Las relaciones comerciales y culturales con Venezuela y la alianza histórica con Estados Unidos hicieron que Panamá saliera beneficiado con una banca en el Consejo de Seguridad de la ONU. Lejos del alineamiento automático, los países de la región diversifican sus contactos.
La designación de Panamá como el candidato de consenso para ocupar la banca no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU tomó por sorpresa a todos. Después de una dura pelea y 47 votaciones infructuosas entre Venezuela y Guatemala –el candidato de Estados Unidos para la banca de América latina–, la nominación recayó sobre un país emblemático del “patio trasero” de Washington, pero que también forma parte de la Gran Colombia bolivariana, junto con el país de Hugo Chávez. Según analistas consultados por este diario, el proceso que derivó en el nombramiento de Panamá demuestra la complejidad del entramado de relaciones entre los países de la región. Lejos del mito de alineamiento automático con Estados Unidos o Venezuela que propone la doctrina del “Eje del Mal”, Panamá es un ejemplo de cómo América latina oscila entre los dos adversarios en busca de un equilibrio que sirva a sus intereses geoestratégicos.
La respuesta recibida cada vez que se piden las razones de la designación de Panamá es la misma. Los diplomáticos repiten que el papel de ese país en la ONU es de conciliación y de trabajar en pos del consenso en distintos temas. De hecho, Panamá ya fue miembro no permanente de la ONU en cuatro ocasiones: 1958-1959, 1972-1973, 1976-1977 y 1981-1982.
“Nuestro embajador copresidió las discusiones para crear el Consejo de Derechos Humanos y sirvió de facilitador en el proceso de reformas institucionales”, explicó el representante adjunto de Panamá ante la ONU, Giancarlo Soler, en diálogo telefónico con este diario.
Pero se sabe que para ser designado como candidato de consenso se necesita algo más que credenciales diplomáticas. Allí es donde entran a tallar los fuertes intereses comerciales, culturales y estratégicos que tienen Venezuela y Estados Unidos en Panamá.
Con respecto a Estados Unidos, lo primero que salta a la vista es la alianza estratégica que resultó del traspaso a Panamá de la administración del canal. “A Estados Unidos le interesa estar cerca de quien administra el canal. Por ello, Panamá es más importante ahora que antes, cuando lo controlaban los norteamericanos”, afirmó a Página/12 el analista Jorge Giannareas, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Interamericana de Panamá.
La relación es de índole política, ya que el canal debe mantenerse abierto y funcionando adecuadamente. “A través del Tratado de Neutralidad, Estados Unidos actúa como garante de la estabilidad política de Panamá. Si en algún momento ocurriera algo que impidiera mantener en funcionamiento el canal, Estados Unidos tendría la facultad de intervenir militarmente”, indicó Giannareas.
Por otra parte, Panamá está en vías de concretar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, que impulsaría la entrada de productos agropecuarios panameños al mercado norteamericano. Aún queda por realizarse una última ronda de negociaciones, que todavía no tiene fecha, pero se espera que el TLC se apruebe en 2007.
Venezuela también tiene sus ojos puestos en la arteria de comunicación marítima más importante del continente. “El canal es bueno para Panamá y para el mundo”, dijo el presidente Hugo Chávez en una visita a ese país a mediados de septiembre. En esa ocasión, Chávez y Torrijos firmaron varios acuerdos de suministro de energía y petróleo, destacando la posibilidad de instalar una refinería para procesar crudo venezolano en Panamá. A pesar de la importancia de la relación, los analistas indican que no hay dependencia del petróleo venezolano. “Los acuerdos con Venezuela no son vitales, ya que se importa crudo de otros países como México”, explicó Giannareas.
Otro de los aspectos a destacar es el nexo histórico que une a los dos países. “Independientemente de la afinidad de los gobiernos, Panamá tiene una relación histórica con los países que conformaron la Gran Colombia: Venezuela y Colombia”, explicó Soler. No es un detalle menor que el presidente panameño sea Martín Torrijos, hijo del fallecido general tercermundista Omar Torrijos (1968-1978), quien dio refugio a guerrilleros exiliados de la región durante su mandato. Hugo Chávez no oculta la simpatía hacia el mandatario panameño, y repite una y otra vez los vínculos bolivarianos que unen a sus países.
Con respecto a Guatemala, Panamá mantiene relaciones estrechas porque ambos forman parte del sistema de integración centroamericano, un proyecto de unión de la región. “Nuestros presidentes y ministros de Relaciones Exteriores se reúnen seguido entre sí. Discuten distintos temas de la agenda subregional y de cooperación”, explicó Soler. Además, se supo que Panamá votó por Guatemala... por pedido expreso de Estados Unidos.
Informe: Virginia Scardamaglia.
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