EL MUNDO › EN LA FRONTERA CON COREA DEL NORTE
› Por José Reinoso *
Desde Pekín
China está construyendo una valla en algunos tramos de su frontera con Corea del Norte para impedir el paso de refugiados, según reconoció ayer el Ministerio de Exteriores chino que, sin embargo, dijo que se trata de un proyecto que data de hace varios años. Pekín teme que un agravamiento de la crisis nuclear pueda provocar una llegada masiva de norcoreanos a su territorio. Pyongyang rompió su silencio tras la adopción de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU por la prueba atómica del lunes de la semana pasada y aseguró que equivalen a “una declaración de guerra”.
“El objetivo de estas instalaciones es mejorar la gestión y las condiciones de control y asegurar el buen orden en las fronteras”, afirmó Liu Jianchao, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, sobre la barrera. Liu dijo que el proyecto data de los años noventa. Algunas fuentes aseguran que las obras se han acelerado los últimos días. Según expertos del Instituto de Estudios Orientales y Occidentales, en Seúl, Pekín comenzó a construir vallas con alambres de púa en las zonas más frecuentes de huida a lo largo del río Tumen –que separa Corea del Norte y China en su lado noreste– en 2003. Y en septiembre pasado empezó a hacer lo mismo a lo largo del río Yalu, que delimita la frontera en el lado suroeste. Muchos refugiados aprovechan que en invierno se hielan las aguas para cruzar.
Pyongyang reaccionó ayer con su retórica habitual, aunque con dureza, a las medidas adoptadas por la ONU, e insistió en un comunicado en que no se plegará, y mucho menos ahora. “No tiene sentido esperar que la República Democrática Popular de Corea, que ha permanecido imperturbable ante cualquier tormenta y tensión en el pasado, cuando no tenía armas atómicas, vaya a doblegarse a las presiones y amenazas ahora que se ha convertido en un estado con armamento nuclear.”
La frontera nororiental china preocupa especialmente a Pekín desde hace una década, ya que por ella han salido decenas de miles de norcoreanos, huyendo de la ruinosa situación económica y de la dictadura de Kim Jongil. Se calcula que hay entre 60.000 y 300.000 refugiados en el noreste chino, mezclados entre los habitantes locales de etnia coreana, que suman más de dos millones entre las provincias de Heilongjiang, Jilin y Liaoning.
El muro, que en algunos tramos es de hormigón, podría tener una segunda utilidad: marcar claramente la línea de demarcación entre los dos países vecinos. Pekín y Pyongyang fijaron su frontera común –que se extiende a lo largo de 1400 kilómetros– en un tratado secreto, que no fue llevado ante la ONU, por lo que no aplica a un tercer país, como Corea del Sur. China teme que Seúl pueda reclamar una línea separatoria distinta si se produce una futura unificación del Norte y el Sur.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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