EL MUNDO › EL HALLAZGO DE UN ARSENAL EN FRANCIA EMPAÑO LAS NEGOCIACIONES
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Las negociaciones de paz entre el gobierno español y la ETA entraron ayer en una fase crítica, luego de que la policía francesa afirmara que el comando que robó las armas en las cercanías de la ciudad de Nimes, a comienzos de esta semana, pertenece al grupo guerrillero separatista vasco. Aunque el gobierno ha estado prudente a la hora de hacer declaraciones, los medios de comunicación, con el influyente diario El País a la cabeza, se hicieron eco ayer de multitud de rumores que afirmaban que el oficialismo meditaba la eventual suspensión del proceso de paz. Durante la tarde, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, salió al cruce de estas versiones afirmando que era demasiado pronto para calcular las consecuencias de esta inesperada acción etarra, a la vez que la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, advirtió que el diálogo sólo será posible ante la ausencia total de violencia.
El ambiente político en Madrid, de todos modos, amaneció caldeado. Mientras en el gobernante Partido Socialista Español (PSOE) nadie lograba dilucidar la razón de la estrategia etarra de provocar con una acción armada un escándalo internacional apenas unas horas antes de que se iniciara la votación en el Parlamento Europeo en apoyo a las negociaciones, en el opositor Partido Popular (PP) crecían las voces de censura hacia el premier José Luis Rodríguez Zapatero por su actitud extremadamente compasiva ante la situación. Si ETA robó las armas, afirman los dirigentes socialistas, le ha hecho un favor al PP consolidando sus tesis.
Para echar más leña al fuego, en la tarde del jueves se produjo un incidente judicial de gran envergadura íntimamente vinculado con el proceso. El fiscal Jesús Alonso, que debía pedir la condena del etarra Ignacio de Juana Chaos por la publicación de artículos amenazantes en el diario proetarra Gara, renunció a su rol en abierta discrepancia con la Fiscalía, que sugería una rebaja de la pena de 96 a sólo 4 años por su delito.
El caso de Juana Chaos es paradigmático de la situación que se está viviendo: en prisión desde 1987, comenzó a cobrar notoriedad pública el año pasado, cuando se supo que podía quedar en libertad por la aplicación de beneficios penitenciarios. La Fiscalía reaccionó ante la indignación pública y lo procesó por un delito posterior, evitando que abandonara la prisión. Juana Chaos comenzó una huelga de hambre que concluyó el pasado 8 de octubre y que sirvió como excusa para que los grupos sociales juveniles del entorno etarra comiencen una explosión de violencia callejera que todavía no se ha apaciguado.
Interrogado sobre el tema en una charla informal con periodistas, Zapatero sorprendió a propios y extraños ayer por la tarde al afirmar que Juana Chaos es uno de los etarras que apoya el proceso de paz. Para el Partido Popular ésa fue la gota que colmó el vaso. Los conservadores consideraron indignas las palabras del primer ministro español y utilizaron sus declaraciones para poner en tela de juicio todo el proceso.
Ante la gravedad de la situación, cabe pensar que Zapatero trató de dar un golpe de timón a la situación al poner a Juana Chaos ante la necesidad de pronunciarse en los próximos días acerca de sus declaraciones. El líder socialista rogó, en el transcurso de la misma charla, a los medios de comunicación que fueran cautos y responsables a la hora de publicar noticias relacionadas con el suceso. No se pueden pedir novedades todos los días, dijo, y aseguró que lo más importante era que no se habían producido víctimas mortales desde el inicio de la tregua en marzo.
Interrogado acerca de las posibles consecuencias de la confirmación de la autoría de ETA en el robo de armas ocurrido en Francia, el primer ministro español afirmó que esas consecuencias no se harán públicas, tratando de este modo de quitarle trascendencia al asunto.
La tensión que se vivió ayer en Madrid en torno de todo el proceso quedó en evidencia en la Audiencia Nacional, cuando al momento de comenzar Juana Chaos, apareció el dirigente ultraderechista Ricardo Sáenz de Ynestrillas que interrumpió el juicio gritándole: “Mírame a los ojos, soy Ynestrillas. Mírame a los ojos, será lo último que veas”. Un grupo de agentes policiales lo sacó a empujones de la sala.
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