Sáb 13.07.2002

EL MUNDO

Aguanten un poco que ya hay acuerdo por Gibraltar

Gran Bretaña y España han acordado un principio de soberanía compartida sobre el peñón de Gibraltar, pero Londres insiste en dos puntos que por el momento Madrid no aprueba: que el acuerdo no sea caracterizado como un paso hacia la plena soberanía española, y que las bases militares británicas sigan allí.

Por Nicholas Watt y Giles Tremlett*
Desde Londres y Madrid

Una intensa ronda de negociaciones sobre el futuro de Gibraltar fue ayer pospuesta hasta el otoño boreal cuando Gran Bretaña se vio forzada a reconocer que había fracasado en asegurar un acuerdo con España para la fecha límite de fin de mes. No obstante, el canciller británico Jack Straw sorprendió en la Cámara de los Comunes al declarar que se había realizado “un progreso significativo” pues por primera vez Gran Bretaña y España han acordado compartir la soberanía.
Ambos países habían esperado llegar este mes a un acuerdo para luego ser sometido a un referéndum entre los 30.000 habitantes del peñón. Pero Straw señaló que los diálogos habían tropezado con la negativa española de aceptar las exigencias británicas en dos áreas. Estas son: la determinación de Gran Bretaña de mantener su base militar en el peñón, y su insistencia con que España declare que cualquier acuerdo será permanente. España insiste en demandar la total soberanía sobre el peñón, que cedió a los británicos en 1713 con el Tratado de Utrecht –al fin de la Guerra de Sucesión española librada entre Inglaterra, Holanda, Dinamarca y Austria y luego Portugal contra una coalición entre Francia y España; gran parte de cuyo objeto fue contener el poder francés–.
Negociaciones intensivas de un año de duración sobre el futuro de Gibraltar se empantanaron en abril cuando ambas partes se dieron cuenta de que no había tiempo para cumplir con la fecha límite. A eso se agregó una recomposición de gabinete en Madrid en que Ana Palacio fue nombrada como canciller. Las conversaciones entre Straw y su contraparte española en Madrid fueron ayer canceladas, permitiéndole hacer sus declaraciones, en las que habló de “progreso significativo”. “En 12 meses de negociaciones estamos ahora más cerca que nunca de poner fin a 300 años de historia tensa. Un futuro mejor para Gibraltar –más estable, seguro y próspero– es demasiado importante para dejarlo escapar”, señaló.
Sin embargo, Straw no ocultó los obstáculos sobre los que hay que avanzar, al señalar que “respecto a la duración de la soberanía debemos tener un acuerdo permanente. Una soberanía compartida no puede ser precisamente un escalón a la soberanía española plena, y respecto de las facilidades militares británicas, hemos dejado en claro que los arreglos actuales deberán continuar”. Gran Bretaña está resuelta a que ningún acuerdo sea caracterizado por España como un escalón a la soberanía plena, ya que eso arruinaría las posibilidades de un voto por el sí en el referéndum en el peñón. Pero Gran Bretaña acepta que España no puede renunciar a su reclamo histórico.
El mantenimiento de la base militar británica es visto como un factor clave para persuadir a los gibraltareños de que su identidad británica será preservada. La base es también un elemento clave en las comunicaciones y redes de transporte de Gran Bretaña y Estados Unidos en el Mediterráneo y Medio Oriente.
La declaración de Straw fue vista anoche como una iniciativa de vender a Gibraltar los principios del tratado angloespañol. Pero Gibraltar respondió con rabia. Joe Bossano, su antiguo ministro en jefe, dijo que “es un absoluto escándalo. La soberanía no se puede compartir con España. Straw lo sabe”. Sus comentarios fueron bienvenidos por la oposición conservadora en Gran Bretaña, que saludó la declaración de Straw con gritos de “vendido”. Michael Ancram, el vocero de asuntos exteriores de la oposición, la calificó de “despreciable y deshonorable”.
En Gibraltar también hubo incomodidad cuando Straw reafirmó que Gran Bretaña estaba determinada a alcanzar un trato porque la impasse está dañando las relaciones angloespañolas. Tony Blair está determinado a asegurar un acuerdo porque el líder español José María Aznar es un aliado clave en la Unión Europea. Lo que dijo Straw fue bien recibido en Madrid.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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