EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Mercedes López San Miguel
El voto a favor de Rafael Correa representa la expresión política de la ola progresista del continente. Ecuador se suma al eje Bolivia-Venezuela-Cuba. El candidato de Alianza País se muestra admirador de Néstor Kirchner y Michelle Bachelet, aunque él, a diferencia de la mandataria socialista chilena, es anti-TLC (Tratado de Libre Comercio). Ayer, la derecha latinoamericana vio aguados sus festejos de un “segundo fracaso de Chávez” –en alusión a la derrota de Ollanta Humala en Perú–. Por el contrario, el reciente triunfo de Daniel Ortega en Nicaragua, la reelección de Lula Da Silva en Brasil y el triunfo de Correa influirán a favor de la reelección del venezolano, el próximo domingo 3 de diciembre.
De todas las elecciones que tuvo América latina este año, las de Ecuador fueron las más polarizadas. Alvaro Noboa es el más rico de todos los que se han presentado en la región, quien tuvo uno de los discursos más anticomunistas y quien planteó romper relaciones con Caracas. Correa es anti-TLC y anticorrupción. Para José Luis Ortiz, el discurso del empresario no tuvo el efecto de la primera vuelta porque un fenómeno populista tiene impacto inmediato, no continuado. “No impactó la campaña de Noboa con sus acusaciones de que Correa era comunista y que iba a haber un retiro de los capitales”, dijo a Página/12 el columnista del diario El Expreso de Guayaquil. “Aparte hubo ciertas propuestas saturadas, como la promesa de construir 300 mil viviendas anuales; fue una campaña de dádivas, de regalos de sillas de ruedas, que a la gente le chocó. No se sentía halagada”, señala Ortiz.
Isaac Bigio, formado en la London School of Economics and Political Sciencies, destaca que la falla de la campaña del candidato conservador ecuatoriano fue emular al peruano Alan García, quien atacó a Ollanta Humala por ser el candidato de Caracas. “Noboa quiso emular a Alan García queriendo polarizar al país entre Chávez y la nación. Sin embargo, una cosa es ser un partido con pasado y lenguaje izquierdistas (como el APRA) que arrincona a un militar con pasado poco conocido y otra es un billonario conservador que ataca a su rival de “comunista” y con eso le hace un favor a Correa, quien nunca ha sido tal”.
Los analistas coinciden en señalar que Noboa no se movió al centro y que su fuerte anticomunismo lo empujó muy a la derecha, espantando a una mayoría del electorado que en primera vuelta votó por candidatos que estuvieron a su izquierda. “Correa supo capitalizar el error de su rival y plantear a sectores medios, intelectuales y empresariales que él era la opción que tenían, captando el voto de los que votaron por otros partidos o estaban indecisos”, subraya Bigio. Ortiz agrega: “La campaña de Correa fue efectiva al desenmascarar una serie de cosas, por ejemplo, que Noboa no les pagó la indemnización a los trabajadores despedidos de sus empresas, porque las tercerizaba.”.
Correa ha tenido un fuerte discurso contra la corrupción. No presentó lista parlamentaria porque se propone disolver el Congreso para que una constituyente reorganice al país. Los analistas señalan que Correa deberá ganarse la base social que lo acompañe en las reformas estructurales. “Van a venir dificultades, porque Correa abre frentes al plantear la asamblea nacional constituyente, rechazando al Congreso nacional antes de ser reconocido presidente. No tiene base social o partido organizado para enfrentar al Congreso”, afirma Ortiz. Probó Lucio Gutiérrez lo que es traicionar a los movimientos sociales como el indigenista Pachacutik tras llegar al poder y virar al neoliberalismo. El reto del ganador es trabajar para consolidar su base social, privilegiando las políticas sociales y evitando seguir una versión light de lucha contra la corrupción.
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