La familia pretendía un lugar especial en la Escuela Militar para el ánfora del dictador, pero el general Oscar Izurieta contestó que no quería recuerdos que provoquen divisiones en el ejército. Los Pinochet le ofrecieron otras dos alternativas y otra vez recibieron la negativa de Izurieta.
Los restos del dictador Augusto Pinochet no son bienvenidos en el ejército chileno. Así lo determinó el jefe de esa institución, general Oscar Izurieta, quien rechazó un pedido de la familia de Pinochet para que sus cenizas quedaran en un ánfora en un sitio de honor en la Escuela Militar del Libertador Bernardo O’Higgins. Los Pinochet no quedaron conformes con la respuesta y le plantearon a Izurieta otras dos alternativas, que también fueron rechazadas. En tanto, se dio a conocer una carta póstuma del ex dictador, entregada hace dos años a su fundación y en la que afirmó que volvería a encabezar un golpe de Estado pero “con mayor sabiduría”. Además se supo a través de una investigación de la policía civil que su fortuna provendría de comisiones por compras de armamento.
El primer pedido presentado a Izurieta pretendía cumplir el anhelado sueño de Pinochet: permanecer en un sitio de honor en la Escuela Militar. Pero según el comandante en jefe, mantener las cenizas en ese lugar marcaría para siempre a la escuela de formación de oficiales. Era seguro, además, que el lugar comenzaría a ser foco de ataques directos o verbales de los detractores del ex dictador o de actos y celebraciones de sus partidarios. Todo ello avivaría las pasiones, teniendo a los cadetes como “el jamón del sandwich”.
La viuda de Pinochet, Lucía Hiriart, y sus hijos presentaron entonces una segunda alternativa: que las cenizas quedaran en la catedral castrense. Izurieta respondió que si bien eso debían resolverlo las autoridades del recinto religioso, él tampoco estaba de acuerdo, porque al igual que en la anterior alternativa había un alto riesgo de ataques y manifestaciones de apoyo. Los Pinochet recurrieron entonces a los responsables de la catedral, quienes le pasaron la pelota nuevamente a Izurieta al afirmar que allí se hace lo que establece el ejército y que ya sabían que el comandante en jefe no estaba de acuerdo.
Ya bastante molesta con las reiteradas negativas, la familia Pinochet hizo un tercer pedido: que los restos del ex dictador fueran mantenidos en un regimiento en el cual éste hubiese servido o mandado. Izurieta volvió a negarse. Entonces el jefe del ejército hizo su oferta: la institución estaría dispuesta a esparcir las cenizas del ex comandante en jefe en la Carretera Austral, que se identifica como una obra suya. Para ello el ejército pondría a disposición toda la logística y organización. Pero la familia Pinochet afirmó no querer deshacerse para siempre de las cenizas. De esta manera, optaron por mantener la vasija en su parcela de Los Boldos, un lugar muy querido por el ex dictador.
La familia dijo estar “dolida” porque consideraron que el ejército le dio un pésimo trato a la figura del ex dictador, siendo que la institución “le debía muchas de sus glorias”. A pesar de esta tensión, fuentes castrenses informaron que el ejército mantendrá un apoyo de carácter administrativo a Lucía Hiriart, que incluye un chofer y un mayordomo, a los que se suma la seguridad en Los Boldos para resguardar las cenizas. Las medidas ya fueron autorizadas por el Ministerio de Defensa.
Por otro lado, se reveló que la fortuna del ex dictador provendría de las comisiones por la compra de tanques Leopard, del proyecto del cohete Rayo y de aviones Mirage comprados por la Fuerza Aérea de Chile, según el último informe de la Brigada Investigadora de Lavado de Activos de la policía civil (Brilac). El documento, de algo más de 400 páginas, difundido por el sitio de internet El Mostrador, detalló el mecanismo de Pinochet para utilizar a sus asistentes más cercanos con el objetivo de desviar patrimonio público hacia sus cuentas personales.
Según estableció la Brilac, gran parte de los cerca de 27 millones de dólares que depositó Pinochet en bancos extranjeros provendrían de los llamados gastos reservados destinados a la comandancia en jefe y de la llamada Casa Militar, el círculo de uniformados más cercano al ex dictador. En el desvío de fondos fiscales habrían participado sus secretarios personales Guillermo Garín, Jorge Ballerino, Ramón Castro, José Miguel Latorre (fallecido) y Juan Ricardo Mc Lean, entre otros.
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