EL MUNDO › PERU
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
Luego de perder la elección presidencial en el ballottage ante Alan García, a pesar de haber ganado la primera vuelta, el ex comandante Ollanta Humala se enfrenta a una sucesión de conflictos internos y deserciones en su Partido Nacionalista. Estas divisiones han hecho que en menos de tres meses su bancada parlamentaria se reduzca de 45 congresistas a 22. Estos problemas internos, y sus propias contradicciones políticas e ideológicas –que un día lo llevan a llamar a la izquierda a una alianza y al día siguiente a atacarla– le han impedido consolidarse como líder de la oposición. Motivados por los problemas internos del humalismo y sin olvidar que el abierto apoyo que Hugo Chávez le dio en la campaña electoral terminó siendo fatal para Humala, sus detractores –entre quienes están casi todos los medios de comunicación– buscan sacarlo de juego insistiendo sin pausa en presentarlo como un obediente servidor del presidente venezolano. “Humala ha reiterado sus simpatías por Chávez, pero ha negado una y otra vez ser un títere del venezolano, como aseguran sus enemigos. Hay una campaña contra Humala. Tenemos buenas relaciones no sólo con Chávez, sino también con Evo Morales, Kirchner, Lula o Correa en Ecuador, y con todos los que están a favor de una política de integración latinoamericana y se oponen a la política exterior de Estados Unidos, que busca dividir a los países de la región entre los que están a favor de los Tratados de Libre Comercio y los que están en contra”, le señaló a Página/12 Carlos Tapia, vocero político del Partido Nacionalista. Esta semana, Vladimiro Montesinos, el encarcelado hombre fuerte del gobierno de Alberto Fujimori, atacó desde su celda de aislamiento a Humala, tal como ya lo había hecho durante la campaña electoral. Lo hizo con un libro, en el que escribe sobre la existencia de un supuesto complot encabezado por Chávez y Fidel Castro, y apoyado por Humala y Evo Morales, para imponer el comunismo en la región. El ex brazo derecho de Fujimori, que está encarcelado por violaciones a los derechos humanos y corrupción, llamó a Humala “peón de Chávez” y elogió al presidente Alan García. Durante la campaña, García no paró de azuzar el cuco de las supuestas ambiciones hegemónicas del chavismo y entablar un intercambio de insultos y amenazas que dejaron las relaciones entre Venezuela y este país al borde de la ruptura. Esta semana, Montesinos se sumó al coro oficial del establishment, que apuesta a un discurso del miedo, en el cual el monstruo es Chávez y los que cuestionan el modelo económico neoliberal y la política norteamericana, sus peones.
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