EL MUNDO
› PáGINA/12 EN FRANCIA
Las andanzas del aprendiz chiflado de “El Chacal”
El joven que intentó matar al presidente francés Jacques Chirac llegó a ser candidato en un distrito de París. Fue detenido en una unidad psiquiátrica por la incoherencia de su declaración.
› Por Eduardo Febbro
“Todo parecido con un personaje real es mera coincidencia.” La mención que figura al principio de muchas novelas no le cabe a Maxime Brunerie, el joven ultraderechista de 25 años que el pasado domingo intentó asesinar al presidente francés Jacques Chirac durante las celebraciones de la fiesta nacional francesa. La novela El Chacal, del británico Frederick Forsyth, narra la detallada preparación del asesinato del general De Gaulle por un asesino profesional, pero las semejanzas entre Brunerie y El Chacal se limitan al blanco elegido, un jefe de Estado Francés. El ultraderechista francés, que había adelantado a un par de amigos su intención de asesinar a Jacques Chirac, no eligió un edificio “estratégico” para disparar escondido sino la multitud que presenciaba el desfile del 14 de julio. En vez de un arma perfeccionada, Brunerie se sirvió de un rifle calibre 22 para abrir fuego contra “un blanco móvil” que se encontraba a 150 metros de distancia. Este extraño y por demás improvisado modo operativo más sus declaraciones incoherentes llevaron a que la Justicia dispusiera internar a Brunerie en una unidad de psiquiatría especializada debido “a su peligrosidad para sí mismo y para los otros”, según los términos empleados por la Fiscalía de París.
Con todo, la Justicia decidió abrir una investigación especial por “intento de asesinato” a fin de corroborar si en el momento en que perpetró su fallido atentado era responsable de sus actos. Las informaciones que circulaban ayer demuestran que el caso de Brunerie contiene elementos particulares. Antes de llevar cabo su acto, el ultraderechista francés evocó ante varios amigos su proyecto de matar a Chirac y, unos días antes del 14 de julio, “anticipó” su gesto pidiendo a través de Internet que la gente mirara la televisión para ver el desfile militar del domingo 14 por la mañana.
Resulta curioso hoy admitir los argumentos según los cuales el candidato a magnicida es un mero desequilibrado mental. Sus antecedentes lo muestran más bien como alguien coherente, tanto más cuanto que, en marzo del 2001, Maxime Brunerie se presentó como candidato a las elecciones municipales francesas amparado en una lista de ultraderecha, la del MNR. Este partido cuyo jefe es Bruno Mégret surgió tras la escisión del ultraderechista Frente Nacional. Hasta la creación del MNR, Mégret era el brazo derecho de Jean-Marie Le Pen, el líder de Frente Nacional. En las elecciones municipales del 2001, Brunerie figuró en séptima posición en una lista del MNR que compitió en el distrito 18 de la capital francesa. Su trayectoria tampoco tiene nada de incoherente. El joven militaba desde hacía bastante tiempo en el seno de uno de los grupos más radicales de la extrema derecha, la Unidad Radical. Los militantes de esta formación defienden los argumentos antisemitas, admiten las tesis negacionistas y son profundamente antinorteamericanos, a punto tal de haber aprobado los atentados del 11 de setiembre.
Los médicos del servicio judicial francés que lo interrogaron constataron una “alteración importante del humor” y una “tendencia al suicidio”. No obstante, Brunerie no tiene ni antecedentes judiciales ni psiquiátricos y nunca fue miembro de un club de tiro. Su prontuario policial se limita a una mención que certifica su militancia dentro de grupos de extrema derecha medianamente violentos y muy activos. Según las declaraciones que el acusado hizo a la policía en la jornada de ayer, Brunerie reafirmó que había actuado sólo para “hacer hablar de él”. Luego aclaró que pretendía matar a Jacques Chirac y luego quitarse la vida con el fin de “provocar una crisis” en el régimen político francés. Los distintos elementos de la investigación prueban que no se trató de un acto”impulsivo”, sino que el atentado fue preparado con cierta antelación. Maxime Brunerie compró la carabina calibre 22 (en venta libre en Francia) el 6 de julio y el domingo 14 alquiló un auto para viajar hacia París. Sin embargo, no llegó a la capital con ese auto sino en metro.
En su domicilio, la policía encontró abundante literatura de inspiración neonazi, pero no se halló ningún indicio sobre la preparación del atentado, ni carta, ni testamento alguno. Fuentes de la policía precisaron que si hubiese dado en el blanco el disparo habría sido mortal, ya que ese tipo de arma tiene un “alcance eficaz” de unos 200 metros (Brunerie se encontraba a 150 metros de Chirac cuando se aprestaba a disparar). Los expertos de la policía francesa que siguen bajo la lupa la conducta de los grupúsculos de extrema derecha opinaban ayer que, aunque aislado, el gesto de Brunerie responde un poco “al estado de ánimo” que impera en la galaxia ultraderechista luego de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 5 de mayo. El reelecto presidente Jacques Chirac derrotó ampliamente (82 por ciento) al ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Muchos analistas estiman que los sectores más radicales de la extrema derecha se quedaron “con la sangre en el ojo” tras la derrota de su candidato y aún están “perturbados” por las repercusiones del voto y el intenso debate que lo precedió.