Dom 20.08.2006

EL MUNDO  › LA GUERRA FUE FUNCIONAL A DAMASCO Y TEHERAN

Irán pudo probar sus misiles

› Por Robert Fisk *
Desde Beirut

En los casi vacíos salones baasistas de Damasco, a menudo la realidad parece muy alejada. Pero fue un indicio de los tiempos que corren que el presidente Bashar al Assad fuera capaz de que las vacas sagradas de Damasco se pusieran de pie por el simple hecho de decir la verdad –algo que ningún otro líder árabe quiso hacer en las últimas cinco semanas–: que el grupo guerrillero libanés Hezbolá había efectivamente ganado este round de su guerra con Israel.

Había mucha exageración en el discurso de Assad. Un conflicto que costó más de mil vidas de libaneses civiles no puede llamarse una “batalla gloriosa” –según las propias palabras de Assad–, pero por lo menos reflejaba más realidad que su contracara en Washington, George Bush, quien, llevado por una falsa ilusión o su amor por Israel, declaró que Hezbolá había sido derrotado en el Líbano. La “victoria” de Israel en el Líbano debe sumarse presumiblemente a nuestras famosas “victorias” en Irak y en Afganistán. Siria e Irán, según Bush, fueron responsables del “sufrimiento” del Líbano –que contiene las semillas de la verdad ya que Hezbolá provocó esta guerra al capturar a dos soldados israelíes y al matar a otros tres el 12 de julio– aunque no eran la fuerza aérea siria ni la iraní las que estaban masacrando convoyes de refugiados civiles inocentes en el Líbano estas últimas cinco semanas. De manera que el presidente Assad debe haber disfrutado de su pequeña perorata ayer en Damasco.

“Esta es una administración (Estados Unidos) que adopta el principio de guerra preventiva que es absolutamente contradictorio con el principio de paz”, dijo. “Consecuentemente, no aceptamos la paz pronto o en un futuro predecible.” Assad puede decir eso otra vez. En realidad, no hay señales de que Hezbolá tenga la intención de “desarmarse” bajo los términos de las Resoluciones 1559 y 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, como tampoco Israel está dispuesto a acatar la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU y retirarse de los territorios árabes que ocupó en 1967. Sin embargo, está claro que el presidente Assad se ve a sí mismo nuevamente en el centro del poder árabe después de la retirada humillante de su ejército del Líbano el año pasado. No hay más necesidad de derrotismo entre los árabes, dijo –un sentimiento que es ampliamente compartido en el mundo árabe real, pero bastante ausente de la fantasía del presidente Bush de Medio Oriente–. Que sea Siria, de todas las naciones, la que puede declarar esto y recibir tanto aplauso probablmente dice más sobre Washington que sobre Damasco. Y es, por supuesto, el regreso a los Altos del Golán sirios ocupados por israel –ver Resolución 242 de la ONU– lo que está detrás de esta desastrosa guerra.

La verdad es que Israel abrió su ataque al Líbano afirmando que el gobierno libanés era responsable del ataque de Hezbolá –y claramente no lo era– y que sus acciones militares podrían lograr la liberación de los dos soldados capturados. En esto, los israelíes fracasaron rotundamente. La pérdida de 40 soldados israelíes en sólo 36 horas –y los exitosos ataques de Hezbolá contra los blindados israelíes dentro del Líbano– fueron un desastre para el ejército israelí. El hecho de que Siria pudiera gritar a todo pulmón los “logros” de Hezbolá mientras evitaba la destrucción de una brizna de pasto dentro de Siria –sólo los libaneses y los israelíes tuvieron que pagar el precio de esta guerra sucia– sugiere un cinismo que el mundo árabe todavía debe entender. Pero, por ahora, Siria ganó.

Irán, como el principal partidario de Hezbolá, claramente también piensa eso. El presidente Mohmoud Ahmedinejad, que generalmene habla mucho más de lo que piensa, condenó a los Estados Unidos por proveer a Israel con las armas que usó sobre los civiles libaneses –una declaración perfectamente cierta–. Pero no dijo que los misiles de Hezbolá venían de una nuevageneración del arsenal iraní y que ni siquiera existían durante la guerra entre Irán e Irak de 1980-88. Mientras los estadounidenses sin duda estarán interesados en evaluar la efectividad de sus armas en esta guerra –a pesar de que fueron utilizadas mayormente sobre civiles–, nadie debe dudar de que los iraníes estarán evaluando la capacidad de sus nuevos misiles Fajr y su efecto en el ejército israelí.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

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