del servicio secreto para nombrar al presidente de Estados Unidos. Al llegar a Bagdad, Bush abordó un helicóptero y seis minutos después aterrizaba en la “Zona Verde”. Al Maliki también fue llevado en un helicóptero Nighthawk a la embajada de Estados Unidos junto a sus ministros de Defensa, Abdelk Kader Mohamed Jassem, de Interior, Jawad Pulani, y del Petróleo, Hu-ssein Al Shahristani.
En la reunión que mantuvieron en la embajada, Bush remarcó es Maliki quien manda en Irak. “La decisiones que tomen usted y su gabinete determinarán si su país tendrá éxito o no, si puede gobernarse por sí mismo, puede defenderse, puede sostenerse. La responsabilidad queda en sus manos”, le dijo Bush. Maliki, según fuentes norteamericanas, le devolvió la gentileza al presidente estadounidense: “Estamos determinados y debemos vencer al terrorismo con la ayuda de Estados Unidos”, dijo, y agradeció “el sacrificio” del pueblo norteamericano, que todos los soldados retornarán a su país con “gratitud por lo que han ofrecido, el sacrificio”.
En las cinco horas en que el jefe de la Casa Blanca estuvo en Bagdad, además de la arenga a sus aliados iraquíes, aprovechó para visitar tropas, conversar con los comandantes y almorzar con los soldados. Esta vez no se fotografió con un pavo de plástico como en su visita anterior en noviembre del año pasado. Bush llegó acompañado por su jefe de gabinete, Josh Bolten; su consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, y su portavoz, Tony Snow, entre otros.
La visita relámpago se produjo en medio de una ola de violencia que no parece tener fin. Ayer cinco atentados con coche bomba produjeron la muerte de 27 personas en la ciudad iraquí de Kirkuk, al norte de Bagdad. El gobierno iraquí prometió mano dura contra el terrorismo y anunció que prohibirá portar armas en Bagdad.
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