Jue 10.08.2006

EL MUNDO  › AVANZARIA HASTA EL RIO LITANI SI NO SE FIRMA UN ACUERDO DE PAZ EN LOS PROXIMOS DIAS

Israel aprobó un plan de invasión

El debate en el gabinete duró seis horas. El operativo militar duraría un mes. Hubo un cambio importante en la conducción del ejército israelí. El líder de Hezbolá les dijo a los árabes que dejen Haifa. Israel atacó un campamento de refugiados palestinos.

› Por Sergio Rotbart
Desde Jerusalén

Tras un arduo debate de seis horas, el gabinete de defensa israelí aprobó ayer la ampliación del accionar militar en el Líbano propuesta por el ministro de Defensa, Amir Peretz, y el jefe del ejército, Dan Halutz. La decisión implica la extensión de la ofensiva terrestre hasta el río Litani, y en algunos casos incluso más allá, destinada a expeler los cohetes de corto alcance que Hezbolá dispara contra el norte de Israel. Fue apoyada por una mayoría de nueve miembros del gabinete y sin oposición, al tiempo que tres ministros se abstuvieron: Shimon Peres y Ophir Pines, que respaldaron la continuidad de los contactos diplomáticos, y Eli Yshai, quien estuvo a favor de la intensificación de los bombardeos aéreos. Olmert dudó en los últimos días sobre la dimensión propicia de la continuidad de la guerra en el Líbano, dado que todas las estimaciones indican que la estrategia elegida tendrá un alto precio en vidas de soldados.

Con todo, el operativo aprobado no será implementado de manera inmediata, con la intención de dar una oportunidad al proceso diplomático que se viene gestando en el Consejo de Seguridad de la ONU. El premier Olmert y el ministro Peretz serán los responsables de determinar el inicio de la ampliación del accionar del ejército en el Líbano y sus límites. Con respecto a su duración, según la propuesta original será de dos semanas. Sin embargo, el ministro Eli Yshai, entrevistado tras la reunión del gabinete de defensa por la agencia AP, dijo que el operativo programado se extenderá a 30 días. El alto foro, además, decidió continuar con “las acciones destinadas a profundizar el daño contra las infraestructuras terroristas en la Franja de Gaza, donde actúa el ejército”.

A la decisión del gabinete de defensa la precedió un recambio dramático en la conducción de la guerra. El comandante en jefe del ejército, Dan Halutz, designó a su segundo, el general Moshé Kaplinsky, como su “representante” en la Comandancia Norte, que es la responsable de la dirección de los combates en el Líbano. Pese a que la medida no lo explicita, de hecho implica la destitución del hasta ahora jefe del frente norte, el general Udi Adam. Y, de acuerdo con los analistas militares, expresa la insatisfacción y las críticas que altos oficiales acumularon ante el desempeño de Adam, sobre todo hacia lo que veían como dilación y dubitación en el ingreso de tropas al territorio libanés. Su neutralización y reemplazo, además, contaron con la aprobación del premier Ehud Olmert y del ministro de Defensa, Amir Peretz, pues ambos no asimilaron con agrado las declaraciones que Udi Adam efectuara a la prensa días atrás, de acuerdo con las cuales la dirigencia política habría limitado la acción ofensiva que propuso la Comandancia Norte. Según Olmert, el gobierno no ha puesto ningún obstáculo a las iniciativas que le ha presentado el ejército.

Si bien, por un lado, el cambio en la cúpula militar, ocurrido en un momento crucial del desarrollo de la guerra en el Líbano, no ayuda a transmitir confianza a los subordinados y al público israelí, por el otro fue un paso inevitable destinado a reforzar las posibilidades del éxito de una nueva ofensiva terrestre. La designación del subcomandante en jefe del ejército, Moshé Kaplinsky, como “coordinador de los esfuerzos del ejército en tierra, aire y mar en el escenario libanés”, hubiese carecido de sentido sin la consiguiente aprobación de la cúpula política a los nuevos planes operativos que le presentó la dirigencia militar. Si su predecesor, Udi Adam, actuó con cautela y lentitud con la intención de evitar bajas masivas y la repetición del síndrome (forjado al calor de la conquista de 1982-2000) del “empantanamiento en el territorio libanés”, Kaplinsky intensificará la penetración de tropas hasta más allá del río Litani.

El ministro de Defensa, Amir Peretz, que viene apoyando la idea de “conquistar el sur del Líbano hasta el río Litani” desde hace una semana, explicó que el peligro de esta guerra radica en que “puede convertir las katyushas en un arma estratégica”. Contra esa amenaza, Peretz propuso “la conquista de los espacios de lanzamiento hasta la obtención del máximo logro en el terreno diplomático, que puede, además, devolver la Katyusha a su status de arma exclusivamente táctica”. Por su parte, el primer ministro, Ehud Olmert, adoptó una posición ambivalente respecto de la iniciativa de su par libanés, Fouad Siniora, que propone el emplazamiento de 15 mil efectivos del ejército del Líbano en el sur del país. Olmert dijo que se trataba de “un paso interesante, que tenemos que estudiar”, pero además mencionó la posibilidad de ampliar el accionar militar (antes de que fuera aprobada).

La idea del premier libanés no puede ser rechazada abiertamente por el gobierno israelí, que hace años viene reclamando del Líbano la imposición de su soberanía en el sur del país. Pero los riesgos y las desventajas se acrecientan, mirados desde Jerusalén, cuando se evalúan los aspectos operativos de la propuesta: ¿cuál será la capacidad del ejército libanés para imponer su autoridad al Hezbolá?, ¿qué hay con el desarme de la organización proiraní, como lo exige la resolución 1559 de la ONU? Los dos puntos que pueden neutralizar el poder del Hezbolá, por otra parte, se refieren al intercambio de prisioneros y a la retirada israelí de las Granjas de Shaba. Pero Israel no está dispuesta a tratar ningún tipo de negociación (indirecta, por cierto), sino que exige la devolución inmediata de los soldados secuestrados en el norte de su territorio. Sobre este punto hablaron David Walsh, el enviado norteamericano en la zona, y Yoram Turbovitch, ayudante del premier Olmert. El primero le explicó a su interlocutor la importancia que tendría una renuncia por parte de Israel en el tema de las Granjas de Shaba para preservar el frágil gobierno de Siniora. El representante israelí le contestó que no es tiempo de renuncias.

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