EL MUNDO › BUSCA ESTABILIDAD PARA EL PERU
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
A poco más de un mes de haber iniciado su segundo gobierno, Alan García todavía puede disfrutar de ese período de gracia que tienen los nuevos presidentes. Juegan a su favor la debilidad de la oposición y la estabilidad y bonanza de las cifras macroeconómicas. En su contra, como una amenaza latente a la gobernabilidad del país, están la pobreza y la exclusión social, especialmente en las zonas andinas, y el hartazgo de la población con una clase política desprestigiada. Por ahora, esas amenazas parecen estar como adormecidas, calmadas por las expectativas de cambio ante el inicio de un nuevo gobierno. Pero puede ser una tregua frágil.
La apuesta de García pasa por combinar el continuismo del modelo neoliberal con el impulso a la inversión en políticas de asistencia social como fórmula para calmar las demandas de la población.
“Esa es una apuesta peligrosa porque no enfrenta los problemas de fondo, que son la falta de empleo y la exclusión económica y social que genera el modelo neoliberal, y porque se sustenta en la actual situación de bonanza de las exportaciones de minerales, lo que le permite al gobierno financiar las políticas asistencialistas que ha anunciado. Pero cuando esos precios caigan en el mercado internacional estallará el descontento social porque no se habrá hecho nada por resolver los problemas de fondo”, le dijo a Página/12 Carlos Reyna, politólogo y catedrático de la Universidad Católica.
En el primer gobierno de García, entre 1985 y 1990, el crecimiento de la subversión armada y la guerra sucia desarrollada desde el Estado, y una desbocada hiperinflación, junto a una extendida corrupción, crearon una grave crisis de gobernabilidad. En su segundo gobierno, García ha buscado, y conseguido, el apoyo de los empresarios, organismos financieros, de la derecha y medios de comunicación que en su primer gobierno lo pusieron contra las cuerdas y lo dejaron al borde del nocaut. Ahora García apuesta por la gobernabilidad aliándose con sus antiguos enemigos. “En su primer gobierno García no tuvo una política consistente y dio virajes muy radicales –como pasar de anunciar el no pago de la deuda externa a pedirle casi de rodillas al FMI que se entienda con él– y su volubilidad y falta de coherencia para gobernar fueron la fuente de inestabilidad y crisis de su primer gobierno. Para su segundo gobierno García sí tiene una política consistente, que es mantener el modelo neoliberal. Ahora los problemas de gobernabilidad pueden aparecer, por el lado del agotamiento del modelo económico”, señala Reyna.
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