Dom 14.01.2007

EL MUNDO  › ESCENARIO

El chabón la tiene re-clara

› Por Santiago O’Donnell

¡Che, ta, buenísimo el plan de Bush! ¿Qué hace un buen entrenador cuando su equipo va perdiendo? ¡Se la juega! ¡Mete más delanteros! ¿Qué son 20.000 soldados más, si ya tiene 140.000 en Irak? Nada, un vuelto. Estamos hablando de Estados Unidos, el campeón mundial de todas las guerras. ¿Qué va a hacer? ¿Meterse atrás? Cuando los zurditos del Grupo de Estudios de Irak recomendaron exactamente eso, ¿qué hizo el genio Bush? Lo mismo que haría cualquiera si un médico le diagnosticara cáncer... ¡Buscar otras opiniones! El chabón la tiene re-clara. No va dejar que un par de cochesbomba y algunas muertes lo saquen del partido. ¿Qué son tres mil soldados muertos en un país de 300 millones? Nada, ni siquiera mueven el amperímetro. “Aun si nuestro plan funciona a la perfección, nuestros enemigos van a llenar las pantallas de televisión con imágenes de muerte y destrucción”, advierte Bush, para avivar a la gilada. “Aun si ganamos, no va a haber una rendición a bordo de un portaaviones, como en la época de nuestros padres y nuestros abuelos”, explica Bush. Rendirse está pasado de moda. ¿Acaso se rindió Saddam Hussein? En vez de ponerse el uniforme de gala y entregar el sable como Dios manda, lo tuvieron que sacar de una cueva, roñoso, peludo y demacrado como homeless de Skid Row.

¿Viste cómo lo presentó? Espectacular. Corbata celeste, tranqui, nada de rojo para irritar. Nada de bandera, nada de Salón Oval. Dio el discurso en la biblioteca de la Casa Blanca, con libros con lomo de cuero como telón de fondo, después de la hora de cenar. Luz tenue, clima intimista, frases simples, veinte minutos por reloj. Como si fueran dos viejos amigos, Bush y el televidente, se encerraran en un escritorio cuando lo chicos se van a dormir, para hablar tranquilos de un tema que preocupa. Antes, Bush había convocado a la Casa Blanca a los 20 presentadores de noticias más importantes de la televisión, para anticiparles, con un slide show-Power Point, el contenido de su mensaje. Imaginate al presi reunido con Santo, María Laura, Cristina, Guillermo y todos los demás antes de un discurso importante. ¡Genial!

¿Y qué dicen los zurditos perdedores del Grupo de Estudios? Bueno no tan zurditos porque está medio gabinete de su papá y Sandra Day O’Connor, la ex jueza de la Corte Suprema que en el 2000 le sirvió en bandeja la presidencia cuando los votos no le alcanzaron. Será que están medio gagá, o que están celosos porque Bush hijo no los llamó, no importa. Lo que importa es la sarta de barbaridades que escribieron, aunque por suerte nadie se tomó el trabajo de leerlas.

Por ejemplo, dijeron que “nadie puede garantizar que cualquier estrategia que se adopte en Irak a esta altura de los acontecimientos pueda frenar la guerra sectaria, la creciente violencia o el deslizamiento hacia el caos”. ¿Para eso se juntaron? No sé, estos tipos deben pensar que Irak es Suiza, porque se quejan por cualquier cosa. Dicen que los iraquíes no reciben “servicios básicos” como “electricidad, cloacas, servicios de salud y educación”. Y que en Bagdad “la situación es peor”. ¿Qué quieren, un Sheraton?

Encima se la agarran con el pobre ejército iraquí que demasiado hace. “Las unidades no tienen liderazgo.” “Las unidades no tienen equipamiento.” “Las unidades no tienen personal.” “Las unidades no tienen equipamiento y apoyo logístico.” Menos mal, porque “existen serias dudas sobre el compromiso de estas unidades con los objetivos del país en vez de objetivos sectarios”.

Estos tipos del Grupo de Estudios siempre ven el vaso medio vacío. Si los soldados iraquíes no quieren ayudar, ¿qué importa que sean una manga de inútiles?

Encima se ensañan con la policía, como hacen acá en la Argentina: “El estado de la policía iraquí es sustancialmente peor que el del ejército iraquí”. Acá mostraron la hilacha. Después de leer el párrafo anterior, ¿alguien puede creer que es posible estar “sustancialmente peor” que el ejército iraquí? “La policía no puede controlar el crimen y rutinariamente se involucra en violencia sectaria, incluyendo detenciones innecesarias, torturas y asesinatos selectivos de civiles árabes sunnitas”. Y dale con la policía. ¿Y los encargados de seguridad en los ministerios? “Incompetentes, disfuncionales o subversivos.” O sea, no hay que confiar en los morochos. Vaya novedad. ¿Nunca oyeron hablar del Ku-Klux-Clan?

Pero acá no se salvan ni siquiera los señoritos del servicio diplomático. Los cráneos del Grupo de Estudios se quejan porque entre los mil empleados de la embajada en Bagdad apenas trece hablan un árabe fluido y otros 27, más o menos. ¿Y para qué están los traductores?

Es fácil echarle la culpa de todo a Bush, pero es muy difícil tomar decisiones acertadas cuando no te llega toda la información. Resulta que en un día de julio pasado hubo 1100 ataques en Irak, pero sólo se informaron 93 porque “la información sistemáticamente se transmite de tal manera que minimiza las discrepancias con los objetivos del gobierno”.

A pesar de todo Bush le encontró la vuelta. Lo primero que hace un líder inteligente es tomar todo lo bueno de las recomendaciones y descartar lo que no sirve. Lo bueno es que el informe recomienda un “contacto cercano y frecuente con el liderazgo iraquí”. Eso está bueno y Bush prometió hacerlo. Todo lo demás –negociar con Irán y Siria, sacar las tropas de Irak, resolver el problema entre palestinos e israelíes (como si fuera tan fácil)– hay que tomarlo como de quien viene.

La cosa es bastante más sencilla y Bush lo explicó muy bien el miércoles por televisión. “Antes, expulsábamos a los extremistas de los barrios, pero los extremistas volvían porque no había suficientes tropas para custodiar los barrios. Con el refuerzo de tropas que estoy ordenando, podremos mantener la presencia en los barrios. El otro problema era que antes no podíamos entrar a ciertos barrios que albergaban extremistas, pero el primer ministro Al Maliki me dio su palabra de que ahora no habrá restricciones para ingresar a esos barrios”.

Está bien. Cae de maduro que 160.000 soldados pueden hacer el trabajo que no pudieron 140.000, aunque los pesimistas de siempre, incluyendo los generales que Bush tuvo que desplazar del frente iraquí, digan que hace falta un ejército de medio millón para controlar la situación. Y la promesa de Al Maliki cambia todo. Si dice que ahora su gobierno chiíta va a poner en caja a la milicia chiíta, es porque antes no se le había ocurrido. Que este muchacho de 29 años, Moktada el Sadr, sea mucho más popular que él, que reciba apoyo iraní y que no tenga ninguna intención de frenar sus ataques no debería ser demasiado problema para un estadista de la talla de Al Maliki. Sólo faltaba que Bush le dijera lo que tiene que hacer, que le pase un poco de letra y ahora el problema se solucionó.

El plan está buenísimo. Pero seamos sinceros: no garantiza la victoria, aunque Bush diga lo contrario. Lo que sí garantiza es que su sucesor, seguramente algún zurdito, heredará el problema. Eso está bueno.

Además, el plan viene con un bonus que el Grupo de Estudios convenientemente pasó por alto. Mientras todos discuten si Bush estuvo bien o mal en invadir Irak, nadie se va a ensañar con los otros logros de su gobierno: el manejo del huracán Katrina, las leyes para favorecer a los lobbies y los ricos, el déficit fiscal, el boicot al protocolo de Kioto, el fanatismo religioso, la enseñanza escolar del “diseño inteligente” que cuestiona la teoría de la evolución, la oposición a la investigación de células madre, las mentiras sobre el supuesto arsenal químico de Saddam, el muro en la frontera con México, las cárceles secretas, la legalización de la tortura.

Sólo un genio puede hacer todo eso y pasar a la historia por otros logros aún más notables en una tierra extraña y lejana donde nadie les pone ketchup a las papas fritas. Y eso que todavía le quedan dos años en la presidencia y que Asia y Africa están llenos de países que aún no bombardeó. ¡Dos años más para patear traseros! ¡Rocanrol, fierita! ¡America rocks!

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