EL MUNDO
¿Quién dijo que se habían terminado los atentados?
Después de tres semanas de reocupación israelí de Cisjordania y relativa calma, los palestinos atacaron ayer por segundo día consecutivo y tres israelíes murieron en Tel Aviv.
En medio de la noche una explosión sobresaltó a los vecinos de la antigua central de ómnibus al sur de Tel Aviv: dos palestinos que se inmolaron uno detrás del otro en la avenida Nevé Shaanán, provocaron la muerte de cinco personas –incluidos ellos– y entre 30 y 40 heridos, seis de gravedad. Luego, el accionar fue reivindicado por el movimiento palestino radical Jihad Islámica y condenado por la Autoridad Palestina. El gobierno israelí prometió represalias, siendo éste el primer ataque suicida en Israel desde el 18 de junio y el segundo acto de violencia luego de la emboscada del martes en el asentamiento judío de Emmanuel. Además, hubo dos muertos palestinos y siete niños heridos por la explosión de una bomba dejada por el ejército israelí en el campamento de refugiados de Amari, Ramalá.
Los dos suicidas se hicieron explosión casi a un mismo tiempo frente al cine Mercaz (Centro) en un barrio del sur de Tel Aviv que ha sido objeto de tres ataques similares desde que se inició la Intifada de Al-Aqsa, en setiembre de 2000. “Los terroristas explotaron a una distancia de entre 10 y 15 metros el uno del otro, en un puesto de comida rápida donde sirven bebidas y que es frecuentado por obreros extranjeros”, dijo el jefe de policía de Tel Aviv, Yosi Sedbón. Los servicios de emergencia evacuaron de la zona a unos 35 heridos, entre ellos uno en estado crítico y seis graves. Las explosiones se registraron las 22 horas locales en una zona en la que residen obreros de distintas nacionalidades que trabajan en Israel y, según Sedbón, una de las tres víctimas mortales tiene rasgos faciales extranjeros. El alto mando policial agregó que los artefactos eran de poca potencia, unos cinco kilogramos cada uno, lo que evitó una mayor catástrofe. Además, el atentado se registró en una jornada de luto nacional –la destrucción de los templos de Salomón y Herodes– por lo que las calles estaban casi vacías. A esto se sumaba la conmoción por el entierro de los ocho israelíes muertos anteayer.
Raanan Gissin, portavoz del primer ministro israelí Ariel Sharon, anunció una pronta represalia. En conversación telefónica con la emisora televisiva estadounidense CNN, Gissin responsabilizó de esta acción a la Autoridad Palestina (AP). Por su parte, el portavoz Ahmed Abdel Rahman de la AP condenó el ataque al decir que los atentados suicidas sólo empeoran la vida del pueblo palestino, según informó la emisora televisiva árabe Al Jazeera.
El de ayer es el segundo atentado palestino tras el del martes, cuando tres palestinos armados atacaran con granadas y fusiles de asalto un autobús civil en el asentamiento judío de Emmanuel, en Cisjordana, que se cobró las vidas de ocho personas, entre ellas dos niños menores de un año. Pero dentro de Israel es el primer atentado suicida desde el pasado 18 de junio, cuando el ejército invadió siete de las ocho ciudades de Cisjordania en respuesta a la muerte de una treintena de civiles en tres ataques consecutivos en menos de una semana. Desde entonces, Israel ha declarado el toque de queda en todas las ciudades palestinas, lo que no evitó ayer la salida de Cisjordania de otros dos palestinos que trataron de atacar una base de la Policía de Fronteras en las afueras de la ciudad de Kfar Saba, al este de Tel Aviv. Una patrulla militar detectó a los dos palestinos, mató a uno de ellos y arrestó al otro, al que incautaron material explosivo y armas automáticas. La base policial, la principal de la región conocida como Hasharón, está junto a la Línea Verde (la frontera previa a la guerra de 1967) y ya fue blanco de otros ataques similares.
Previamente al atentado de ayer en Tel Aviv, se hablaba en Israel de aflojar las condiciones del toque de queda en las ciudades ocupadas, y de reanudar los contactos israelíes con funcionarios palestinos. Pero el segundo atentado por segundo día consecutivo contra blancos israelíes parecía disipar esa esperanza. “Es lo de siempre –dijo bajo anonimato un funcionario del gobierno–. Cuando se empieza a hablar de paz, ellos atacan de nuevo.”
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