Mar 26.12.2006

EL MUNDO  › TESTIGO CLAVE DEL ENVENENAMIENTO CON POLONIO 210

Cayó preso el espía Scaramella

› Por Peter Popham *

Desde Milán

Mario Scaramella, el italiano que se reunió con Alexander Litvinenko en un sushi bar de Londres el día que el ex espía ruso fue fatalmente envenenado con polonio 210, pasó el feriado en prisión en el centro de Roma después de ser arrestado por la policía a su regreso desde Londres en Nochebuena. Se espera que sea interrogado por un juez investigador mañana. Scaramella, un experto en el contrabando de materiales nucleares de Rusia a Occidente, fue arrestado en el aeropuerto de Nápoles, la ciudad en la que reside.

La policía lo esperó en la pista cuando aterrizó el avión de British Airways. Fue llevado a Roma y encerrado en la prisión Regina Coeli en el centro de la ciudad. Un vocero de la policía dijo que Scaramella puede ser acusado de tráfico de armas y de difamación, pero que sería interrogado por un magistrado mañana. Scotland Yard dejó en claro que el arresto de Scaramella no tenía conexión con la cruenta y misteriosa muerte del ex agente de la KGB. Cuando surgió todo el furor, el italiano explicó que había arreglado el encuentro para mostrarle a Litvinenko un correo electrónico que advertía que ambos hombres eran un objetivo de los asesinos rusos. Litvinenko inicialmente culpó a Scaramella de haberlo envenenado, y los sitios web rusos y chechenos lo identificaron como el culpable. Pero aunque la policía británica lo investigó exhaustivamente con respecto a su relación con Litvinenko, su nombre nunca figuró en una lista oficial de sospechosos.

Pero la súbita notoriedad de Scaramella en conexión con Litvinenko lo puso en primer plano con sus actividades en Italia. El napolitano de 36 años con cara de bebé, proveniente de una adinerada y prominente familia relacionada con jueces y profesores, se hizo muy conocido en los últimos cinco años a raíz de su trabajo como experto en inteligencia rusa con la comisión parlamentaria que investigaba la interferencia de la KGB en Italia. Establecida por el entonces primer ministro Silvio Berlusconi para revisar los archivos del doble agente y desertor de la KGB Vassily Mitrokhin, la comisión Mitrokhin estuvo dedicada, en su mayor parte, a buscar la escoria relacionada con el comunismo para tirársela a la cara a los adversarios políticos de Berlusconi.

Scaramella fue nombrado consultor en la comisión por su presidente Paolo Guzzanti, un senador por el partido Forza Italia de Berlusconi, y vicedirector de Il Giornale, el diario propiedad del hermano de Berlusconi. Scaramella le resultó útil a Guzzanti porque tenía muchas relaciones entre los desertores de la KGB y la FSB en Occidente, y un conocimiento aparentemente exhaustivo de las minucias de las intrigas del espionaje en la ex Unión Soviética. Pero para algunos miembros de la comisión, la información provista por Scaramella pareció tan dudosa como las credenciales del napolitano. Scaramella declaró que un barco de guerra soviético plantó deliberadamente veinte torpedos nucleares en el fondo de la bahía de Nápoles. Los mafiosos napolitanos, sostuvo, fueron convencidos entonces por agentes de la KGB de que instalaran un reactor nuclear en miniatura en sus jardines del fondo sobre las laderas del Etna, conectados a una antena para detonar torpedos. Son historias que parecen levantadas de las páginas de una tonta novela de espionaje de la Guerra Fría.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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