Dom 31.12.2006

EL MUNDO  › HAY MAS DE 20 HERIDOS Y DOS DESAPARECIDOS ENTRE LOS ESCOMBROS

Bomba de ETA para romper la tregua

La tregua de nueve meses y el plan de paz de Rodríguez Zapatero volaron por el aire al estallar una bomba en un estacionamiento del aeropuerto de Barajas. El proceso se había estancado por la falta de apoyo de la oposición y la intransigencia de las partes.

› Por Oscar Guisoni

Desde Madrid

ETA rompió ayer por sorpresa la tregua que mantenía desde el 24 de marzo pasado con un violento atentado en el parking D del aeropuerto madrileño de Barajas que dejó dos personas desaparecidas y una veintena de heridos. Un auténtico regalo envenenado de fin año para el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quien apenas veinticuatro horas antes se había manifestado optimista a propósito de la marcha del proceso de paz.

El ataque, perpetrado con una furgoneta cargada de explosivos, se produjo a las 9 de la mañana y fue previamente anunciado por tres llamadas telefónicas que reivindicaron la autoría del grupo separatista vasco. La policía tuvo tiempo de desalojar el estacionamiento antes de la explosión, pero la virulencia de la bomba, que destruyó tres de los cuatro pisos del edificio recientemente inaugurado, hizo que dos personas de origen ecuatoriano, una de ellas un joven de 19 años que dormía en su coche esperando a que su madre recogiera un pasajero, quedaran sepultados bajo los escombros. El aeropuerto de Barajas quedó sumido en el caos durante cuatro horas, luego de que se suspendieran todos los vuelos en medio de un día especialmente agitado por el comienzo de las vacaciones de fin de año. Es la primera vez en la historia que ETA rompe una tregua sin anunciar días antes sus intenciones.

El atentado supone un duro golpe para el gobierno socialista ya que sepulta definitivamente el proceso de paz que comenzó con el anuncio en marzo de la tregua armada por parte del grupo vasco. Rodríguez Zapatero, visiblemente afectado por el ataque, anunció ayer por la tarde que quedaban interrumpidas todas las iniciativas políticas tendientes a lograr un acuerdo definitivo de paz con los separatistas y reafirmó su convicción de que con violencia no hay posibilidad alguna de diálogo.

El líder de la oposición, Mariano Rajoy, reaccionó con cautela y se limitó a pedirle al gobierno que suspendiera las negociaciones, algo que Zapatero confirmó unas horas después. El Partido Popular se había opuesto desde un principio a que se llevaran a cabo negociaciones con los separatistas, rompiendo de ese modo una tradición antigua de la democracia española en la que la oposición apoyaba siempre al oficialismo en materia de política antiterrorista. Este hecho había quitado mucho margen de maniobra al Ejecutivo socialista que se vio impedido de hacer concesiones políticas significativas a la banda vasca a cambio del cese del fuego, lo que llevó a que el proceso de estancara durante los últimos tres meses.

Si a la virulencia del ataque que dejó en ruinas el moderno parking de la recientemente inaugurada Terminal 4 de Barajas se le agregara la confirmación en las próximas horas de que las dos personas desaparecidas en la tragedia han muerto, el golpe terminará por tener una magnitud mayor a la que quizá la propia ETA esperaba. Una prueba de ello la dio la comparecencia pública ayer por la tarde de Arnaldo Otegi, líder de Herri Batasuna, el brazo político de los separatistas vascos, quien manifestó su solidaridad con las víctimas y manifestó su deseo de que el proceso de paz no quedara interrumpido a pesar del atentado. Otegi desaprovechó la oportunidad que le dio por la mañana el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de condenar con dureza el ataque, lo que habría significado una fuerte ruptura entre el aparato etarra y su entorno político.

La bomba que explotó ayer en Madrid terminó por dinamitar un proceso que se encontraba moribundo desde agosto. A lo largo de los nueve escasos meses que duró la tregua, las partes en conflicto no pudieron dar un solo paso significativo para acercar sus posiciones. Los socialistas se empecinaron en exigirle a Herri Batasuna que condenara la lucha armada como paso previo para iniciar cualquier tipo de negociación, mientras que los independentistas se negaron a seguir ese camino hasta que el gobierno no diera claras muestras de que estaba dispuesto a un diálogo político profundo con el objetivo de acrecentar la autonomía del País Vasco. Batasuna pretendía también incorporar a la Comunidad Foral de Navarra en las negociaciones, al considerar que también forma parte del País Vasco, a la vez que esperaba que el gobierno francés se involucrara en las negociaciones, aceptando algo que Francia jamás ha aceptado: que el País Vasco francés y el español forman parte de una misma unidad territorial, histórica y cultural.

A diferencia de la actitud que tomó el gobierno de José María Aznar durante la tregua anterior, en 1999, cuando el Estado acercó los presos etarras a las prisiones del País Vasco, cumpliendo con una vieja reivindicación de los independentistas, la administración Zapatero se negó a hacer una sola concesión hasta que no hubiera una clara señal por parte de ETA de que esta vez su voluntad de dejar la lucha armada era definitiva. El grupo armado resolvió ayer salir del atolladero político en el que se encontraba como mejor lo sabe hacer: cometiendo un atentado que pone fin de ese modo a las esperanzas de paz de la sociedad española tal vez por muchos años.

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