EL MUNDO › EL REGIMEN ISLAMICO DIJO QUE CONTINUARA CON SU PROGRAMA NUCLEAR
Los quince miembros del Consejo de Seguridad votaron en forma unánime a favor de un paquete de restricciones económicas que se implementarían si Teherán no suspende su programa nuclear.
Después de meses de negociación, el Consejo de Seguridad de la ONU se puso de acuerdo y condenó las ambiciones nucleares de Irán. Los 15 miembros votaron unánimemente a favor de un paquete de sanciones económicas que se implementarían si Teherán no suspende su programa nuclear y todas las actividades relacionadas con él en los próximos dos meses. La resolución prohíbe la compra o venta de cualquier bien que pudiera ser utilizado para el programa nuclear iraní, congela los activos financieros de personas y empresas vinculadas a estas actividades y mantiene un control estricto de sus viajes en el exterior. Pero las restricciones no han cambiado la voluntad del régimen islámico, que ayer reafirmó que continuará con su plan nuclear. Para Estados Unidos, el gobierno que más presionó para la aprobación de las sanciones, la resolución fue insuficiente.
La resolución 1737, redactada por Francia, el Reino Unido y Alemania –la misma troika europea que lideró las negociación con Irán en los últimos años– vuelve a reclamar la suspensión de todas las actividades nucleares. “Irán debe, sin mayor demora, suspender todas sus actividades nucleares sensibles en términos de proliferación, como el enriquecimiento de uranio y el reprocesamiento, incluyendo la investigación y desarrollo, de manera verificable”, consignaron los miembros del consejo en el texto. Estos países siguen asegurando que las ambiciones nucleares de Teherán no tienen objetivos solamente civiles, como afirma el gobierno islámico, sino que es un primer paso hacia la construcción de una bomba nuclear. Irán tendrá 60 días para cumplir con estas demandas y la Organización Internacional Energía Atómica (OIEA) será la responsable de verificarlo y presentar las pruebas ante el Consejo de Seguridad dentro de dos meses. Si este organismo determina que el régimen islámico no ha cumplido, el consejo podría aprobar sanciones económicas aún más severas.
Este parecería ser el escenario más probable ya que las autoridades de Teherán se esforzaron en mostrarse firmes y aseguraron que no darán un paso atrás. “Esta nueva resolución no será un impedimento para el progreso nuclear iraní”, aseguró el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mohammad Ali Hosseini. El presidente del Parlamento iraní, Gholam Ali Hadad Adel, fue más duro y advirtió que las sanciones podrían hacer peligrar la relación entre su gobierno y la OIEA.
Irán, como miembro del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, debe aceptar el control y la supervisión de los expertos de la OIEA. Sin embargo, a lo largo de esta crisis, el gobierno islámico dejó entrever en varias ocasiones la posibilidad de salirse del tratado. Ayer volvieron a cuestionarlo y a la ONU. “El Consejo de Seguridad está imponiendo sanciones a un miembro del Tratado de No Proliferación Nuclear que, al revés que Israel, nunca ha atacado o amenazado con atacar a otro miembro” de la ONU, afirmó el embajador iraní ante la ONU, Javad Zarif.
Para el diplomático, Naciones Unidas demostró su doble standard ayer al sancionar a un país por su posible intensión de obtener una bomba nuclear, al tiempo que no cuestiona a Tel Aviv, un país que no adhirió al Tratado de No Proliferación Nuclear y que hace poco dejó entrever que tiene capacidad nuclear. La decisión fue política e ilegal, según Zarif. “La aprobación de esta decisión demuestra que algunos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, especialmente Washington y Londres, quieren hacer uso de esta entidad para conseguir sus objetivos”, denunciaba también la agencia iraní ISNA.
Estados Unidos optó por no contestar a las críticas del gobierno iraní. En cambio, siguió presionando para avanzar en la aprobación de más sanciones. “No creemos que esta resolución por sí sola sea suficiente. Queremos que la comunidad internacional vaya más allá”, aseguró Nicholas Burns, secretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos. “Intentaremos convencer a los países, entre otros a los países de la Unión Europea, Japón, de que contemplen algunas medidas financieras que tomamos”, agregó. Pero Europa está ahora concentrada en convencer a Irán de que vuelva a la mesa de negociación, y no en endurecer más las posturas.
En tanto, los dos principales aliados de Irán en el Consejo de Seguridad, Rusia y China –dos países con poder de veto, nada menos–, tampoco apoyarían una nueva resolución tan pronto. Moscú consiguió ayer presionar para suavizar las sanciones contra Teherán. Después de retrasar varios días la votación, finalmente la delegación rusa –previo llamado de George Bush a Vladimir Putin– decidió permitir la aprobación de sanciones. Sin embargo, Moscú sigue siendo uno de los principales socios económicos del régimen iraní.
Beijing también demostró ayer que su alianza con Teherán no ha muerto ni mucho menos. Mientras algunos líderes occidentales vaticinaban que la resolución sería el comienzo del aislamiento del régimen islámico, China firmaba un acuerdo de cooperación a largo plazo. Los dos países firmaron ayer una carta de intención para desarrollar un proyecto gasífero en Irán con un presupuesto de 16 mil millones de dólares. El plan para explotar el gigantesco campo en el Golfo Pérsico tomará unos ocho años y, a partir de allí, los dos países compartirán el gas licuado que extraigan. Una alianza a largo plazo que seguramente pesará en las próximas votaciones en Nueva York.
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