Lula puede estar más tranquilo. El día de ayer se presentaba como una jornada clave, en el que podían aparecer nuevas revelaciones en el caso del “dossiergate”. Pero nada de eso sucedió y el día fue uno más del montón, con las acusaciones habituales. La tranquilidad del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se debe además a que, a una semana de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, una encuesta del Instituto Ibope le da 24 puntos de diferencia con su rival socialdemócrata, Geraldo Alckmin. Ese sondeo le otorga a Lula el 62 por ciento de los votos válidos, frente al 38 de Alckmin.

A pesar de que no hubo revelaciones clave como las que se esperaban, el caso del dossier tuvo cierto movimiento. La policía brasileña acusó formalmente a Jorge Lorenzetti, amigo personal y ex analista de riesgo de la campaña de Lula, de haber sido el organizador del escándalo de espionaje que involucró a altos miembros del Partido de los Trabajadores (PT). Lorenzetti es un antiguo amigo del presidente brasileño, y su “churrasqueiro” favorito, responsable de hacer asados que Lula organiza en la Granja do Torto, una de las residencias oficiales en Brasilia.

Según un informe preliminar de la Policía Federal que divulgaron ayer medios brasileños, Lorenzetti fue quien comandó el dossier que “buscaba alterar el rumbo de las encuestas del electorado de San Pablo relacionando al candidato socialdemócrata José Serra con un sonado escándalo de corrupción”. El estallido del escándalo, cuando militantes petistas fueron sorprendidos con 800.000 dólares mientras se aprestaban a comprar el informe, tuvo un gran impacto en el país y, según analistas, impidió a Lula ganar las elecciones en primera vuelta.

Pero eso no es todo. Ayer también hubo repercusiones por los nuevos personajes involucrados en el caso: el jefe de gabinete de Lula, Gilberto Carvalho, y el ex ministro jefe de la Casa Civil, José Dirceu, quienes según un rastreo de llamadas telefónicas hecho por la Policía Federal conversaron con Lorenzetti. Carva-lho confirmó que llamó a Lorenze- tti el mismo día en que la Policía Federal detuvo a los petistas, para obtener informaciones sobre los detenidos. El jefe de Gabinete también contó que informó sobre los hechos a Lula, que al conocerlos se llevó las manos a la cabeza en señal de sorpresa. “No es posible que alguien haya hecho una locura de ésas a esta altura de la campaña”, habría dicho Lula, según relato de Carvalho.

Alckmin no desaprovechó la ocasión, y atacó una vez más al PT. El candidato socialdemócrata calificó ayer de “grave” el hecho de que el jefe de Gabinete presidencial haya conversado varias veces por teléfono con Lorenzetti. “Están surgiendo hechos nuevos y espero que sean aclarados rápidamente”, dijo ayer Alckmin en un acto de campaña en Joinville, en el sureño estado de Santa Catarina. El candidato socialdemócrata exigió una vez más explicaciones sobre el origen de los 1,7 millones de reales (unos 800.000 dólares) que serían usados para adquirir el polémico dossier. “Están escondiendo la verdad del pueblo con mentiras, omisión y connivencia con casos graves. Es claro que ellos saben el origen del dinero. Todo indica que es dinero de la corrupción”, agregó el candidato opositor.

Lula no se quedó callado. “Ellos (la oposición) saben que no robo y nunca robé. Su odio es porque por primera vez el pueblo está pudiendo levantar la cabeza”, indicó ante 20.000 personas en Curitiba, capital del estado de Paraná. “Yo perdí tres elecciones (en 1989, en 1994 y 1998) y volví a casa para lamer mis heridas sin acusar a nadie. No preciso ofender a ningún adversario para ganar la elección. Si me quieren ofender que me ofendan. Si me quieren acusar, que me acusen”, afirmó.