El vicepresidente y ministro de Obras Públicas de Afganistán, Haji Qadir, fue muerto a balazos ayer en Kabul, convirtiéndose en el segundo ministro asesinado desde que el gobierno de Hamid Karzai asumió de modo transitorio el pasado diciembre. Abdul Qadir era uno de los tres vicepresidentes afganos elegidos el mes pasado por la Loya Yirga o Gran Asamblea, que confirmó a Karzai –hasta entonces jefe de un Gabinete provisional– como presidente del Gobierno afgano para los próximos 18 meses.
Qadir fue asaltado por dos individuos que llegaron en coche al lugar cercano a su oficina e impactaron una treintena de balas contra el vehículo en el que se encontraba. El viceministro afgano, jefe de guerra de la etnia mayoritaria pashtún, a la que pertenece el 40 por ciento de la población afgana, era hasta hace poco gobernador de la provincia de Nangarhar, una de las regiones más prósperas de Afganistán. El presidente afgano, Hamid Karzai, le confió a Qadir uno de los puestos de vicepresidente del país en un plan global para alejar a los jefes de guerra de sus feudos regionales. Otro ministro (de Turismo y Aviación Civil, Abdul Rahman) había sido asesinado en febrero en el aeropuerto de Kabul, cuando se disponía a abandonar la capital afgana.
Karzai rindió homenajes a Qadir, su “segundo hombre”, en un intento de contener la insatisfacción de los pashtunes, que resisten la dominación de los tayikos, la más fuerte en el nuevo gobierno. El presidente norteamericano George W. Bush dio sus condolencias a Karzai por la muerte del vice, así como por las víctimas del bombardeo estadounidense del pasado domingo en la provincia afgana de Uruzgán. El comandante de las fuerzas aliadas, general Dan McNeil, reconoció ayer que hubo al menos 40 muertes y 117 heridos el lunes, víctimas de un operativo en busca de talibanes.