La aventura iniciada por un grupo de actores se extendió a todo el país y los políticos reaccionaron.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
La aventura comenzó a mediados de octubre en el distrito número uno de París. Augustin Legrand, el actor que fundó la asociación de solidaridad con las personas que carecían de un techo para dormir, los Hijos de Don Quijote, pasó con dos amigos la primera noche a la intemperie bajo una carpa junto a los llamados SDF (sin domicilio fijo). Legrand no pensaba ocupar la escena política sino despertar del letargo invernal la indiferencia ante el masivo drama de los sin techo. “Los SDF nos enseñaron cómo había que utilizar pedazos de cartón para protegernos de la humedad y del frío provenientes del piso”, decía. Durante seis semanas, los tres amigos repitieron la experiencia en varios puntos de París. A principios de noviembre intentaron desplegar las carpas en la Plaza de la Concorde, pero la policía los desalojó. Luego se instalaron a orillas del Canal Saint Martin en lo que sería el bastión de la defensa de los SDF. La asociación creció y con ella un movimiento de solidaridad que hoy se propagó por toda Francia y hasta obligó al conjunto de la clase política, tanto de izquierda como derecha, a intervenir en el terreno.
En París, la población se plegó rápidamente al movimiento. Decenas de personas con viviendas y trabajos estables se compraron una carpa y se mudaron por unos días a orillas del canal. Al principio eran un puñado, ayer ya eran casi 300 las carpas instaladas. Augustin Legrand ganó su apuesta. En Francia, las cifras de las personas sin techo o que residen en viviendas precarias son impresionantes. Hay un total de 3.207.500 personas que viven en sucuchos, en hoteles o en la calle. De eso poco más de tres millones, 68% vive en una casa sin confort o con exceso de habitantes, 29,1% carece de domicilio personal y 2,1% de domicilio fijo. Augustin Legrand tiene una idea muy clara de su próximo objetivo: “Hace falta un plan Marshall contra la pobreza”. Aunque rehúse ocupar el centro del escenario que él mismo creó, Augustin Legrand puede saborear una forma de victoria: el gobierno tuvo que proponer un plan de urgencia –90 millones de dólares– para los indigentes; la oposición socialista se apura por acercarse a un movimiento cuya causa ha tocado el corazón de la sociedad y todos los partidos prometen adoptar de inmediato la Carta del Canal Saint Martin. Se trata de un documento que consta de seis artículos que propone abrir los centros para recibir a los SDF 24 horas y los 365 días del año, de humanizar las condiciones en que se atiende a la gente, de crear de inmediato una oferta consistente de viviendas temporarias, de incrementar las viviendas sociales y, sobre todo, de hacer que el derecho a la vivienda sea obligatorio. Casi todos los candidatos a la presidencia se comprometieron a adoptar o a analizar la carta, incluso el ministro de Interior y candidato conservador Nicolas Sarkozy. Objeto de desprecio, de indiferencia y hasta de asco, los SDF son hoy los destinatarios de muchas atenciones. Gente oriunda de todos los barrios de París no sólo vienen a orillas del Canal Saint Martin a compartir un puñado de noches con los sin techo. Vecinos y más lejanos traen comida, frutos secos, ropa, frazadas. Después de la donación, la gente hace cola ante una mesa improvisada para firmar la Carta del Canal Saint Martin.
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