EL MUNDO › BENEDICTO XVI SE REUNIO CON REPRESENTANTES DEL ISLAM
“Aquí comienza un capítulo nuevo”, dijo el vaticanista del diario La Repubblica al término de la reunión entre el Pontífice y los 40 delegados musulmanes en Roma. Benedicto llamó al respeto mutuo y remarcó su estima y respeto por los creyentes del Islam.
› Por Peter Popham *
Desde Roma
En la movida más extraordinaria de su papado hasta la fecha, Benedicto XVI convocó ayer a 22 embajadores de países islámicos al Vaticano y dirigiéndose a ellos en francés les habló de su determinación de relanzar el diálogo entre cristianos y musulmanes. La reunión, televisada en vivo por la cadena árabe Al Jazeera y el Vaticano, fue el último intento del Papa de dar vuelta la página después de la dura controversia que se instaló desde que citó a un emperador bizantino que describía al Islam como “malvado e inhumano” y al profeta Mahoma como favoreciendo la conversión por la fuerza.
Un experto del Vaticano concedió que el “terremoto” causado por esas despectivas referencias había “sin duda dañado la imagen del Papa y su credibilidad en algunas partes del mundo musulmán”, pero que el discurso de ayer “repararía el daño y comenzaría a curar las heridas”. Fue la cuarta ocasión en que el papa Benedicto intentó tragarse sus palabras desde ese funesto discurso a los profesores y estudiantes de la Universidad de Regensburg en Alemania hace dos semanas. Esas palabras se hicieron tan famosas que ayer ni siquiera tuvo que mencionarlas cuando él y 40 delegados musulmanes –el resto representando a las organizaciones islámicas en Italia –estaban reunidos en el hall de los Guardias Suizos en el palacio de verano de Castel Gandolfo, al sur de Roma.
“Las circunstancias que originaron nuestra reunión son bien conocidas”, les dijo. “En este contexto particular, me gustaría volver a expresar toda la estima y el profundo respeto que tengo por los creyentes musulmanes.” Luego recordó a su audiencia lo que él llamó la “Carta Magna de diálogo musulmán-cristiano” –las palabras del Segundo Concilio Vaticano de 1965, que resumía los motivos por los cuales “la Iglesia mira a los musulmanes con respeto”–, incluyendo el hecho fundamental que el Alá adorado por los musulmanes es el único Dios viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”.
El Papa se sintió obligado a volver a las bases ayer porque no son sólo los extremistas islámicos los que se han aprovechado de sus palabras y su persona durante las últimas semanas. En Italia, normalmente la nación más reflexivamente leal al Papa, el silencio entre los políticos relevantes después del discurso de Regensburg era ensordecedor. Walter Veltroni, el alcalde de Roma poscomunista, mantuvo ostentosamente una reunión con los líderes de las diferentes comunidades religiosas, enfatizando su distancia de los comentarios del Papa. Los analistas se remitían a los primeros días del papado de Benedicto, comparando su falta de entusiasmo por el diálogo interreligioso con la del papa Juan Pablo II, señalando cómo había mandado al exilio en El Cairo al hombre responsable por mantener el diálogo vivo, el arzobispo británico Michael Fitzgerald.
A los ojos de algunos, el Papa sólo empeoró las cosas cuando comenzó a disculparse. Los papas no se disculpan; se supone que son infalibles. Se preveía un grave daño a la imagen papal dentro de la Iglesia. La reunión de ayer por lo tanto, aunque duró sólo 30 minutos, era vital. “Es una muy importante iniciativa”, dijo de la reunión, Marco Politi, el corresponsal de La Repubblica ante el Vaticano. “Aquí comienza un capítulo nuevo.”
Gerard O’Connell, un analista del Vaticano, dijo: “Trasmitió muy claramente que su interés estaba en construir puentes, no en destruirlos. Se ha dado cuenta de que ha debido clarificar dónde está situado en el diálogo interreligioso, declaró claramente que tenemos valores religiosos comunes”.
Sin embargo, el Papa también subrayó la necesidad de “reciprocidad en todas las esferas”, citando las palabras de su predecesor a 80 mil jóvenes islámicos en Marruecos en 1985, queriendo decir, entre otras cosas, el derecho de los cristianos a adorar públicamente en Arabia Saudita, por ejemplo, unos derechos que actualmente no poseen.
Las primeras reacciones recogidas entre los que participaron del encuentro en Castel Gandolfo han sido que el discurso del Pontífice convenció al mundo musulmán. “Era lo que esperábamos”, comentó el embajador iraquí Albert Edward Ismail Yelda al término del coloquio. La Unión de la Comunidad Islámica en Italia habla del encuentro como “la señal de una voluntad de diálogo que no se puede ni se debe desatender y que se encuentra siempre lista y disponible en interés de nuestra comunidad y del país en el que vivimos y vivirán nuestros hijos”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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