EL MUNDO › SIGUEN LOS BOMBARDEOS EN GAZA Y EL LIBANO, Y LOS MISILES DE HEZBOLA EN HAIFA
A las operaciones militares y las muertes de civiles se sumaron amenazas de Al Qaida. Un ministro israelí dijo que el mundo apoya la ofensiva lanzada por su país. En Palestina sigue la disputa entre las facciones árabes.
Israel no se rinde y sigue atacando al grupo islamista Hezbolá en el Líbano. A pesar de haber tenido un día negro el miércoles, con la muerte de 14 soldados en una emboscada, el gabinete de seguridad israelí se pronunció ayer por intensificar los bombardeos aéreos y llamó a nuevos reservistas. Lo hizo envalentonado por la tibieza de la conferencia internacional de Roma, de la cual interpretó un mensaje de apoyo para la continuidad de la guerra. Mientras tanto, la red terrorista Al Qaida prometió atentados de represalia contra Israel y sus aliados. Los bombardeos continuaron también en la Franja de Gaza, donde volvió a quedar en evidencia la tensión entre los partidos palestinos.
La guerra de Medio Oriente sumó ayer un nuevo actor: la organización terrorista Al Qaida. En un mensaje de video dado a conocer ayer por la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, el número dos de Al Qaida, Ayman al Zawahiri, llamó a una alianza de los combatientes musulmanes más allá de sus diferencias sectarias. “No podemos mirar los cohetes que llueven sobre nuestros hermanos en Gaza y el Líbano, y seguir inactivos y sumisos”, dijo Al Zawahiri. “Los cohetes y misiles que destrozan cuerpos musulmanes en Gaza y el Líbano no son únicamente israelíes. Proceden y son financiados por todos los países de la alianza de los cruzados”, indicó el líder terrorista en referencia a Estados Unidos y al resto de aliados occidentales. “Así, cualquiera que haya participado en el crimen, debe pagar el precio. El conjunto del mundo es un campo abierto para nosotros. Ya que nos atacan por todas partes, atacaremos por todas partes”, agregó.
Las amenazas de Al Qaida parecieron no preocupar a la dirigencia israelí, que se reunió en Tel Aviv. Allí, el gabinete de seguridad decidió autorizar “la movilización de las unidades de reserva para reforzar el potencial militar y las capacidades de enfrentar a Hezbolá en el frente en el Líbano y en Gaza”. La mayoría de los miembros del gabinete de seguridad se pronunció asimismo por aumentar los bombardeos aéreos contra lo que consideran bastiones de Hezbolá, pero limitar los ataques terrestres y así minimizar las bajas en los combates.
Por otra parte, el jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, afirmó que el ejército israelí “infligió daños estratégicos enormes a Hezbolá”. Aviones y helicópteros israelíes realizaron ayer más de sesenta ataques contra un bastión de ese grupo en el sur del valle oriental de la Bekaa. Al menos nueve personas murieron en los bombardeos israelíes, con lo que trepó a 432 la cifra de muertos en el Líbano tras 16 días de conflicto.
Según el gobierno israelí, estas acciones fueron autorizadas implícitamente por la conferencia internacional celebrada el miércoles en Roma, que fracasó a la hora de fijar un alto el fuego entre Israel y el Líbano. El ministro israelí de Justicia, Haim Ramon, provocó indignación en algunas capitales europeas al declarar que “hemos recibido ayer (por el miércoles) en la conferencia de Roma la autorización del mundo para continuar la operación, es decir esta guerra, hasta erradicar la presencia de Hezbolá del Líbano y provocar su desarme”.
Hezbolá, que lanzó ayer cerca de 75 cohetes al norte de Israel, tampoco tiene intenciones de abandonar la batalla. El jefe de ese movimiento islámico, Hassan Nasrala, llegó ayer a Damasco para reunirse con el presidente sirio, Bashar Assad, y el jefe del Consejo Nacional de Seguridad de Irán, Ali Larijani, según anunció el diario kuwaití Al Seyassah. El periódico, que cita fuentes sirias “bien informadas”, afirmó que el encuentro de Nasrala con Assad y Larijani tiene como objetivo mantener la provisión de armamentos para los combatientes de Hezbolá que luchan contra las tropas israelíes en territorio libanés.
El otro frente de guerra, en Gaza y Cisjordania, tampoco fue abandonado. La aviación israelí bombardeó tres depósitos de armas y cohetes en posiciones de las facciones palestinas en el barrio de Seyayie, al noroeste de la ciudad de Gaza. Residentes palestinos informaron que antes de los bombardeos recibieron avisos telefónicos grabados advirtiéndoles del peligro y aconsejándoles que abandonaran sus casas. Los ataques dejaron tres muertos, entre ellos una anciana de 75 años y dos combatientes de 16 y 23 años de las Brigadas al Quds, el brazo armado del grupo islamista radical Jihad Islámica.
Además de los ataques, hubo tensiones a nivel político, ya que la puja entre los partidos palestinos resurgió ayer por un error de traducción. “Estamos realizando intensos esfuerzos para terminar con la captura del soldado israelí Shalit lo antes posible”, dijo el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, en una reunión con el primer ministro italiano, Romano Prodi. Las declaraciones de Abbas, formuladas en árabe, fueron inicialmente mal traducidas al italiano por el intérprete oficial del encuentro, quien dijo que el presidente palestino había afirmado que veía una “inminente solución” a la captura del soldado de 19 años, secuestrado por milicias fundamentalistas el pasado 25 de junio.
La ya complicada relación entre el gobernante partido Hamas, que no reconoce al Estado de Israel, y el del presidente de la AP, Al Fatah, volvió a tensarse tras esas declaraciones. En respuesta a la primera traducción, Abu Ubaida, un vocero del brazo armado de Hamas, negó que estuviera cerca el desenlace del caso. “Nada cambió en el caso del soldado israelí. El sigue en manos de las facciones de la resistencia y no en las manos de ningún político, ni siquiera de Abbas”, indicó el vocero.
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