Referente intelectual de la oposición en Venezuela, el periodista Teodoro Petkoff dijo que su país “va hacia un totalitarismo light”, pero señala que el presidente Hugo Chávez ganó las elecciones limpiamente y que “no ejerce los poderes dictatoriales” que le dio la nueva Constitución.
› Por M.A. Bastenier *
Desde Caracas
Teodoro Petkoff es sólo el director de un modesto pero notable diario de opinión, Tal Cual; no ocupa cargo alguno, ni en el Estado ni en la oposición, pero es el líder virtual, el referente intelectual de la oposición al chavismo, esa ideología que, afirma su autor, el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, sin que por ello le aletee la pestaña, está implantando en Venezuela: “El socialismo del siglo XXI”.
Petkoff, o Teodoro, como le llaman propios y extraños, nació en un pueblito cercano a Maracaibo, estado de Zulia, hijo de búlgaro ortodoxo y médica judía, pero ambos con más antropología que religión, y refundados en Caracas como promotores de una industria litográfica. Allí se formó un intelectual que nunca ha dejado de ser de izquierdas y fue, cronológicamente, comunista, guerrillero y ministro del democristiano Rafael Caldera en los ’90.
El 3 de diciembre, Chávez –el militar que en 1992 fracasó como golpista– obtuvo una victoria excepcional e irreprochable en las presidenciales por 62 a 38 por ciento sobre Manuel Rosales, gobernador de Zulia, y muchos dicen que una creación política del doctor Petkoff.
“No hay nada que criticar de los resultados. Revisamos el Registro Electoral y se aceptaron todas nuestras objeciones. El grado de irregularidades, que las hubo, como la inclusión de colombianos residentes, fue el de siempre en Venezuela.” Y si el pueblo así lo ratifica, ¿hacia dónde vamos? “El régimen marca una tendencia –compatible con partidos, libertad de prensa y elecciones– muy clara. Es autoritario, y así es como Chávez acaba de decidir, sin consultar con nadie, la fusión de las formaciones políticas que lo siguen en un partido único. Esto es una autocracia en el sentido de que no hay separación de poderes y todos los reúne Chávez; y el sistema es militarista, como demuestra la reciente creación del grado de comandante en jefe del ejército, que, sin embargo, ya lo era como presidente, pero que es un rango inventado exclusivamente para su persona, porque en el decreto se habla de presidente, cuando –otra innovación de Chávez– hay que decir presidente/presidenta. Pero son poderes que no ejerce dictatorialmente, aunque con la Constitución podría hacerlo.”
Es posible que esté siguiendo el consejo de Gramsci cuando decía que, gane quien gane las elecciones, sigue gobernando siempre la derecha, porque los cuerpos intermedios de la sociedad están en sus manos, y Chávez a lo que va es a copar esos cuerpos para que su régimen sea irreversible. “El petroestado venezolano quiere engullirlo todo. En el deporte, englobando en una sola persona el nuevo Ministerio del Deporte, el Comité Olímpico y el antiguo Instituto del Deporte; en la cultura, con una política de subsidios a grupos, compañías y editoriales que cierran o pactan, todo lo que lleva a la polarización cultural; en el terreno de los derechos humanos, con una ley para maniatar las ONG que trabajan ese campo, en un país donde hay 400 presos muertos en las cárceles al año y la policía crea los llamados grupos de exterminio, que se supone que matan malandros (maleantes), pero así se empieza; en la educación, con las clases para inculcar a los niños los valores del régimen, aunque ahí nos ampara la incompetencia del sistema, porque primero hay que formar maestros que nos formen y no los hay; en la universidad, con una amenaza a su autonomía, y cuyos rectores pretende nombrar el ministro; y con la reforma del ejército, basada en la creación de una reserva de 100 mil hombres, aunque deben ser menos, que, junto a la guardia territorial, ambos cuerpos voluntarios, son una fuerza paralela a las órdenes directas de Chávez. Vamos a un totalitarismo light.”
Pero Petkoff –¿quién lo diría?– es optimista, porque considera que el 3 de diciembre ha puesto en pie una oposición unida que no existía anteriormente. “Se ha vuelto al voto”, porque en las anteriores legislativas el antichavismo se abstuvo y por eso no hay diputados de oposición en la Asamblea. “¡Qué disparate!”, se lamenta el profesor. A mediados de 2008 habrá comicios a gobernadores de estados y alcaldías, y para entonces cuenta Petkoff con que, en torno de Rosales, el antichavismo dé el Do de pecho. “Con más de cuatro millones de votos –contra siete– que dicen no, la oposición se ha reencontrado a sí misma. Si hay, como el día 3, garantía de pureza del sufragio, podremos conquistar gobernaciones –hoy dos sobre 20– y alcaldías.” Por eso cree que al Gramsci caribeño se le puede vencer en su propio terreno por “un país que comprenda que se puede formar una mayoría que sea superior a la chavista”.
Y en todo ello han de jugar un papel decisivo los medios de comunicación, que, si hace un par de años eran muy mayoritaria y ferozmente antichavistas, hoy parece que buscan acomodos de supervivencia. “Hay una regularización de la situación”, en el sentido, aclara, en el que se empleó el término en 1818 entre Bolívar –el libertador– y Morillo –el general español que combatía a los patriotas– cuando acordaron regularizar (humanizar) la guerra. “Los partidos están volviendo a ser partidos, los sindicatos, sindicatos, una parte de la prensa busca un modus vivendi, dejar de ser por definición beligerantes, pero sin renunciar por ello a la crítica.” En televisión la cosa parece, sin embargo, más acuciante. Una de las dos grandes cadenas –sobre seis en todo el país– que es declaradamente antichavista, RCTV, podría ver revocada su licencia en 2007. La cadena asegura que tiene licencia para muchos años, pero el poder replica que expira el año próximo. “Podría producirse un revocatorio, y como Chávez es muy astuto, de una gran inteligencia aunque de formación caótica, de lectura voraz pero desordenada, no la estatalizarían sino que se la darían a algún capitalista de la nueva boli-burguesía. Está creando un imperio mediático, con la compra de radios y televisiones locales, neutralizando diarios.” Siempre Gramsci.
¿Se parece a alguien este líder tropical, torrencial y, también, descomunal? Uno piensa que al peronismo. “Sí, pero con diferencias. Perón organizó a la clase obrera argentina, y Chávez no podía hacerlo porque aquí no hay clase obrera; lo que hizo, todo un milagro, es empoderar a los pobres urbanos.” ¿Castro-peronismo, entonces? “Estaba perdido, sin saber por dónde tirar en 2003 y los cubanos lo salvaron creando las misiones barrio adentro, que son mesas técnicas de barrio como en Cuba”, comités que tanto adoctrinan como hacen de auxiliares sociales.
Y no sólo hay una burguesía chavista que se adorna hoy con la escarapela bolivariana, sino una nueva clase de lumpen que empieza a dejar de serlo. El que visite cualquiera de los pueblos fuertemente chabolizados en los alrededores del aeropuerto de Maiquetía verá cómo a casas de 10 o 12 metros cuadrados, cartón, hojalata y madera podrida, se les ha colgado el arrogante letrero de “Se vende”. Sus propietarios son beneficiarios del asistencialismo chavista, que ascienden en la escala social mientras otros, menos favorecidos, también mejoran, sin embargo, cuando compran una de esas propiedades de la banlieue caraqueña. Movilidad de indigente a pobre a secas. “Chávez no es católico ni protestante, sino siempre lo que le convenga. Habla, eso sí, como un predicador evangélico. Aunque es un católico ateo.”
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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