EL MUNDO
Un día de furia que dejó a la Bolsa hecha bolsa
En un desastre político para George W. Bush, los inversores huyeron espantados ayer de Wall Street por los escándalos empresarios. El desplome de la Bolsa fue el peor registrado desde octubre de 1998.
El mercado financiero cayó de modo catastrófico ayer debido al nerviosismo y la desconfianza que desencadenaron los escándalos corporativos y las fricciones políticas estadounidenses: la Bolsa de Wall Street volvió a desplomarse, cayendo por debajo de los 8000 puntos, su nivel más bajo desde octubre de 1998, generando fuertes pérdidas en todo el mundo. A la ola de destapes de irregularidades en las ganancias de firmas norteamericanas se suman el anuncio de que la farmacéutica Johnson & Johnson y la automotriz Daimler-Chrysler están bajo la lupa de las autoridades federales, y ya se prevé un final de bancarrota en los próximos días del gigante de las telecomunicaciones Worldcom. Además, el diario The Wall Street Journal publicó ayer un dato jugoso que mancha al actual vicepresidente norteamericano Dick Cheney, acerca de que la empresa energética Halliburton que estaba bajo su conducción creó (en 1998) una subsidiaria con el solo propósito de aumentar su liquidez a corto plazo.
Los escándalos financieros llevaron a los inversores a darle la espalda a Wall Street, que ayer cerró las operaciones con un derrumbe del 4,64 por ciento en el índice Dow Jones de industriales, y una baja del 1,79 por cierto en el promedio del panel tecnológico, el Nasdaq. El Dow Jones cerró con una merma de 390,23 puntos y se estableció en 8.019.26 unidades, mientras que el Nasdaq cayó 37,88 puntos y se ubicó en 1.319.07 unidades. El índice Standard & Poor’s 500, el más representativo de la tendencia general, se depreció 3,84 por cierto para finalizar en 847.75 unidades, lo que significa una baja de 33,81 puntos. Todos los mercados mundiales cayeron ayer, con Wall Street aventurándose por debajo del nivel de los 8000 puntos, por primera vez desde 1998, y con fuertes pérdidas en las plazas europeas, latinoamericanas y asiáticas, en el marco de un pesimismo generalizado.
Los datos contradicen de cuajo las declaraciones que hizo Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, esta semana en su informe semestral al Congreso acerca de que “los fundamentos están en su lugar para un retorno a un sólido crecimiento sostenido”, y atribuyó la falta de dinamismo a la persistencia de “considerables incertidumbres”, agravadas por los recientes escándalos financieros. La piedra angular de los escándalos sobre fraude financiero, el gigante de las telecomunicaciones WorldCom, podría declararse en quiebra en los próximos días, en la que sería la mayor bancarrota de la historia estadounidense. WorldCom, que reveló a fines de junio malversaciones contables por una suma de 3850 millones de dólares, podría pedir la protección de la ley de quiebras el domingo o a comienzos de la semana próxima, según vaticinaron varios medios norteamericanos. El ex grupo estrella de las telecomunicaciones está siendo sujeto a la demanda judicial que los ahorristas californianos le exigieron este jueves por el monto de 300 millones de dólares, y ayer un pedido de esa índole fue contra la firma francoamericana Vivendi y su ex presidente, Jean-Marie Messier.
The Wall Street Journal recordó ayer que Halliburton, la compañía de servicios petroleros y proyectos inmobiliarios encabezada entre 1995 y 2002 por el actual vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, fue objeto a fines de los años ‘90 de varios juicios por el uso de amianto en sus construcciones, cuyas consecuencias financieras para la empresa fueron desastrosas. Algunas de esas causas terminaron con grandes derrotas legales y, en consecuencia, Halliburton creó una compañía controlada con la sola finalidad de obtener, a tasas más bajas, dinero líquido en plazos cortos, y así sostener su actividad empresarial.
Aunque la práctica no es ilegal, echa una nueva sombra sobre la empresa texana, ya en la mira –así como su ex director, Cheney– de las autoridades norteamericanas. En las últimas semanas, tras el comienzo en mayo de una investigación de la SEC (el ente de control bursátil) sobre Halliburton, llovieron las iras de un grupo de abogados, conocido como Judicial Watch, dispuesto a acusar a Cheney y a la empresa por fraudes de balancevinculados con la adopción, en 1998, de procedimientos “discutibles” para contabilizar los resultados de diversas actividades de construcción.
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