Lun 18.09.2006

EL MUNDO  › A DIAS DE LAS CONVERSACIONES CON EL GOBIERNO SOCIALISTA ESPAÑOL

ETA da un inesperado giro al proceso

Los presos de la organización separatista vasca piden que no se los use como moneda de cambio en las negociaciones de paz.

› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid

Pocos días antes de que comiencen las conversaciones de paz entre el gobierno español y ETA, los dirigentes del grupo separatista vasco que se encuentran en prisión irrumpieron ayer con un comunicado en la página web del diario Gara, con el que dan un inesperado giro al proceso. Coincidiendo con las multitudinarias manifestaciones pidiendo que los presos vuelvan a las prisiones de la región, que se realizaron simultáneamente en cinco ciudades del país vasco (Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Pamplona y la localidad vascofrancesa de Baiona), los detenidos, agrupados bajo el nombre de Colectivos de Presos Políticos Vascos, advierten que no van a dejar que se los utilice para vaciar de contenido el proceso y rechazan que su eventual puesta en libertad pueda ser utilizada como moneda de cambio en las negociaciones que se avecinan.

Los presos exigen que se superen los motivos por los cuales ellos emprendieron la lucha que los llevó a la cárcel y rechazan cualquier solución que no contemple la territorialidad y la autodeterminación del País Vasco. Con este golpe de efecto inesperado y que rompe el guión establecido por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para llevar adelante las conversaciones de paz, ETA advierte que el proceso tiene, antes que nada, un aspecto político ineludible y que el anuncio de su voluntad de dejar las armas no se ha hecho con el fin de obtener la libertad de sus dirigentes detenidos en España y Francia. El comunicado, que al momento del cierre de esta edición no había sido todavía evaluado por los principales partidos españoles, se ha emitido en medio de un aumento de la tensión política que se ha traducido en un retorno de la tan temida “kale borroka”, la lucha callejera de los sectores sociales ligados a ETA, conocida también como la “intifada vasca”.

Cuando ETA anunció el comienzo de la tregua armada, el 22 de marzo pasado, pidió también a sus bases que suspendieran los ataques urbanos a instituciones y empresas privadas. El grupo separatista trató de demostrar de esta manera que tenía la situación bajo control, incluso cuando muchos sostenían que sus militantes más radicales no iban a acatar las órdenes del aparato militar en la clandestinidad.

Los episodios de violencia callejera volvieron a hacerse cotidianos durante los últimos fines de semana, desde que el dirigente etarra Ignacio de Juana Chaos, que se encuentra en prisión desde enero de 1987, entró en huelga de hambre para reclamar por qué la Justicia no le ha permitido salir de la cárcel a pesar de que en febrero de 2005 cumplió con la totalidad de su condena. De Juana forma parte de la llamada línea dura de ETA y se sospecha que ha sido él el que ha ordenado desde la prisión que se volvieran a reactivar los episodios de violencia callejera.

Si a todo este escenario se le suma la declaración de Iñaki Bilbao, otro dirigente etarra preso, emitida hace una semana en la que pedía que se continuara con la lucha armada, la lectura de lo que está ocurriendo comienza a hacerse más clara: los sectores más radicales de ETA están tratando de llevar las conversaciones de paz a un plano político que incluya la independencia del País Vasco en la negociación, algo que con toda certeza rechazará el ejecutivo de Rodríguez Zapatero. ETA incluso postergó el inicio de las conversaciones con el gobierno, que debían comenzar a finales de agosto, porque pretende que antes se constituya la llamada “mesa de partidos” que deberá fijar las bases de una futura negociación en torno de los márgenes de la futura autodeterminación del País Vasco.

Mientras tanto, los grupos políticos cercanos a los separatistas siguen con su pulseada con la Justicia española en su intento de mantener la presencia en las calles con movilizaciones multitudinarias como las que protagonizaron ayer en las cinco ciudades antes citadas. Las marchas de esta movida jornada de domingo se vieron precedidas de un escarceo feroz entre el entorno etarra y el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, quien fue prohibiendo a lo largo de la pasada semana todas las convocatorias a las manifestaciones cada vez que encontraba lazos entre sus organizadores y la ilegalizada Herri Batasuna, el antiguo brazo político de ETA suspendido por la Justicia española desde 2003. Finalmente hizo su aparición en escena Etxerat, una plataforma que reúne a familiares de presos etarras, que cambió incluso las consignas de las manifestaciones para que Garzón no pudiera vincularlos directamente a Batasuna.

Zapatero entendió el mensaje y ayer por la tarde, cuando cerraba el congreso de su partido en Madrid, prefirió no hacer demasiadas referencias al proceso de paz abierto y sólo se limitó a advertir que el camino hacia la paz es incompatible con la impaciencia y que la esperanza de llegar a buen puerto aún está en pie.

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