Alvaro Uribe tuvo un día muy agitado ayer en Washington. Primero, se reunió con su par, George Bush, para dar por terminada la negociación del Tratado de Libre Comercio. Ambos se comprometieron a enviar el acuerdo a los dos Congresos. El otro objetivo de la visita fue comunicar el pedido de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para extender el acuerdo de preferencias arancelarias que otorga Estados Unidos a los países andinos a cambio de su ayuda en la lucha contra el narcotráfico, y que vence a fin de año. Pero ésta no fue la única prórroga que pidió Uribe ayer. El mandatario se debía reunir con legisladores estadounidenses que deben aprobar la renovación del Plan Colombia, que también caduca este año. Este programa de lucha contra el narcotráfico concentra la mayor parte de la asistencia financiera que recibe el país desde Washington. Anoche Uribe debía convencer a los congresistas de que el Plan Colombia está dando buenos resultados. En el marco del debate presupuestario, los demócratas cuestionan la efectividad del programa, ya que el consumo de cocaína no decae en Estados Unidos. Además, el mandatario colombiano tiene la difícil misión de rechazar las recientes denuncias de sindicatos sobre violaciones sistemáticas a los derechos humanos en su país. El Congreso estadounidense considera el respeto a los derechos humanos como una condición necesaria a la hora de otorgar ayuda económica a otro país.