Mar 12.12.2006

EL MUNDO  › “MUERTE AL DICTADOR”, LE GRITARON LOS JOVENES AL PRESIDENTE IRANI

Los estudiantes desafían a Ahmadinejad

Decenas de universitarios intentaron interrumpir un discurso de Mahmud Ahmadinejad en una universidad de Teherán. Protestaban contra la censura y las purgas académicas del gobierno. El activismo estudiantil resurge denunciando el control ideológico de los fundamentalistas.

› Por Angeles Espinosa *
Desde Teherán

Con gritos de “muerte al dictador”, decenas de estudiantes trataron de interrumpir ayer un discurso del presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, en la Universidad Amir Kabir de Teherán. Partidarios del dirigente enseguida contraatacaron con un “Ahmadinejad, te apoyamos”. La osada protesta culmina una semana de movilizaciones contra el creciente control ideológico en las universidades. “Están expulsando de la universidad a los profesores más preparados”, denuncia F. M., un alumno de la Universidad de Teherán que, como otros, habla de una “segunda revolución cultural”.

La referencia a la “revolución cultural” traslada a las purgas de profesores que en los primeros años ochenta silenciaron las protestas contra la República Islámica. Pero el activismo universitario volvió a surgir y aunque fue brutalmente agredido en julio de 1999, cuando la represión de una manifestación dejó varios estudiantes muertos, se está reactivando ante al ascenso de los fundamentalistas. Desde principios de este año, las universidades públicas y muy en especial la de Teherán han sido escenario de protestas esporádicas, pero con motivo del Día del Estudiante, el pasado jueves, se han intensificado.

Los estudiantes se quejan de que a raíz del cambio de gobierno les censuraron las actividades políticas y cerraron las asociaciones democráticas. Sólo en la Universidad de Teherán, la junta disciplinaria convocó a dos centenares de estudiantes y a 105 de ellos les prohibió continuar sus estudios, uno de los motivos de las últimas manifestaciones. También denuncian que las autoridades apartaron de la docencia a numerosos profesores críticos con la línea política del gobierno. “En Teología, jubilaron a Mojtahed Shabestari, que es uno de los principales intelectuales de Irán, y en Derecho, a Valiollah Dorodian, con el pretexto de que son muy mayores”, pone como ejemplo F. M. en un café cercano a la Universidad de Teherán. Los periodistas tienen prohibido el acceso al campus. A otros, como Said Hajjarian o Mohsen Kadivar, ambos de la Universidad Tarbiat Modarres, los alejaron de los consejos de que eran miembros o no les renovaron el contrato. “A mí no pueden echarme porque soy profesor numerario”, explica Kadivar, pero lo radiaron de todos los comités en los que participaba y el Departamento de Filosofía, que dirigía hasta mayo de este año, ni siquiera lo invita a sus reuniones académicas. “Como no tengo edad para jubilarme, han elegido hacerme frente de esta manera”, añade este clérigo disidente de 47 años.

“Ya no me interesa trabajar en un ambiente lleno de tensión”, manifestó Ahmad Sai, uno de los afectados, durante una asamblea estudiantil en la Universidad de Teherán el pasado 23 de mayo. Esa semana el clima político había subido de temperatura con la publicación de una viñeta ofensiva para la comunidad azerí. Las manifestaciones de Urmia y Tabriz, capitales de las dos provincias de mayoría azerí, también tuvieron eco en el campus. Hubo numerosas detenciones. “La acumulación de malestar es tal que cualquier día puede haber una explosión”, asegura F.M.

Aunque los portavoces oficiales insisten en que el gobierno acepta la crítica y anima la libertad de expresión, el propio Ahmadinejad pidió a los estudiantes a principios de este curso que denunciaran a los profesores liberales y laicos. En total, unos 70 académicos han sido apartados de la enseñanza con el pretexto de jubilaciones anticipadas o expiración de sus contratos. El giro se anunció, en noviembre del año pasado, con el nombramiento como rector de la Universidad de Teherán de un clérigo sin educación universitaria, el ayatolá Abbas Ali Zanjani, lo que causó malestar entre los docentes, que hasta entonces elegían al rector. Los estudiantes consideran que fue el primer paso de la política de islamización de las universidades. Cuando unos meses más tarde se propuso enterrar a los mártires en los campus para mantener viva su memoria, los alumnos de la Universidad Sharif de Tecnología protestaron convencidos de que era una trampa para militarizar los recintos universitarios. Varios terminaron en la cárcel. “Ha habido un cambio de ambiente y la política del gobierno hacia los estudiantes se ha endurecido”, resume F.M., a quien sus amigos tratan respetuosamente de hayi por su reciente peregrinación a la Meca. “Somos musulmanes liberales, y el islam que promueve este gobierno no respeta las libertades”, concluye.

Aunque Vahid Abedini inicialmente había aceptado hablar de los problemas y reivindicaciones de los universitarios, en el último momento tuvo miedo. Es uno de los líderes estudiantiles más populares de la Universidad de Teherán y, como tal, está marcado, o –en la nueva terminología– tiene varias estrellas. En cualquier otro lugar del mundo la idea de un “estudiante con estrellas” remitiría a sus logros académicos. En Irán son una marca de deshonor. Bajo esa nueva etiqueta, las autoridades académicas han desempolvado un sistema del principio de la revolución para señalar a quienes no se amoldan a las normas morales o ideológicas vigentes.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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