EL MUNDO › EL CANDIDATO CHAVISTA ES FAVORITO, PERO PODRIA HABER BALLOTTAGE
Con un candidato de izquierda al frente de las encuestas en el único país latinoamericano que está dolarizado y que alberga una base militar de los Estados Unidos, las elecciones de hoy definirán el alineamiento estratégico del volátil país andino.
› Por María Laura Carpineta
En pocas horas, Ecuador intentará salir nuevamente de una transición política. Los últimos tres presidentes han tenido que abandonar Quito antes de terminar su mandato. La inestabilidad se ha convertido en la única constante de un país lleno de ambigüedades. Tiene uno de los movimientos indígenas más fuertes del continente, pero la cuestión indígena no ha sido más que marginal en la campaña. Es el único país dolarizado de América latina, pero no es completamente leal a Estados Unidos. No sólo eso. El candidato que ocupa el primer lugar de todas las encuestas es un hombre de la izquierda, muy cercano al presidente venezolano Hugo Chávez.
Los resultados electorales siguen siendo una gran incógnita. La cantidad de indecisos sigue siendo alta y, como si eso no fuera suficiente, casi todos los candidatos han comenzado a advertir sobre un eventual fraude electoral –aunque ya se instaló en el país una misión de observadores de la OEA–. Por un lado, existe la posibilidad de que Correa gane en primera vuelta, alcanzando el 40 por ciento de los votos y con una diferencia de diez puntos porcentuales con respecto al segundo. Pero la gran duda es qué pasará si hay segunda vuelta. El rival del izquierdista será el empresario millonario Alvaro Noboa o el socialdemócrata moderado León Roldós. En las últimas encuestas el primero iba arriba por sólo unos puntos. El clima ayer era tranquilo, a pesar de las expectativas. La campaña, prohibida desde el jueves pasado, se colaba a través de medios alternativos como correos electrónicos y algún que otro cartel en las calles.
Estados Unidos ha observado con atención la campaña electoral y, con temor, el ascenso en las encuestas del candidato de izquierda, Rafael Correa. En el territorio ecuatoriano se encuentra la única base militar estadounidense de toda América latina. La base de Manta fue cedida por el gobierno del presidente Jamil Mahuad, durante los últimos meses de la administración de Bill Clinton, en 1999. Oficialmente, su objetivo es controlar el tráfico de droga en la zona. Pero según los analistas internacionales Simón Pachano, de Flacso en Ecuador, e Isaac Bigio, columnista del diario peruano Correo, la base es un instrumento para atacar a las guerrillas colombianas. “Las operaciones de la Fuerza Aérea estadounidense son claramente parte de la lucha antiguerrillera”, explicó en diálogo con Página/12 Pachano.
Para el investigador de Flacso, con la instalación de la base de Manta, Estados Unidos intentó involucrar a Ecuador en el conflicto interno colombiano, algo a lo que los gobiernos de Quito siempre se negaron. Estas presiones, más la alianza que se creó con Washington a partir de la dolarización de la economía en el año 2000 –también bajo el gobierno de Mahuad– comenzaron a promover un sentimiento antiestadounidense en el país. “El sentimiento antigringo no sólo creció entre los grupos de izquierda”, recordó Pachano. Muchos sectores conservadores, continuó, rechazaban las intervenciones cada vez más frecuentes de la ex embajadora de Estados Unidos durante el mandato del ex presidente Lucio Gutiérrez, Kristie Kenney. Fue durante el gobierno de Gutiérrez (2003-2005) cuando este sentimiento se expandió a casi toda la población. Sus relaciones carnales con la Casa Blanca fue un duro golpe para la izquierda y los movimientos indigenistas, que lo habían llevado al poder.
Así es como el gobierno interino de Alfredo Palacio no ha podido doblegar la oposición masiva a la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, tratado al que sí adhirieron sus vecinos, Perú y Colombia. Marchas de movimientos sociales y sobre todo de organizaciones indigenistas, ocuparon durante los últimos meses las calles de Quito intentando evitar la firma del TLC. Las negociaciones comerciales entre Washington y Quito finalmente se suspendieron abruptamente a mediados de este año, después de que la Justicia ecuatoriana, refrendada políticamente por Palacio, expropiara y expulsara del país a una petrolera estadounidense, Occidental Petroleum. La petrolera había vendido un porcentaje importante de su paquete accionario a otra empresa extranjera sin consultar ni avisar al gobierno ecuatoriano, violando las leyes comerciales del país latinoamericano. A pesar de que fue una decisión judicial, nadie duda en Ecuador que primero pasó por la oficina presidencial. El anuncio provocó el retiro inmediato de los enviados estadounidenses de la mesa de negociación.
El sentimiento antiestadounidense ha provocado también un acercamiento a los enemigos de Washington en la región. “Hay una simpatía muy clara en Ecuador por Chávez”, le dijo Bigio a este diario. Por eso, a diferencia de lo que le sucedió a Ollanta Humala en Perú, cuando Correa volvió de visitar al presidente venezolano en Caracas –donde comió y durmió en la casa de los padres del mandatario– su intención de voto subió varios puntos, logrando una diferencia que todavía mantiene. Según una encuesta reciente, alrededor del 60 por ciento de los ecuatorianos tiene una buena imagen del líder bolivariano. El voto protesta, que todos los analistas le asignan al candidato izquierdista, no sólo es contra la oligarquía tradicional ecuatoriana que gobierna para sí misma, sino también contra los dirigentes pro Washington que gobiernan mirando para afuera.
Pero Correa no tiene el apoyo de los sindicatos ni de la principal organización indígena, la Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Esta última decidió, después del fiasco de la alianza con Gutiérrez, no apoyar a ningún candidato de lo que considera la partidocracia ecuatoriana. Representada por su brazo político, el Movimiento Pachakutik, la Conaie presentó a un candidato propio, su líder Luis Macas. Esto le costó quedar totalmente marginada en la contienda electoral, con una intención de voto que ronda el uno por ciento.
Para Bigio, la situación en una eventual segunda vuelta es muy similar a lo que sucedió en la última elección presidencial en Perú. Si se enfrenta con Noboa, un hombre claramente de derecha y con tendencia pro estadounidense y neoliberal, Correa tiene grandes posibilidades de absorber los votos de Roldós. En cambio, si su rival fuera el socialdemócrata, sucedería lo que pasó en torno de la figura de Alan García. La derecha lo consideraría un mal menor y se alinearía detrás de él para impedir el ascenso de un dirigente más radical como Correa. Pero, recuerda Bigio inmediatamente, Ecuador no es Perú.
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