Los intentos del pontífice Benedicto XVI para poner fin a la polémica que lo enfrenta con el mundo islámico volvieron a fracasar ayer. Aunque el líder del Vaticano consiguió algunos apoyos, como el del imán de la mezquita de Roma, Sami Salem, y del rabino de esta misma ciudad, Riccardo Di Segni, los sectores más radicales continuaron demandando una disculpa formal. El líder religioso de mayor rango en los territorios palestinos, el muftí de Jerusalén, Mohammed Hussein, pidió otra vez una disculpa “definitiva, clara y personal”.

El cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, se reunió ayer con Salem y Di Segni –a pedido de Benedicto XVI– para intentar bajarles el tono a las críticas que provocaron sus declaraciones sobre el Islam. Citando un texto medieval de un emperador bizantino, el Papa calificó a esta religión como “maligna e inhumana”. “Para nosotros, el caso está cerrado”, afirmó Abdalá Raduan, secretario del Centro Cultural Islámico de Roma y representante de la comunidad musulmana en Italia. “La hora del diálogo entre las religiones ha llegado”, coincidió esperanzado Salem.

Los clérigos más radicales, sin embargo, piensan diferente. El reconocido jefe de la Unión Mundial de Ulemas (Sabios) Islámicos, el jeque egipcio, Yusef al Qaradaui, instó a todos los musulmanes a convertir el próximo viernes, el último antes del inicio del Ramadán, en una jornada de furia. El predicador, convertido en estrella mediática a través de sus discursos difundidos en el canal qatarí Al Jazeera, se ha convertido en el principal interlocutor de los miles de musulmanes alrededor del mundo, que todavía demandan una disculpa del Papa.

A pesar de que Al Qaradaui instó a manifestar de forma pacífica, la violencia no ha cesado en los últimos días. El epicentro de los disturbios sigue siendo el territorio palestino, en donde varias iglesias han sido atacadas. Ayer, un grupo palestino, hasta ahora desconocido, amenazó con tomar represalias contra la minoría cristiana en Gaza.