Dom 30.06.2002

EL MUNDO

“El Manfred”, “El Gringo”, El Diablo y el tránsfuga pelean hoy por Bolivia

Manfred Reyes Villa, Gonzalo Sánchez de Lozada y Jaime Paz Zamora hicieron una campaña muy aburrida, hasta que el campesino Evo Morales empezó a surgir. Esta es una guía a las elecciones de hoy.

La campaña electoral para las elecciones presidenciales de hoy en Bolivia transcurrió en una gran apatía y, más allá del favoritismo de un peculiar Manfred Reyes Villa, de la Nueva Fuerza Republicana (NFR), los votos están dispersos: es casi un hecho que alguno de los dos ex presidentes más recientes del país, Gonzalo Sánchez de Lozada y Jaime Paz Zamora, deberán disputar con “el Manfred” el apoyo del Congreso para convertirse en presidente. Por eso, el embajador norteamericano Manuel Rocha quizá pensó que había que poner pimienta a la elección: amenazó con la suspensión de la ayuda de su país a Bolivia si el presidente electo es el líder cocalero izquierdista Evo Morales, ganándose el repudio de la clase política boliviana: las declaraciones del embajador “lo ayudarán”, según señaló el politólogo Jorge Lasarte a Página/12. El oficialismo, heredero del ex dictador Hugo Banzer Suárez, muerto hace dos meses, ausente: su candidato Ronald Mac Lean está quinto en las encuestas. “Estamos ante la transición hacia otro sistema”, dijo a este diario el analista Carlos Toranzo.
Todos los candidatos a la elección de hoy tienen un perfil muy particular, comenzando por Reyes Villa. Cuatro veces alcalde de Cochabamba, este ex militar de 47 años se propone como “un político nuevo”. Pero la política no es nueva para él. Reyes Villa fue edecán del general Luis García Meza, que encabezó la “narcodictadura” que medió entre el fin de la dictadura de Banzer y el retorno a la democracia en 1985. En 1997 fundó el NFR, y ofreció su apoyo parlamentario al gobierno de Hugo Banzer, electo ese mismo año. Dueño de una fortuna que nadie sabe cómo amasó, el escándalo más reciente del “Manfred” es su vinculación con la Secta Moon, por la cual tuvo que reunirse con los jerarcas de la Iglesia Católica para lavar su imagen. Su perfil político parece el de un populista de derecha: habla de una “solución nacional” de los problemas bolivianos, pero las preferencias de EE.UU. están entre él y Sánchez de Lozada.
Del otro lado del espectro político está el diablo, según Washington: Evo Morales. Líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Morales ganó un escaño parlamentario en 1997 con más del 70 por ciento de los votos, representando al Chapare, la principal región cocalera del país. Es allí donde el gobierno de Banzer centró su ofensiva, financiada por Estados Unidos, para erradicar las plantaciones de coca. En enero, Morales, Premio Khadafi a los Derechos Humanos en el 2000 y candidato al Premio Nobel de la Paz en 1995, fue expulsado del Parlamento por haber presuntamente instado al asesinato de tres militares ese mes. Evo Morales y el líder indígena Felipe Quispe tuvieron en jaque al gobierno de Banzer entre 1999 y 2001. Los conflictos sociales en Bolivia por la lucha antidrogas, las privatizaciones y una crisis económica importante sólo mermaron durante la breve administración de Quiroga.
Entre Reyes Villa y Morales están dos ex presidentes que representan a dos partidos tradicionales: Gonzalo Sánchez de Lozada, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), y Jaime Paz Zamora, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Sánchez de Lozada, alias “Goñi” o el “Gringo” por su acento luego de una prolongada estancia en Estados Unidos, fue el ministro de Economía del gobierno de Víctor Paz Estenssoro, que desde 1985 inició un proceso de privatizaciones que marcó la entrada del neoliberalismo en Bolivia. El caso de Paz Zamora es atípico: en los ‘70, fundó como estudiante el MIR para combatir la dictadura de Banzer, y en 1989 llegó a la presidencia apoyado por el ex dictador. No sólo eso: en 1985, Paz Zamora le dio los votos a Paz Estenssoro para que no ganara Banzer, pero en 1997, sí se los dio para que accediera por las urnas a lo que en 1971 había accedido por las armas.
“Es que éste es un dato a tener en cuenta en Bolivia: cualquiera se alía con cualquiera, y esto también puede ocurrir ahora”, razona Toranzo. Las encuestas le dan al “Manfred” entre un 20 y 26 por ciento, en una baja constante, y un 17 por ciento al ascendente “Goñi”. Algunos consideran que Sánchez de Lozada saldrá primero. Pero las intenciones de voto de Paz Zamora están apenas por debajo de las de “Goñi” (13 al 16 por ciento), y Evo Morales, con un 12 por ciento, puede salir tercero y hasta segundo. Y en el sistema político boliviano, la fuerza del tercero en cuestión es preponderante, porque si ninguno de los candidatos obtiene más del 50 por ciento de los votos, los diputados y senadores electos deben decidir entre los primeros, con lo cual los votos del tercero, y hasta el cuarto si la dispersión es muy alta, terminan definiendo el empate. Así funcionó, rotando, el triángulo Banzer-Sánchez de Lozada-Paz Zamora.
Entonces empiezan las especulaciones. “Esta elección va a ser igual de pareja que las anteriores, y ya quedó demostrado que las alianzas del primero o del segundo con el tercero terminan siendo frágiles –razona Toranzo–, por lo que no habría que descartar un acuerdo entre Reyes Villa y Sánchez de Lozada para formar gobierno.” Lasarte estima que esta alianza aún puede seguir siendo frágil y que haría falta que entrara el MIR de Paz Zamora, también, en el gobierno”, pero esta opción tiene sus problemas: “Le dejarían la oposición entera a Evo (Morales), que está en ascenso, pero por otra parte, Paz Zamora y Sánchez de Lozada, muy desprestigiados, no pueden pasar a la oposición porque se destruirán muy pronto”. Todos estos tejes y manejes parecen excluir el hecho de que los candidatos representen alternativas distintas, si hay que hacerle caso a la campaña: Sánchez de Lozada confía en las inversiones extranjeras para sacar al país de la crisis, mientras Paz Zamora propone ciertas reestatizaciones y aumento del gasto público y Reyes nada en la indefinición.
“Hace rato que vivimos en Bolivia un aburrido centrismo político. Las propuestas electorales son más electorales que propuestas”, señala Toranzo. Para Lasarte, “esta elección marca el comienzo del fin de un sistema de partidos que será modificado, y la reforma constitucional ya está en marcha. El NFR, el MNR y el MIR representan lo mismo, y sólo Evo Morales aparece como algo distinto, aunque muy lejos de constituir una opción real de poder”. Toranzo coincide: “Evo Morales es una figura muy importante para este sistema porque está adentro y afuera. Es líder de un partido, pero sobre todo de un sindicato. Aquí va a comenzar una refundación. El NFR es una coalición electoral más que un partido, el MNR y el MIR están en decadencia, como el resto de los pequeños partidos”.
Del gobierno de Banzer-Quiroga quedan algunos temas pendientes, del cual el principal es el futuro de la lucha antidrogas sostenida por Estados Unidos, por tratarse del nexo con el principal problema del país, que es una verdadera bomba de tiempo: la crisis económica y social. Bolivia tiene un déficit fiscal de 700 millones de dólares, una desocupación del 12 por ciento y seis de cada 10 personas viven debajo de la línea de pobreza. La resistencia social es muy alta, y Estados Unidos pide más de eso que genera resistencia: la lucha antidrogas. De ahí la presión del embajador norteamericano sobre Evo Morales. “Le agradezco a Rocha. Es mi mejor jefe de campaña”, ironizó Morales el jueves. Pero si Morales llega a salir tercero, convirtiéndose en el árbitro de esta elección, quizás Rocha comience a cumplir otro papel.

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