EL MUNDO › VENCIO COMODAMENTE EN SEGUNDA VUELTA A SU RIVAL SOCIALDEMOCRATA GERALDO ALCKMIN
El candidato presidente le ganó por amplio margen –20 puntos– al ex gobernador paulista. “Los pobres tendrán las preferencias de nuestro gobierno”, dijo un Lula exultante. A diferencia del 2002, cuando los cuatro mayores estados eran opositores, ahora Río y Bahía serán gestionados por aliados del Partido de los Trabajadores.
› Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
“Está lindo el día; gracias a Dios, el río Negro bajó y conseguimos llegar hasta las comunidades indígenas para que puedan votar”, explica el sargento Fernando, desde San Gabriel de Cachoeira, Amazonia, uno de los estados donde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, vencedor en los comicios de ayer, obtuvo mayores índices de respaldo. El presidente reelecto superó a Geraldo Alckmin por 60,8 por ciento contra 39,1 por ciento. Obtuvo 58,1 millones de votos, lo que en términos absolutos significa un crecimiento de 5 millones frente a las elecciones del 27 de octubre de 2002. En términos relativos, cayó 2 puntos porcentuales. Sonriente, de campera azul y camiseta de campaña blanca, con los colores verde y amarillo en el pecho, Lula prometió que a partir del 1º de enero de 2007, cuando se inicie su segundo mandato, “los pobres tendrán la preferencia de nuestro gobierno. Queremos un Brasil más justo”. Mencionó al Mercosur como prioridad y agregó que en estos años nadie habló más del ALCA.
En el ballottage de ayer, Lula se impuso en 20 de los 27 estados de la unión, en el primer turno había triunfado en 16. Nuevamente fueron las provincias de nordeste y la Amazonia, de la región norte, donde venció con el 82 por ciento. Lula contará con un sólido respaldo entre los gobernadores –lo que no tuvo en el 2002– gracias a su acuerdo con el PMDB, partido de centro, que cuenta con la mayor bancada de diputados y la segunda de senadores. Además, a diferencia del 2002, cuando los 4 mayores estados eran opositores, ahora dos de ellos, Río de Janeiro y Bahía, serán gestionados por aliados. El gobernador bahiano, Jaques Wagner, del Partido de los Trabajadores (PT), ocupó ayer una silla junto al presidente, en la primera aparición pública tras la victoria.
La onda roja, sin embargo, no hizo pie en San Pablo, un territorio en el que tampoco pudo imponerse en el 2002. El principal distrito electoral, con 28 millones de electores, promete ser el reducto de la oposición socialdemócrata en los próximos 4 años. A partir del 1º de enero asumirá la gobernación paulista José Serra, uno de los socialdemócratas que despuntan como presidenciables para el 2010.
En su primer contacto con la prensa poco antes de las 21 (igual que la Argentina), Lula hizo una mención especial a los humildes, que en la segunda vuelta, igual que había ocurrido en la primera, se inclinaron masivamente por su candidatura. Dijo que durante su primer gobierno “el pueblo sintió que había mejorado, fue incluido, sintió el cambio en la mesa y en el plato... en su cotidiano”. El pueblo –insistió– no se dejó “engañar” por las denuncias suscitadas por los escándalos, varios, ocurridos en estos años. Evitó ahondar en esos acontecimientos y sólo los citó como “errores”.
Desde la Amazonia, el sargento Fernando, de la Segunda Brigada de Infantería de la Selva, le cuenta a Página/12 que votar es una proeza. “Cuando hay avión, tenemos que navegar muchas horas o días para instalar las urnas electrónicas a las aldeas, y si no tienen luz hay que llevarles hasta los generadores eléctricos.” Con una superficie equivalente a las de Bolivia y Paraguay sumadas y 3 millones de habitantes, Amazonia, es el estado más extenso de la federación y el de menor densidad poblacional.
Desde San Gabriel da Cachoeira, frontera con Venezuela y Colombia, hasta El Chui, limítrofe con Uruguay sufragaron 102 millones de ciudadanos sobre un padrón de 126 millones.
Por la mañana, mientras los indígenas tucanos, baniwas, ianomanis y tariano, llegaban a las casillas amazónicas en canoa o a pie, bajo un sol de 35 grados, en San Pablo, Lula y Alckmin, lo hacían escoltados por automóviles de la policía federal que, con dificultad, se desplazaban entre un enjambre de reporteros.
Lula, sin poder disimular las señales de 3 meses de agotadora campaña, llegó alrededor de las 10 a una escuela de San Bernardo do Campo, cordón industrial donde se forjó como líder. Evitó opinar sobre el resultado pero, implícitamente, habló como presidente reelecto al decir que “el próximo año Brasil entrará en una nueva fase de desarrollo económico”.
Acompañado por sus correligionarios Fernando Henrique Cardoso y José Serra, Alckmin votó en un colegio privado del barrio de Morumbí. Sereno, el médico socialdemócrata de 54 años, felicitó a sus colaboradores por lo que llamó como una “campaña muy buena”. Se dijo optimista, pero admitió que “nada es perfecto” cuando se lo consultó sobre posibles errores de estrategia, como haber perdido la iniciativa ante Lula.
José Dirceu, arquitecto de la victoria lulista del 2002 cuando presidía el PT, ayer fue increpado por los electores que lo identificaron en la cola de votación. “Corrupto” y “ladrón” le gritaron algunas señoras del exclusivo barrio de Moema, en San Pablo, y sus custodios debieron intervenir para que no fuera agredido. En el 2005 acusado de regentear la compra de parlamentarios, el entonces ministro jefe de la Casa Civil Dirceu debió abandonar el gabinete, lo mismo que ocurrió meses después con Antonio Palocci, responsable de Economía, y garante de la estabilidad de los mercados.
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