EL MUNDO › LA TRIFULCA EN EL RECINTO DE LA CONSTITUYENTE DEJO UN HERIDO GRAVE
› Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
Después de más de tres semanas de empantanamiento, peleas y acusaciones, el Movimiento al Socialismo (MAS) logró aprobar el reglamento de la Asamblea Constituyente en la madrugada de ayer. En medio de un clima crispado, tras una batahola que dejó gravemente herido al jefe de la bancada oficialista, el ex dirigente campesino y ex senador Román Loayza, todos los partidos de derecha se retiraron del Teatro Gran Mariscal. La pelea a empujones y “chicotazos” entre los constituyentes provocó, incluso, la intervención policial y llamados por los micrófonos para que “las bancadas controlen a sus constituyentes”.
El eje del conflicto –que impidió consensuar el reglamento en la comisión respectiva– se resume en dos puntos. El primero se refiere al tipo de mayoría: el MAS quiere que la aprobación de los artículos de la nueva constitución sea por mayoría absoluta y se reserve la mayoría especial de dos tercios para el texto final, que deberá ser sometido a referéndum popular. La derecha intenta imponer los dos tercios en todas las decisiones para frenar a los masistas que cuentan con la mitad más uno de las bancas (142 sobre 255). La segunda divergencia concierne al carácter de la convención: el oficialismo promueve una Asamblea Constituyente “originaria y plenipotenciaria” y la oposición quiere una Asamblea “derivada”, es decir sometida al orden institucional vigente. Pero en los últimos días, las peleas se introdujeron en las propias filas del MAS, dividido entre la mayoría campesina (aproximadamente el 60 por ciento del bloque) y un pequeño grupo de intelectuales de clase media. Los medios hablan de un “ala radical”, liderada por Loayza, y otra “conciliadora”, que respondería a Raúl Prada Alcoreza, un filósofo seguidor del italiano Toni Negri, elegido por la zona sur de La Paz. Lo cierto es que las relaciones entre indígenas y “clasemedieros” son tensas, erosionadas por desconfianzas y recelos no siempre verbalizados.
El jueves por la tarde el MAS cerró filas hacia el plenario. Fue el inicio de una sesión larga y cargada de nerviosismo. El debate duró horas y, cuando la presidenta Silvia Lazarte comenzó a leer el proyecto de reglamento para la votación, los constituyentes de Podemos, del ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga, comenzaron a gritar “¡dictadura!”, mientras golpeaban sus pupitres con botellas de agua y algunos tocaban silbatos. Poco después, un grupo subió al palco para increpar a Lazarte, e igual actitud tomaron los masistas para defender a la dirigente indígena. Allí ocurrió el hecho trágico que dejó a Román Loayza al borde de la muerte, cuando el jefe de la bancada socialista retrocedió y cayó casi tres metros por la fosa para la orquesta del teatro, pegando con la nuca contra el suelo. El médico de turno que lo atendió en el hospital gastroenterológico informó que Loayza tiene un trauma de cráneo grave y una contusión hemorrágica con lesiones a nivel encéfalo. En la tarde de ayer fue trasladado a Santa Cruz de la Sierra –aún inconsciente– y su pronóstico era reservado al cierre de esta edición.
Luego de unos momentos de confusión, Lazarte apeló a la fibra íntima de los constituyentes: “No se asusten, los campesinos estamos acostumbrados a levantar cadáveres de nuestros hermanos para llegar hasta aquí y tenemos el mandato de avanzar en esta Asamblea Constituyente”.
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