Ehud Olmert reiteró en París su intención de fijar los límites de Cisjordania. Pero para Chirac no hay soluciones unilaterales. El plan, en principio, tenía el visto bueno de George Bush y Tony Blair.
Dos visiones desencontradas sobre la solución al conflicto israelopalestino expusieron ayer en París el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro Israelí, Ehud Olmert. Mientras el jefe del Estado abogó por la reanudación de las negociaciones con los palestinos, Olmert, en cambio, reiteró que el plan destinado a fijar de manera “unilateral” las fronteras de Israel “no se puede parar” y que éste constituye “lo máximo que Israel puede aceptar”. Esta posición contrasta abiertamente con el esquema defendido por la diplomacia francesa, para la cual toda idea de una decisión unilateral es contraria a una solución equitativa.
Ehud Olmert dejó entrever en la capital francesa que su plan había recibido el apoyo explícito del premier británico, Tony Blair, y del presidente norteamericano, George W. Bush. El jefe del gobierno israelí manifestó, sin embargo, su deseo de negociar con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, con quien piensa encontrarse entre finales de este mes y principio de julio. En este contexto, Olmert dijo estar a favor de que Abbas gane el referéndum palestino previsto para el próximo 26 de julio. Esta consulta llama a los palestinos a pronunciarse sobre el fin del terrorismo y el reconocimiento del Estado de Israel. Se trata, de hecho, de una manera de validar en las urnas algunos puntos clave que el gobierno palestino dirigido por el grupo fundamentalista Hamas no quiere aceptar. En los últimos días hubo choques entre militantes de Al Fatah –que lidera Abbas– y de Hamas tras la decisión de esta organización islámica de no apoyar la consulta popular. Israel sigue imponiendo tres condiciones previas a toda reanudación de las negociaciones con los palestinos: cese del terrorismo, respeto de los acuerdos firmados entre la Autoridad Palestina e Israel y reconocimiento de la existencia del Estado de Israel.
A pesar de las frases consensuales y de un proyecto de cumbre entre Abbas y Olmert, nada indica que el Estado de Israel cambie el rumbo de su política, ya fijado por las promesas electorales que llevaron a Olmert al poder. El jefe del Ejecutivo israelí repitió en París que no evacuaría los asentamientos israelíes situados en torno de Jerusalén, que tampoco renunciaría a las colonias israelíes desplegadas en el Valle del Jordán y que no haría ninguna concesión sobre la soberanía israelí en el Monte del Templo y en la ciudad Vieja de Jerusalén. El margen de negociación de los palestinos es tanto más estrecho cuanto que la victoria de Hamas en las elecciones de enero pasado aisló a la misma Autoridad palestina. La comunidad internacional reaccionó bloqueando la mayoría de las ayudas suministradas a la administración palestina.
En lo concreto, París pone en tela de juicio la imposición unilateral de la frontera oriental de Cisjordania. Unos 240 mil colonos judíos viven hoy en 120 colonias repartidas a través de Cisjordania. El plan Olmert prevé desmantelar 70 de esas colonias y reagruparlas en grandes bloques de colonias anexadas al territorio israelí.
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