Jue 28.12.2006

EL MUNDO  › LA JUSTICIA DISPUSO QUE VUELVA AL LUGAR DE EMBARQUE

Bolivia expulsó a un balsero

El cubano anticastrista Amaurys Samartino, un opinólogo mediático que apoya a los autonomistas, fue echado por no respetar su condición de refugiado político. EE.UU no lo quiere.

› Por Pablo Ortiz
Desde Santa Cruz

“Me están condenando a muerte”, gritó Amaurys Samartino. El disidente cubano acababa de recibir la sentencia de la Sala Tercera de la Corte de Distrito de La Paz y sabía que sus días en Bolivia estaban contados. Médico de profesión, Samartino se había convertido en una figura de la televisión sensacionalista de Santa Cruz de la Sierra y, sin importarle su condición de refugiado político, se había ocupado de criticar el nexo entre el gobierno de Evo Morales y el de Fidel Castro, hasta el punto que se convirtió en un incordio para la administración del Movimiento Al Socialismo. Fue así que al mediodía del 23 de diciembre, en la céntrica avenida Cañoto de Santa Cruz, un grupo de efectivos de inteligencia arrestó a Samartino y lo condujo hasta La Paz, para tramitar su expulsión del país.

Y es que Samartino nació sin suerte. O por lo menos sin esa suerte que le ha permitido a cientos de miles de sus compatriotas salvar con éxito las 100 millas náuticas que separan Cuba de Miami. En 1998 se aventuró al mar como otros balseros, pero fue interceptado por la marina estadounidense antes de que pudiera pisar al menos un cayo de la Florida. Pronto le quitaron sus documentos personales y lo enviaron a Bahamas. Allí pasó casi un año antes de ser trasladado a la base militar norteamericana de Guantánamo, donde conoció a los otros once disidentes con los que llegó a Bolivia un 24 de noviembre de 2000. En ese tiempo, en un “gesto de buena voluntad” con Estados Unidos, el gobierno del ex dictador Hugo Banzer Suárez acogió a estos doce refugiados políticos. Así, de ser rescatado del mar, terminó en un país mediterráneo.

Pero Samartino tampoco ayudó a su suerte. Desde su llegada se transformó en un habitué de los programas de opinión de la televisión nocturna cruceña y era capaz de hablar desde la pericia de sus colegas médicos isleños, del supuesto adoctrinamiento camuflado como alfabetización, hasta el ingreso de armas venezolanas camufladas como medicamentos cubanos. Eso sin contar de los planes de los exiliados cubanos en Miami para “devolver la libertad a la isla”.

Pero toda esa verborragia no fue suficiente para colmar la paciencia de Evo. La gota que rebasó el vaso surgió a principios de diciembre, cuando Samartino fue identificado como uno de los cabecillas de un apriete que grupos autonomistas le hicieron al vicepresidente, Alvaro García Linera. Liderados por un ex presidente cívico cruceño, tomaron el hotel donde debía alojarse García Linera para negociar con el movimiento autonomista, por lo que la autoridad, que fungía como presidente en ejercicio, ni siquiera pudo aterrizar en Santa Cruz.

Samartino se había metido a fondo en el movimiento autonomista cruceño e incluso el Comité pro Santa Cruz salió en su defensa al saber de su detención. Hicieron conferencias de prensa y vigilias antes de que saliera el fallo. Sin embargo, su suerte ya estaba echada desde septiembre, cuando la ministra de Gobierno le revocó su permiso para permanecer en Bolivia. La causa de Samartino fue indefendible. El Ejecutivo estaba dispuesto a hacer valer su soberanía y deshacerse de este clavo en el zapato.

“Me están condenando a muerte. Siempre se decía que en Bolivia mandaba la embajada norteamericana, pero ahora manda la cubana”, grita Samartino. Sin importar que su profecía se cumpla, él ya es un mártir para los autonomistas. Lo único que falta para su expulsión es saber dónde se lo enviará. El fallo judicial dice que debe volver “al puerto de embarque”, Guantánamo, pero los estadounidenses no quieren saber de él, por lo que sería enviado “a un tercer país”.

Si no lo encuentran, Cuba lo recibirá con los brazos abiertos, ya que, según el embajador Rafael Dausá, tiene cuentas pendientes en la isla por estafa (estafó 40 mil dólares a un ciudadano cubano) y por desviar medicamentos para venderlos en el mercado negro.

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