Dom 06.08.2006

EL MUNDO  › BOMBAS, MUERTOS, ODIOS EN LIBANO

Diario desde el infierno

› Por Robert Fisk *

Jueves, 3 de agosto. Más amigos que preguntan si es seguro volver al Líbano. Una amiga me dice que cuando habló de volver a Beirut un pariente le tiró un libro por la cabeza. ¿Qué libro?, pregunto yo. Uno de poesía, según parece.

Viernes 4 de agosto: el día de los puentes. Abed y yo estamos en la ruta al norte de Beirut con Ed Cody, del Washington Post (un aficionado a leer a Verlaine) y nos las arreglamos para pasar por caminos de tierra a través del área cristiana de Metn. Esa zona fue inexplicablemente atacada por los israelíes, lo que sorprende, porque se supone que los cristianos maronitas del Líbano son los mejores amigos de Israel. “Le resultaría difícil creer qué enojados estamos”, me dice una mujer, mientras mira su auto destrozado, su casa destrozada, los vidrios y los escombros que cubren el camino. Un viaducto yace derrumbado en un valle, 200 metros de estructura colapsada, mientras del otro lado se ve la ruta intacta. Seguimos hasta el siguiente puente bombardeado. ¿Para qué bombardean los puentes? Volvemos a Beirut por caminos secundarios, vacíos, con las ventanillas abiertas y escuchando a los jets todavía en vuelo. Llego a la oficina de Associated Press, que comanda mi viejo amigo Samir Ghattas. “¿Y? ¿Cómo están los puentes?”, me pregunta. “A que estaban manejando rápido.” A que sí.

Hago una entrevista con la CBC de Toronto, hablo abiertamente de crímenes de guerra y nadie en el estudio canadiense lo encuentra inadecuado políticamente o estremecedor, no hay las habituales reacciones de los productores televisivos que temen ser acusados de antisemitismo si se atreven a mostrar críticas a Israel.

Enciendo la televisión y me encuentro a Hassan Nasrullah, el jefe de Hezbolá, amenazando a Israel con misiles de mayor alcance si no paran los bombardeos a Beirut. Escucho al primer ministro israelí, que dice más o menos lo mismo pero al revés.

Yo les digo a estos tipos “los que rugen”, pero me pongo a hojear mi vieja copia de El rey Lear para ver a qué me están haciendo acordar. La pego. “Haré cosas que no sé, pero que llenarán la tierra de terror.” Shakespeare podría haber sido corresponsal en esta guerra.

Sábado 5 de agosto. Muchas historias de una masiva ofensiva terrestre israelí, que resultan falsas. En el sur libanés, la ONU sospecha que los israelíes están inventando ataques para calmar a su opinión pública mientras siguen cayendo misiles de Hezbolá. Pero un amigo me llama para decirme que Hezbolá puede estar corta de cohetes. Puede ser, pienso, y pienso también en todos los puentes que todavía no volaron en pedazos.

Más fotos grotescas de muertos en los diarios libaneses. Nosotros, en el “puro” Occidente, les ahorramos a nuestros lectores estas fotos terribles, “respetamos” demasiado a los muertos como para publicarlas, aunque no los respetamos tanto cuando estaban vivos. Así nos olvidamos de la terrible furia de los árabes cuando se enfrentan a esas imágenes. ¿Qué nos estamos cocinando para el futuro? Esta mañana escribí para mi diario sobre un futuro segundo 9/11. Y me temo que voy a tener razón.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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