El Ejército estadounidense detuvo a seis iraníes en Bagdad la semana pasada en varias redadas nocturnas. Según informó el diario The New York Times, entre los detenidos se encuentran dos importantes jefes militares y dos diplomáticos, que habían sido invitados por el gobierno iraquí. Ayer el vocero del Ministerio del Exterior iraní, Mohamad Ali Hoseini, calificó de ilegal la detención de los diplomáticos y advirtió que habrá consecuencias desagradables. La Casa Blanca, por su parte, se limitó a confirmar que mantiene bajo custodia a cuatro de los detenidos y que los diplomáticos ya han sido liberados.

Las detenciones parecen ir en sentido contrario a las propuestas del informe Baker-Hamilton, que recomienda acercarse a Irán para integrarlo en un proceso de estabilización de Irak. Según el diario neoyorquino, las redadas disgustaron no sólo a las autoridades iraníes, sino también a las iraquíes, que actualmente están intentando convencer al régimen islámico para que coopere con la pacificación del país. El gobierno islámico iraní está dominado por la corriente chiíta, la misma que profesa la gran mayoría de los iraquíes. Al parecer, al ejecutivo iraquí le molestó que una de las redadas se realizara en el complejo residencial de Abdulaziz al Hakim, el presidente del grupo chiíta Asamblea Suprema para la Revolución Islámica (ASRI), quien estuvo en Washington hace sólo tres semanas.

Las autoridades de Bagdad han decidido esta vez unir fuerzas con sus pares de Teherán para liberar a los detenidos que todavía siguen en custodia de los estadounidenses. El ejército no ha identificado a los cuatro iraníes ni ha dicho dónde los tiene. Washington, en tanto, sigue manteniendo que no dialogará con el gobierno de Mahmud Ahmadinejad, al que acusa de desestabilizar la situación en Irak y apoyar a los sectores chiítas más radicales.