Dom 22.10.2006

EL MUNDO  › VENEZUELA COMO ARTICULA EL PRESIDENTE VENEZOLANO SU PROYECTO POLITICO EN LA REGION

Un líder regional con agenda y mucha influencia

La presencia de Hugo Chávez se ha vuelto una constante en la escena política de los países latinoamericanos. Su figura genera adhesiones y rechazos, pero nadie niega su ascendente sobre las nuevas corrientes de izquierda opuestas a la hegemonía de los Estados Unidos.

› Por Diego González y Lucía Alvarez
Desde Caracas

La apuesta había sido grande: giras internacionales, alianzas costosas, acuerdos comerciales. El sueño caraqueño era, desde el Consejo de Seguridad de la ONU, denunciar al imperialismo y propagar la multipolaridad y el socialismo del siglo XXI. Pero los resultados terminaron siendo confusos; a simple vista, el hecho de que 34 de las 35 rondas realizadas desde el lunes hayan sido en favor de Guatemala lleva hacia una única conclusión, el fracaso. Sin embargo, el bloque duro – conformado por alrededor de 70 países– que apoya la radicalidad venezolana resulta suficiente para obstaculizar las intenciones estadounidenses que se esconden detrás de la candidatura centroamericana. La intención venezolana consiste en traducir este empantanamiento sobre el que se posan los ojos del mundo en un empate entre imperialismo y antiimperialismo, en un “acto de resistencia” para que sus intenciones de liderazgo no se vean opacadas.

Una de las principales conclusiones de este proceso es el firme y constante apoyo del Mercosur a la candidatura venezolana, aun cuando las presiones en la asamblea se hacen sentir para que le aconseje a Caracas que acepte ceder su candidatura para dar paso a un tercer aspirante. “Ha quedado evidenciado que, a pesar del poderío con el que cuenta, el gobierno de George W. Bush no puede imponer lo que le dé la gana en Naciones Unidas”, sostuvo en este sentido el ministro de Comunicación e Información venezolano, Willian Lara.

Durante los últimos años, con decisiones tácticas, visión geopolítica y muchos petrodólares, Chávez ha hecho todo lo que estuvo a su alcance para encabezar un proyecto que rompa con la unipolaridad estadounidense. Es por eso que trazó alianzas con proyectos tan disímiles como los que avanzan en Rusia, China, Irán-Opep, Líbano, Vietnam, Africa. Todos estos conflictivos acercamientos, extendidos más allá de lo comercial (“dos revoluciones se saludan”, anunciaba Chávez con la llegada del presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, a Venezuela), resultan un blanco de críticas y una intencional cercanía a lo que Washington denomina “el eje del mal”.

Al mismo tiempo, supo construir en América latina una gran influencia. Con aciertos como el apoyo a Evo Morales en Bolivia, una cruda retórica antiimperialista y la guía infalible que encontró en Fidel Castro, fue construyendo una imagen que logró conquistar a las izquierdas locales. Chávez ve en esta región, por su afinidad ideológica y la vieja idea de “la gran Colombia”, un punto de despegue hacia el mundo. Es por eso que, después de romper con la Comunidad Andina de Naciones luego de que Colombia y Perú firmaran los TLC, apostó muy fuerte al Mercosur, apostando a una integración política y no solamente comercial.

La lección peruana, donde su incidencia en las presidenciales no sólo no ayudó a Ollanta Humala sino que fortaleció a su rival, Alan García, lo llevó a cambiar de estrategia en Ecuador. Optó por el silencio y hoy un posible triunfo de Rafael Correa fortalecería su liderazgo regional al agregar a Quito al ya famoso eje La Habana–Caracas–La Paz.

En el caso colombiano, aun siendo Uribe y Chávez prototipos totalmente opuestos a nivel internacional, mantienen vínculos diplomáticos sin grandes estridencias que facilitan un intercambio mutuo en términos económicos y hasta la construcción de un gasoducto que llegará hasta Panamá. La infiltración paramilitar por la frontera y la aparición del sicariato a partir de los avances en la reforma agraria de tierras improductivas generan un acercamiento entre los dos países.

Sin embargo, estas grandes aspiraciones en el marco internacional le pesan sobre su construcción a nivel interno. La campaña opositora para las presidenciales del 3 de diciembre está enmarcada en gran parte sobre lo que denominan la “regaladera”, es decir, las inversiones en forma de ayuda exterior a los países subdesarrollados. Y es que éste resulta un punto débil en un país en el que las deudas sociales todavía son muchas.

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