EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ PRUEBAN EL APOYO AL DERROCAMIENTO DE GOULART
La intervención de Washington en el golpe al presidente brasileño Joao Goulart ya había sido denunciada. Pero ayer fue confirmada por un documento al que accedió un historiador de la Universidad de Río.
Estados Unidos ayudó a los militares y políticos golpistas que derrocaron al ex presidente brasileño Joao Goulart, en 1964. Durante décadas sólo los militantes y dirigentes de izquierda se habían animado a hacer esta afirmación. Sin embargo, ayer se convirtió en una verdad incontestable y en una nueva mancha en la relación entre Washington y América latina.
El historiador de la Universidad Federal de Río de Janeiro Carlos Fico hizo públicos ayer los documentos que descubrió en un archivo en Washington y que confirman la participación de la embajada estadounidense y el Departamento de Estado en el golpe militar. Según publicó el diario O Globo, el entonces embajador estadounidense, Lincoln Gordon, habría redactado un informe titulado “Un plan de contingencia para Brasil” a finales de 1963, en el que planteaba posibles escenarios políticos. Por un lado, Gordon describía el riesgo de una revuelta “de extrema izquierda” e, inclusive, de una “intervención comunista” en el país con el apoyo de la Unión Soviética y Cuba. Por el otro lado, el diplomático planteaba la posibilidad de que Goulart fuera “convencido” de dejar el poder por fuerzas “constructivas”. En su lugar, adelantaba, asumiría el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Ranieri Mazilli.
Tres meses y medio después de que Gordon enviara este informe al entonces consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, estalló un golpe de Estado en Brasil. La historia es conocida. Después de dos días de sublevaciones, miles de soldados tomaron Río de Janeiro en la madrugada del 2 de abril, mientras el presidente del Congreso se preparaba a anunciar que Goulart había dejado la Presidencia y que su lugar sería ocupado por Mazilli. El mandatario, un seguidor del ex presidente Getulio Vargas, no ofreció resistencia a las Fuerzas Armadas y se exilió en Argentina, donde permaneció hasta su muerte, en 1976. Supuestamente falleció de un paro cardíaco, aunque nunca se pudo descartar la posibilidad de que hubiese sido asesinado por el gobierno militar argentino, dentro del marco del Plan Cóndor. Dos semanas después del golpe de 1964, asumió la presidencia el jefe del Estado Mayor del Ejército, Castello Branco, marcando el inicio de veinte años de dictadura.
Fico destacó que el golpe de 1964 se realizó siguiendo directivas muy similares a las planteadas por Gordon en su informe del año anterior. Esto podría demostrar, afirmó el historiador, que hubo una conspiración conjunta que incluía, por lo menos, a los jefes militares brasileños y al gobierno estadounidense. De la ayuda de Washington en los días posteriores al golpe de Estado, en cambio, ya no hay dudas. El historiador también encontró un telegrama enviado desde el Departamento de Estado a Gordon el mismo día en que los militares se levantaron contra el gobierno de Goulart. En él se detallaba la ayuda que enviarían a las fuerzas golpistas: cuatro barcos petroleros, un portaaviones, seis barcos de guerra, 110 toneladas de municiones y gases lacrimógenos para controlar a las multitudes, diez aviones de carga, seis de guerra y seis de reabastecimiento.
Washington negó siempre su participación en el golpe militar. Hace sólo tres años la prensa brasileña volvió a preguntarle al ex embajador Gordon si habían estado involucrados en algún aspecto del derrocamiento de Goulart. “La participación activa fue absolutamente nula”, reiteró una vez más el diplomático. Lo llamativo es que el Departamento de Estado no se esforzó mucho en mantener el secreto. El historiador se mostró sorprendido, ya que los documentos que desenmascararon décadas de mentiras estaban guardados en un archivo público, en medio de documentos de rutina. Con la caída de Goulart comenzó una dictadura que se prolongó en el poder hasta 1985. Fue uno de los períodos más nefastos de la historia brasileña y también uno de los menos discutidos. Recién en los últimos años y con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva se comenzaron a abrir algunos de los archivos secretos del Estado. No se sabe cuántas personas murieron ni cómo fueron asesinadas en la mayoría de los casos. Las cifras seguramente no serán tan altas como las que dejó la última dictadura argentina. No obstante, los métodos utilizados fueron los mismos: censura, tortura y terrorismo.
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