El presidente Hu Jintao destituyó al líder del Partido Comunista en la capital económica, Chen Liangyu, por el supuesto desvío de cientos de millones de dólares del fondo de pensiones para invertirlos ilícitamente en el sector inmobiliario. Su salida es percibida como un signo de fortalecimiento de Hu Jintao.
› Por José Reinoso *
Desde Pekín
El máximo líder del Partido Comunista Chino –PCCh– en Shanghai y miembro del Politburó, Chen Liangyu, ha sido destituido de todos sus cargos, acusado de corrupción, según informó ayer la agencia oficial Xinhua. La expulsión del funcionario de más rango que se produce en China en más de una década tiene lugar cuando el partido se prepara para celebrar el año que viene un congreso clave, en el que el actual presidente, Hu Jintao, deberá cimentar su posición. Chen formaba parte de la vieja guardia del anterior presidente Jiang Zemin, arremolinada en torno de la llamada facción de Shanghai.
La Comisión Central para Inspección de la Disciplina acusa al político de la capital financiera china de incumplir “gravemente la disciplina del partido, en beneficio de sus familiares”, debido al supuesto desvío de cientos de millones de dólares del fondo de pensiones de Shanghai para invertirlos de forma ilícita en el sector inmobiliario y otras infraestructuras. El escándalo ha costado ya el puesto a otros altos funcionarios de la ciudad. Chen, de 59 años, que era considerado un rival de Hu, ha sido acusado también de “beneficiar a responsables de empresas ilegales y de proteger a gente de su entorno que había violado seriamente la ley”.
La caída del secretario general del PCCh en Shanghai –uno de los puestos de mayor relevancia del país– es percibida como un signo de afianzamiento en el poder de Hu Jintao, quien ha estado impulsando las investigaciones sobre corrupción de cara al XVII Congreso del PCCh, que tendrá lugar a finales de 2007, y en el que se prevé que efectúe una reorganización de la cúpula dirigente para instalar a los acólitos que lo acompañarán en un segundo mandato de cinco años.
La especulación sobre el futuro de Chen había aumentado después de que su anterior ayudante, Qin Yu –gobernador de uno de los distritos de la ciudad–, fuera destituido a finales del mes pasado por su gestión del fondo de pensiones. Entre los investigados se encuentran también el 16º hombre más rico de China, Zhang Rongkun, presidente de la inmobiliaria Shanghai New Huangpu, y tres directores del grupo Shanghai Electric, que cotiza en Hong Kong.
La siega de cabezas gira en torno de la investigación sobre la supuesta inversión ilegal de alrededor de 3200 millones de yuanes –317 millones de euros– en operaciones especulativas inmobiliarias y de autopistas. El escándalo saltó a la luz a mediados de agosto, cuando el estatal Diario del Pueblo publicó que Zhu Junyi, director de la oficina de Seguridad Social de la ciudad, había sido despedido por aceptar sobornos y malversación. Al menos 16.000 millones de yuanes –1585 millones de euros– del fondo nacional de seguridad social –cifrado en 1,8 billones de yuanes, 178.300 millones de euros, en 2005– han sido malversados en China desde 1998.
El caso ha sido presentado por la máquina de la propaganda pequinesa como una muestra de la voluntad del gobierno de luchar contra una de las mayores lacras que sufre el país. “Chen ha creado efectos políticos malignos. Sea quien sea, y por muy alta posición que ocupe, cualquiera que viole las reglas del partido o la ley nacional será investigado de forma concienzuda y castigado”, escribía ayer Xinhua.
Chen Liangyu es el primer integrante del Politburó –el poderoso organismo de 24 miembros– que es defenestrado desde 1995, cuando el entonces secretario general del PCCh en Pekín, Chen Xitong, fue purgado y sentenciado a 16 años de cárcel por corrupción. Ha sido puesto en libertad este año por razones médicas, la razón que suelen esgrimir normalmente las autoridades cuando reducen las penas.
Según algunos observadores políticos, la capacidad de Hu Jintao de orquestar campañas contra la corrupción tanto en Pekín como en Shanghai pone de relieve que está logrando consolidar su posición, a la que accedió hace cuatro años, en medio de una lucha de poder. La capital económica china ha sido considerada hasta ahora un feudo de funcionarios fieles al anterior presidente, Jiang Zemin.
El paso por la secretaría general del PCCh de Shanghai es tradicionalmente un trampolín para cargos más altos en el gobierno central, por lo que los dirigentes intentan situar a su frente a allegados que los apoyen en el futuro. Y Chen no era un hombre de Hu, sino que era percibido como un protegido de Jiang, y aliado en los intentos del anterior presidente de mantener su influencia incluso después de haberse retirado. Algo que hizo Deng Xiaoping –arquitecto del proceso de apertura y reforma chino– y que ahora parece más difícil.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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