La “vía rápida”, o “exprés”, para la naturalización de los extranjeros mediante su reclutamiento en las fuerzas armadas de Estados Unidos se ha convertido en una enorme atracción para un gran número de foráneos, a pesar del peligro que supone acudir a las guerras de Irak y Afganistán. Esta atracción cobró fuerza desde que el presidente estadounidense, George W. Bush, emitió en julio del 2002 una Orden Ejecutiva que acorta el período para que los inmigrantes alistados en las fuerzas armadas puedan convertirse en ciudadanos en el plazo de un año. Esta decisión presidencial favorece a los uniformados con residencia (“green caro”) para que puedan optar por la nacionalización. El procedimiento normal obliga a los civiles a esperar cinco años de residencia permanente legal, antes de poder optar a la ciudadanía estadounidense. Un informe del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (Uscis) difundido esta semana destaca que desde que entró en vigor la Orden Ejecutiva, un número record de extranjeros acude a inscribirse en el servicio militar. Desde la emisión de la Orden Ejecutiva, más de 25.000 extranjeros miembros de las fuerzas armadas estadounidenses han prestado juramento como ciudadanos de este país.
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