Dom 06.08.2006

EL MUNDO

Arranca en Bolivia la Constituyente

Sucre se vistió de gala para recibir a los delegados, Evo Morales invocó a sus antepasados y los empresarios se asustaron.

› Por Pablo Stefanoni
Desde Sucre

Sucre, capital constitucional de Bolivia y sede del Poder Judicial, se vistió de fiesta para recibir al presidente Evo Morales, que ayer dio su primer mensaje sobre el estado de la nación ante el Congreso, tradicionalmente pronunciado el día patrio –6 de agosto–, pero esta vez adelantado un día por la inauguración de la Asamblea Constituyente organizada para hoy. Miles de marchas campesinas serpenteaban por las calles, enarbolando sus tradicionales banderas multicolor (wiphalas), que contrastaban con el blanco de las paredes céntricas, de arquitectura colonial, de esta “ciudad blanca”.

Sucre también es llamada la “culta Charcas”, por la universidad cuyo resplandor iluminó los cielos de la América colonial, como reza un manifiesto de la federación universitaria local. Uno de los grupos más coloridos era el de Orinoca, el modesto pueblo natal de Evo Morales, declarado esta semana patrimonio cultural de Bolivia. Para marcar la cancha, los indígenas conformaron una “guardia originaria” o policía sindical, de 450 miembros, que le dará seguridad al presidente, no sin tensiones con la policía oficial. Hoy desfilarán luego de un rápido entrenamiento por parte de las Fuerzas Armadas, a iniciativa de Evo Morales, quien promueve un renovado pacto militar-campesino que, a diferencia del pasado, es hegemonizado por los indígenas y no por caudillos populistas uniformados.

La ciudad se veía desbordada. Los constituyentes, que llegaron hace casi una semana, se las rebuscan para conseguir un alojamiento, mientras los habitantes de Sucre se dividen entre quienes ganan con los visitantes y los que padecen el aumento de los precios impulsado por el notorio aumento de la demanda. “Nosotros estamos viendo dónde nos quedamos; por lo pronto, estamos con las organizaciones sociales, durmiendo donde se puede”, dice el indígena chiquitano y representante masista José Bailaba. La propia presidenta de la asamblea, Silvia Lazarte, les dijo a los diarios hace algunos días que no tenía dónde pernoctar.

A partir de esta semana, las organizaciones sociales –como la Central Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia– instalarán sedes en esta capital para vigilar el desenvolvimiento de la Asamblea Constituyente que, en la visión de los movimientos sociales, debe “refundar Bolivia” en el lapso de entre seis meses y un año que durarán sus sesiones. De hecho, el fuerte componente “originario” de esta instancia político-constitucional está provocando muestras de preocupación de los sectores empresariales, que temen que la voluntad por acabar con “500 años de opresión” derive en una revancha indígena. “Se ha visto una latente etnización del país, es decir, se le ha dado prioridad a todo lo que es de origen indígena y esto afecta a las empresas privadas y, por ende, a la generación de empleos en el país”, declaró el presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), Roberto Mustafá.

La presentación de Morales ante los parlamentarios, en la Casa de la Libertad, estuvo a cargo del vicepresidente de la república y presidente del Congreso, Alvaro García Linera. En su breve intervención, el matemático y sociólogo citó a Alexis de Tocqueville y cuestionó su división entre “la democracia de la igualdad y la democracia de la libertad”. El vicepresidente le dejó la palabra a la estrella de la tarde: Evo Morales. “Mañana arranca otro tiempo”, comenzó su discurso, recuperando la antigua consigna –“Ya es otro tiempo el presente”–, levantada por los caciques apoderados como Pablo Zárate, “el temible Willka” en sus levantamientos contra el colonialismo español.

En su discurso volvió a agradecerle a Néstor Kirchner por la cooperación y recordó una vez más a los militares argentinos muertos este año en un accidente aéreo en La Paz, luego de transportar al ministro de Salud, Ginés González García. Mencionó además el incremento previsto de venta de gas a la Argentina a los nuevos precios, la construcción de varios “ansiados puentes fronterizos”, de una planta separadora de líquidos (del gas) en el Chaco boliviano y dijo que están regularizando la situación de miles de bolivianos en Argentina.

Pese a su masividad, la fiesta de la constituyente tuvo cierto sabor amargo en las filas del Gobierno: ningún mandatario extranjero asistió al convite; ni siquiera el súper aliado Hugo Chávez Frías. El que sí demostró que considera a Bolivia un aliado estratégico fue el gobierno cubano que, inmerso en una profunda incertidumbre por la enfermedad de Fidel Castro, envió a su vicepresidente, Carlos Lage. “Reiteramos nuestra amistad militante e inquebrantable con el pueblo de Bolivia”, dijo al aterrizar en Sucre. Y, ante la demanda de la prensa, afirmó que el líder cubano “evoluciona favorablemente”.

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